Desventuras de mi heterónimo
Por: Ramón Rocha Monroy
Suelo leer las notas que escribe mi heterónimo, el Ojo de Vidrio, y no siempre estoy de acuerdo con lo que dice; es más, a ratos me sorprende la ligereza de sus afirmaciones. Para muestra un botón: el Ojo nos asustó con la noticia de su divorcio absoluto de una dama que, dice, lo acompañó con insólita fidelidad desde sus 14 años. Aun más: en una exhibición de su nuevo aire civilizado y su ausencia de celos, dice que a veces se detiene en cualquier tienda a contemplar las imágenes de su viejo amor, a quien llama La Dama de Lánguido Mirar. Afirma que la bendice de todo corazón y pide al Cielo que otros la disfruten y la llenen de mimos y besos; que la agoten y aprecien; que la compartan sin sentir celos; que la amen y no la reduzcan a una adicción; que saboreen sus jugos vitales y sean felices con ella, como lo fue el Ojo antes de resignarse a su actual soledad, etc.
¡Curiosa forma de anunciar su decisión de no tomar ni siquiera el dulce néctar del valle!
Por supuesto los amigos estamos consternados, porque el Ojo fue un gran animador de la tertulia cochabambina; pero ahora parece haberse vuelto un k’ara baile y un yacu ujya, dos subespecies abominables de la raza humana.
Uno no puede evitar los chismes. Tengo un amigo común con el Ojo, que me mostró la siguiente carta que le envió. Tal como aconsejan, se dice el pecado pero no el pecador, así que omito su nombre pero quiero compartir con ustedes el tenor:
Querido Ojo: He tardado mucho en comentar tu divorcio, pero más vale tarde que nunca, aparte de que la noticia me produjo reacciones complejas y contradictorias. Como médico (aunque ya no ejerzo) te felicito porque probablemente aumentarás tu cantidad de vida, aunque tal vez la felicitación se vea mermada por mis dudas respecto a tu calidad de vida en esta nueva etapa de tu destino. Como lector voraz de tus escritos tengo también dudas y vacilaciones, libre ya de tu compañera de tantos años ¿tendrás más tiempo y más ganas para escribir más y mejor? ¿o tal vez la tal compañera ahora repudiada era también una musa implacable e infatigable?. Como amigo la cosa sigue complicada, siempre es bueno cambiar e iniciar nuevos estilos de escribir y de vivir o de convivir; pero los cambios traen saudades y dificultades que en tu caso serán apuestas y desafíos que te espolearán y finalmente te harán ganar.
¿Te acuerdas de Prometeo? Un titán que por beneficiar a la gente fue encadenado por el despótico Zeus en el Cáucaso y condenado a que un águila le devore cada día el hígado que le volvía a crecer en la noche. Por el momento no tengo pruebas suficientes, pero he llegado a sospechar que el águila comedora de hígados se habría reencarnado secretamente en tu inseparable compañera desde tus 14 años. Te deseo mucha suerte y muy buen humor.
Hasta aquí la nota, y nuestras esperanzas de que esta drástica determinación sucumbe ante un buen casco de la mejor chicha punateña.
Fuente: Ecdotica