‘Borda 1883-1953’
Por: Carlos Villagómez
(Fragmento de la presentación del libro, leído por el arquitecto Carlos Villagómez.)
El libro Borda 1883-1953 tiene la virtud de ser un texto académico. Es decir, es un libro de consulta que perdurará en el tiempo como los otros cuatro textos de la autoría de Pedro Querejazu. Para la historiografía del arte boliviano este logro no es un detalle menor, y menos, un recurso fácil. Estos libros serán consultados por expertos y neófitos por mucho tiempo porque poseen una cualidad: es una historia del arte bien consistente y sustentada que evita las subjetividades. Datos, imágenes, fotografías, documentos avalan lo descrito en cada capítulo. Diría que Borda 1883-1953 sigue la metodología de Erwin Panofsky y sus tres fases de investigación: la descripción previa del contexto y datos fácticos; el análisis iconográfico o análisis descriptivo de las imágenes, en una palabra: lo evidente; y por último el análisis iconológico, donde se debe dilucidar lo subyacente. Pienso que se evitó ahondar sobre este último desarrollo ante lo inasible del artista. Y como decía Moholy-Nagy, es mejor quedarse en “la higiene de lo óptico, en la salud de lo visible”. Considero lúcida esta decisión, que sin embargo, si se lee adecuadamente, se completa en la parte final del libro con ensayos literarios de lo subyacente al final del libro.
Por todo ello, Querejazu puntualiza que el libro es: “una relación razonada desde la historia del arte, para deconstruir y reconstruir los mitos y poner en valor una extensa obra para el mañana”.
Borda 1883-1953 tiene dos partes fundamentales y una intermedia. La primera versa sobre la vida del artista, su época y su obra pictórica, (…); la segunda, sobre la producción literaria de Borda, que incluye los ensayos de Claudia Pardo, Omar Rocha y Jessica Freudenthal sobre el libro El Loco (1966). La parte intermedia, que es tan importante como las otras, está dedicada al dibujo de su Álbum de Anatomía y al cuaderno de la Guerra del Chaco, también comentada por Lucía Querejazu.
A pesar de ese seccionamiento en tres áreas al inmenso trabajo de AB el texto incluye, en su debido momento, las otras facetas de un artista prolífico y multifacético. AB fue pintor, actor, hizo teatro, fue director de cine, productor de cine, poeta, novelista, político, periodista, dibujante, caricaturista y, consta en algún documento, hasta escultor y docente. Un artista multipropósito con una vida personal intensa como pocas. Al respecto de sus múltiples expresiones, Borda declaró: “Cada cosa sirve para exteriorizar la ilusión o el ansia”. Por la pluralidad de esa obra y pensamiento, podría afirmar que Borda es un visionario de las tendencias actuales que patrocinan al artista polifacético.
Con la corrección propia de un texto académico, Lucía Querejazu contextualiza históricamente la época, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Un tiempo pleno de creaciones y destrucciones: dos guerras mundiales, dos guerras regionales, el cambio de la ciudad de La Paz a sede de gobierno, culminando con la Revolución del 52. Un periodo colmado de sangre y esperanza. Arturo Calixto Borda nació un 18 de octubre de 1883.
La publicación establece tres periodos en la obra del artista: de 1902 a 1920 con obras emblemáticas como El Filicidio y El Yatiri. De 1920 a 1940 con mayor énfasis en paisajes. Y de 1940 a 1953, los años finales con obras como el retrato de sus padres y la Crítica de los ismos y El triunfo del arte clásico. Como muchos sabemos, todas estas etapas se trabajaron en medio de una vida personal intensa y descontrolada (…). Para entender un poco lo que es la vida de un artista sin límites ni miramientos, repasemos una línea del poema que Jaime Saenz le dedicó a Borda: “Dios bebe y se emborracha cada vez que produce belleza”.
Para organizar la extensa obra pictórica, Querejazu se vale del recurso de las familias temáticas. Es una táctica, permítanme la definición, de taxonomía pictórica, que ayuda a organizar los criterios del historiador y a contextualizarlos con referencias particulares. Así se establecen nueve familias temáticas: obras tempranas, bodegones, paisajes, obras costumbristas, figura humana, alegorías, retratos, obras emblemáticas y obras finales. Los críticos de arte y/o de literatura supondrán que ese seccionamiento debilita la esencia de la obra de un artista inclasificable e impulsivo que, en palabras del crítico Toro Moreno, “era un océano sin inquietudes de estilización”. Pero reitero, se trata de un hilo establecido con conocimiento de causa, un hilo trazado por una metodología de la historia del arte todavía vigente (…).
Fuente: Tendencias