09/30/2014 por Marcelo Paz Soldan
Arí, el primer paso

Arí, el primer paso

Ari

Arí, el primer paso
Por: Alex Aillón Valverde
Sucre acaba de dar a luz una fiesta de las letras con nombre propio: Arí.
Arí es una palabra dulce, generosa y luminosa del Quechua que en castellano quiere decir sí. Pues bien, durante casi toda una semana, la comunidad literaria y artística boliviana le dijo sí a Sucre y sí a un solo propósito: recuperar y alimentar el hábito de la lectura en nuestros niños y jóvenes.
Lo que acaba de suceder en la Capital de Bolivia con Arí, la fiesta de las letras, es una experiencia única e inédita en el país. Jamás se había logrado proyectar un evento de estas características que reúna varias plataformas y disciplinas en torno a la lectura y su creación.
Hacer de nuestros pequeños los grandes lectores del mañana, no sólo es un slogan, sino que es el reto de todas nuestras sociedades si es que en realidad las queremos más justas y felices.
En este sentido, la dimensión de Arí dio en el clavo y la opinión pública, sobretodo a nivel nacional. Ha recogido el esfuerzo de la Gobernación Autónoma de Chuquisaca y de varias instituciones que han empujado la realización del evento.
Todos los participantes concluyeron en un criterio general que se agradece: Sucre debe sentirse orgullosa de ser la sede de un encuentro de esta naturaleza que reunió por primera vez en nuestra historia, durante seis días, a narradores, poetas, talleristas, cuenta cuentos, grupos de rock, hip hop, música urbana, académicos, escritores y editoriales.
Durante estas jornadas la actividad fue intensa, se trabajaron con escuelas y colegios, lo cual era la forma que nos habíamos planteado de inicio, y el público en general pudo asistir a todos los encuentros que se daban de manera abierta y gratuita.
El objetivo de Arí era llegar a las nuevas generaciones y cumplir con el programa trazado y creemos, como coorganizadores, que este se cumplió a cabalidad (contra lluvia, viento y marea) con la presencia de todos los actores invitados, no hubo sino algunos reacondicionamientos muy leves que no cambiaron la fisonomía de un proyecto pensado en grandes dimensiones (como grande es el reto) y para el futuro.
El encuentro
Arí es fruto del encuentro de varias sensibilidades y de varios puntos de vista. Si bien la idea de concebir ya no sólo una feria del libro para Sucre, sino un espacio más complejo con una dirección diferente, corresponde a Editorial S, fue la Gobernación del Gobierno Autónomo de Chuquisaca la que planteó el reto, reunió a las instituciones involucradas e impulsó de manera decisiva la discusión del proyecto y su ejecución, en último término Arí jamás hubiera visto la luz sin esta determinación y, creemos, que Juan José Pachecho ha sido una pieza definitiva en el logro de este objetivo.
No se puede dejar de mencionar al Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia que fue, después de la Gobernación, la que realizó un trabajo dedicado y decidido para convocar a todas las editoriales que estuvieron presentes, y que le dieron el marco general al evento, la persona de Juan Carlos Fernández, director de esta institución, se mostró involucrada desde el inicio de la organización.
Pero fueron decenas de personas las que actuaron tras el entramado de Arí comprometiendo su esfuerzo para que este proyecto de su primer paso y no queda aquí sino un gran reconocimiento a ellos que saben que esto no hubiera sido posible sin su esfuerzo tantas veces anónimo.
Lugar de encuentro diario, al final Arí también propició nuevas amistades y complicidades que se extenderán en el tiempo como es habitual, cuando se comparten este tipo de sueños y proyectos.
Las lecciones
Este primer paso trae sus lecciones de la mano, cosas que pudieron ser mejores y que se pudieron haber previsto, como en todos emprendimientos hay luces y sombras, claro. Pero creemos que la primera gran lección que nos ha dado Arí, luego de mucho tiempo, es que ciudades como Sucre puede ofrecerle a la cultura del país espacios con espíritu y objetivos diferentes a las grandes ferias que se realizan en otras ciudades del eje.
Arí nació con esa idea, con no querer imitar nada, porque ahí es cuando las limitaciones de creatividad se hacen más evidentes. Por otro lado, siempre tuvimos presente el hecho de que una ciudad como Sucre debía asumir la preocupación por la formación de buenos lectores para el futuro, es decir, trabajar con un material precioso: nuestros niños y jóvenes.
También nos enseña que se puede hacer mucho con pocos recursos pero con gran voluntad y estar al nivel de cualquier capital de departamento del país. Creo que esta es ya una lección que arroja Arí a otros departamentos como Potosí, Tarija, Beni o Pando, donde también pueden proyectarse eventos de esta naturaleza que nada tengan que ver con las mega producciones a las que nos tiene acostumbrado el eje.
Como toda experiencia del espíritu humano, Arí es compleja pero gratificante. No habrá habido cosa que nos llene más el espíritu que ver brillar los ojos de algunos de nuestros niños y ver el asombro de nuestros jóvenes ante el hecho creativo.
No habrá habido cosa más interesante que ver a escritores como Juan Pablo Piñeiro, Luis H. Antezana, Homero Carvalho o Máximo Pacheco, bajar la guardia y tratar de ponerse a la altura de su auditorio de pequeñas almas en crecimiento, o ver a Doña Crecencia hablar desde la Bolivia profunda, en su lengua materna, en una extraña conexión con ese otro mundo que nos habita: el de la oralidad primera.
La lectura y la generosidad son aprendizajes sentimentales difíciles. A Bolivia y a nuestra ciudad hay que reeducarlas en este camino. Pues bien, si alguien nos preguntara (a Daniela y a mi) para qué hacemos todo esto, pues la respuesta sería obvia: para eso, para educar mejores personas a través de la lectura y el arte es que imaginamos instrumentos como Arí.
Fuente: Ecdótica