ArBol. Cuentos argentinos y bolivianos traducidos al quechua y publicados en una edición binacional
Por: Rodrigo Urquiola Flores
El Concurso Binacional ArBol de Cuento y Poesía fue convocado por el Ministerio de Cultura de la Nación Argentina y por la Oficialía de Culturas del Gobierno Municipal de Cochabamba y estaba dirigido a autores argentinos y bolivianos menores de treintaicinco años que presentaran cuentos o poemas inéditos. El premio consistía en la publicación de los trabajos ganadores en ambos países y, además, la traducción de los mismos al quechua. Los cuentos y poemas seleccionados fueron anunciados en mayo de 2014.
Los cuentos de autores argentinos son: El hombre del paraguas azul, de Bárbara Erzen; Choi Dae-Hyun, de Luis Ángel Gonzo y Lo que esconde el mar, de Yair Magrino. Y estos son los cuentos de autores bolivianos: Oniricario, Fragmento 18, de Julio César Espinoza Merino; Correspondencias, de Natalia Guzmán Espinosa y El pelícano, de Rodrigo Urquiola Flores.
Julieta Zurita tradujo los cuentos El pelícano (Pelícano p’isqumanta), Correspondencias (Chaski qillqamanta) y Lo que esconde el mar (Mamaquchap pakasqanmanta); Epifania Guaraguara tradujo el cuento El hombre del paraguas azul (Anqas para achiwayuq runamanta) y Rumi Kancha tradujo Oniricario, Fragmento 18 (Musqurani, Phatma 18) y Choi Dae-Hyun (Choi Dae-Hyun manta). A propósito de la traducción, se dice que el quechua y el español son “dos lenguas y culturas absolutamente diferentes y que durante siglos conviven en una situación de diglosia” y de los autores de los cuentos se dice, de su “ejercicio de literalidad”, que es “bastante libre, abierto, cargado de subjetividades y concepciones de una vida moderna y hasta contenidos de corte psicoanalítico”, por tanto, el traductor “requiere de un alto nivel de creatividad y recursividad, así como de muy buenas habilidades de escritura”.
El resultado es un interesante conjunto de relatos que, de alguna manera, retrata algunas de las inquietudes narrativas de una reciente generación de escritores de ambos países. El hombre del paraguas azul que “quiere matar a todos. Bueno, no a todos” mientras atraviesa la ciudad, como espacio y omnipresencia, en un tren. El fragmento 18 –¿qué habrá sucedido con los demás?– de un oniricario en el que se retrata lo profundo de algún sueño y se quiere describir lo que se ve, lo que se desconocerá por siempre, en un intento de tornar material lo inmaterial y/o viceversa. El coreano Choi Dae-Hyun que, mientras el resto de la humanidad vivía su vida, él se masturbaba y que, gracias a esta aptitud, consiguió un invento millonario: la máquina de desagotamiento endocrino. En Correspondencias asistimos a la intimidad de una familia fragmentada: “siempre es un consuelo ver morir pájaros a medio volar”. Lo que esconde el mar es el título del poema de un misterioso poeta boliviano descubierto azarosamente por un literato argentino en un viaje a Copacabana y que, según indican las investigaciones que el literato realiza en Potosí, en Cochabamba y en Santa Cruz, estuvo ligado a la muerte del Che Guevara, sin embargo, el final aguarda una sorpresa.
El pelícano es un cuento que narra algún instante en el proceso de una enfermedad desconocida en dos momentos narrativos. En un primer momento, Leonel, el menor de los hermanos Ugarte, convalece en cama y es atacado, como por una tos, por su propia voz que le hace repetir un ¡akssttóóó! incontrolable, una y otra vez. El segundo momento narra la vez que ambos hermanos, Jaime y Leonel, anduvieron por el río basural de Santa Fe. Allí entre otras cosas, se toparon con un cerdo que devoraba a un bebé y con un pelícano cuya presencia, quizás, podría explicar el mecanismo de la enfermedad que iba matando a Leonel.
Fuente: rodrigourquiolaflores.blogspot.com