Microcosmos del yo
Por: Fabricio Callapa-Ramirez
Prosa (2005 – 2010)
[N. del E. Del libro Años que reunen instantes disponible en la biblioteca de Ecdótica]
He vuelto a caer en el miedo a mí mismo, no comprendo cuál la razón para que haya corrido hasta el autobús. Es medianoche.
Yo. Yo presente.
Cabeceo en la ventana, él cabecea. La voz de silueta adormecida retuerce el eco que impera en mi mente, es mi voz, soy yo saludando, saluda, me saluda.
¿Quién eres?
La proyección tuya. Falta por cancelar, es uno veinte. Él ha venido corriendo hacia el bus y se olvidó traer lo correspondido, entiéndelo. Yo no aceptaría tal excusa, me es inconcebible. No, pero sí. He callado al entrometido. El muy imbécil quiere que no hable.
¿Quién soy?
Simplemente yo. ¡Qué alguien guarde silencio! Yo: No permite la concentración. ¿Por qué? No podrás concentrarte. ¿Qué haces con esos libros tan aburridos? Ven, vamos a jugar con el ludo, que todo lo que sabes no servirá para ganarme.
Yo. Yo original.
Está completamente lleno, todavía no hallo lugar donde sentarme. Caí encima de mí. ¿Qué eres? Posees senos. Es complicado explicar. Yo. Soy cómo tú deseas y te deseas. De pelo larguísimo y sedoso y un negro que causaría envidia. Anciano. No muy tarde te sentirás muerto, no muy tarde los rastros de los años borrarán en tu rostro aquella imagen antipática que reservas por verte bien, aunque tu paupérrima carne se mantenga en pie. ¡Viejo estúpido! Yo impertinente. Me tomé la cabeza para triturarla, a regar con su sangre a los pasajeros como si se tratara del agua de Dios. Gratamente me llegan miradas de dolor… no quiero gritar pero aquel temor también me excita. Efebo. Quiero ver más allá de la musculatura e imaginármelo desnudo. ¡¿Qué?! ¿Quién eres? ¿En quién te escondes? Detrás de esos hábitos y largas enmiendas de supuesta santidad juzgas. Moral. ¿Quién? ¿Me hablas?, que no te escucho. Déjalo por donde vaya. Tu Dios debe tener varios caminos para cada hijo que tenga. Oivila ortseun res argol lanif le. Osrevni. ¡Lanif, lanif, lanif! ¡Sispilacopa! ¡Sispilacopa! ¡Nodegamra, nodegamra se aroha! ¡Aroha se nodegamra!
¿Quiénes son ustedes?
El simple reflejo contraído de ti mismo, allí te encuentras como quien siente y es, serás lo que sientes en los demás, eres el reflejo de los demás y ahora vete.
Me estoy echando.
Afuera sólo existían la oscuridad y yo.
Fuente: Ecdótica