08/19/2014 por Marcelo Paz Soldan
Algunas preguntas y algunos intentos de respuesta en torno a Desapariciones

Algunas preguntas y algunos intentos de respuesta en torno a Desapariciones

Tapa Desapariciones

Algunas preguntas y algunos intentos de respuesta en torno a Desapariciones
Por: Martín Zelaya Sánchez

(Texto leido en la presentación de la 3ra. edición de Desapariciones, en la FIL de La Paz, 2014)
“Para Martín, estos cuentos fantasmas”, escribió Edmundo Paz Soldán en la primera página del ejemplar de Desapariciones que me regaló el mes pasado en Cochabamba. ¿Por qué fantasmas? ¿Por qué desapariciones?
Cuando Marcelo Paz Soldán, director de Nuevo Milenio -la editorial que reedita este libro de cuentos- me invitó para esta presentación, me pregunté ¿por qué a mí?, ¿y ahora qué hago?, y es por eso que se me ocurre hilar estas palabras de ocasión a partir de algunas interrogantes…
Las principales: ¿Qué vamos a encontrar en estos cuentos? ¿Qué podemos esperar de ellos? Ante todo -empiezo a arriesgar respuestas- creaciones, ejecuciones literarias minuciosas, detalladas, obsesivas tanto introspectivas como de relaciones cercanas de pareja o de grupo, o a veces también, las menos, del entorno social, natural.
¿Y acaso no pasa lo mismo con cualquier relato?, ¿acaso no es eso precisamente la literatura… el dar rienda suelta a la creatividad, a la imaginación a partir de las experiencias personales del autor?, preguntará alguien. Sí es verdad, pero son muy pocos los que logran, verosimilitud, credibilidad en esta empresa de reflejar, traducir, difundir. Y es que hay que saber establecer las condiciones, los climas, los ambientes para que lo natural aparezca como tal, para que la relación de hechos simples, comunes y corrientes cobre valor e interés por sí misma, sin nada extraordinario.
Y eso consigue Edmundo con mucha habilidad apenas ya en su segundo libro de cuentos, pues Desapariciones apareció originalmente en 1994, cuando tenía 27 años, y se reedita ahora justo 20 años después.
Vuelvo a la pregunta inicial: ¿qué vamos a encontrar en este libro? Y dejo que el propio autor responda: “me gusta que los libros de cuentos tengan cierta unidad, formal o temática, que no sean solo un rejuntado de textos dispersos”, me comentó en mayo pasado en Santa Cruz.
Pero intentemos ir más allá. Hay en este libro muchas historias de adivinación, o más bien insospechada certeza del futuro, del destino individual que el personaje se busca, se labra, o del porvenir fatal que les espera a los que le rodean.
Podemos esperar también algunos temas recurrentes: el tedio y la rutina de la vida en pareja: hombres promedio que de la nada trasponen los límites de lo convencional, de la ley, de la armonía.
Casos, situaciones comunes y corrientes sin nada sobrenatural o irreal, pero a la vez nada convencionales. Lo absurdo e ilógico tan bien camuflados que se hacen normales…
“Siempre he sido un escritor de tramas. Mis primeros libros de cuentos eran prácticamente solo tramas, el paisaje estaba desaparecido y tampoco había mucha indagación sicológica en los personajes”, me dijo en aquel reciente encuentro.
De todas maneras, detengámonos un poco en los protagonistas de Desapariciones. Personajes que en pocos párrafos te hacen sentir que lo cuentan todo, y a quienes, por lo tanto, conoces de siempre y lo suficiente, pero que a la vez, como los protagonistas de los buenos guiones cinematográficos, ocultan para sí, y hasta el final, un oscuro secreto, un enigma que determinará el desenlace, casi nunca convencional.
La tentación del mal, de la transgresión acecha a no pocos de estos seres, muchos de ellos –como aquel que manda a cientos de pasajeros de un avión a una muerte segura y se desternilla de risa cuando lo descubren- ansiosos, desesperados por subvertir el orden, por tener, como predijo Warhol, sus 15 minutos de fama.
En otro lote de cuentos, los narrador, los protagonistas…, que casi siempre son el mismo, lo saben todo, dominan la escena, pero a la vez, casi siempre, tal vez conscientes de ello, son inermes a lo que les depara el destino.
Violencia y política
¿Y qué otra cosa vamos a hallar en Desapariciones? Creo identificar dos rasgos premonitorios, en el Edmundo escritor de inicios de los 90, acerca del Edmundo escritor de esta medianía ya de la segunda década del siglo XXI.
¿Acaso no son el ya referido cuento En la torre de control, o A siete minutos del colapso o En la noche de San Juan adelantos del terrible retrato de la sociedad individualizada y descorazonada que refleja en Los vivos y los muertos y Norte, escritas más de 20 años después, para retratar la crisis de violencia social que se vive en muchos países y en especial en Estados Unidos?
Y por otro lado, bien sabemos que en la reciente historia de la literatura nacional, es precisamente a Edmundo a quien gran parte de la crítica señala como el abanderado de la generación de la ruptura, de aquella que eligió hacer literatura por pasión, por necesidad personal, por búsqueda estética antes que por compromiso político-social o por afán sociológico o etnográfico, como era bastante común hasta las últimas décadas del siglo pasado.
Pues bien, un par de cuentos (entrecomillas) “políticos” de Desapariciones son, creo yo, la mejor prueba de que no sólo Edmundo nunca evitó a propósito y a la fuerza referirse a estos temas en sus textos –luego reflejados en novelas como Palacio quemado o la reciente Iris- sino que más bien siempre se dejó llevar por el impulso y la necesidad del momento, a fin de cuentas por el instinto innato de escribir, de hacer literatura sin reparar en temáticas, tendencias y cualquier tipo de condicionantes.
Copio un párrafo del cuento La frontera: “las minas fueron cerradas hace más de siete años. Muchos mineros entraron en huelga, pero al final terminaron aceptando lo inevitable y marcharon hacia su forzosa relocalización, a las ciudades o a cosechar coca al Chapare. ¿Podría ser, me pregunto, que la noticia del fin de la huelga no hubiera llegado hasta ahora hasta los mineros de esta mina?”.
Si bien el tema minero en este breve relato puede tomarse sólo como incidental, como contextualizador, pienso que no ocurre lo mismo con La leyenda de Wei Li y el palacio del emperador (un alegato contra los regímenes autoritarios, contra la burocracia estatal kafkiana), y sobre todo con Cuento con dictador y tarjetas (una crítica a la corrupción) que son evidentes tomas de posición -como puede y quizás debe hacerlo cualquier hombre, cualquier artista, cualquier escritor- pero porque le sale en el momento, no por responder a ninguna tradición o corriente.
Y es que está claro, como lo dice el propio Edmundo en su cuento La odisea: “¿acaso, a pesar de la pompa y la retórica grandiosa, la literatura no se reduce a una cuestión de gusto que te hace preferir Raymond Chandler a Balzac?
Más allá de temas, estilos, preocupaciones o intereses a la hora de la verdad, literatura es literatura, y nada más “de modo que aquí estoy, intentando escribir, tornar esta historia en palabras para exorcizarla así de mí”, escribe en Los siete gatos grises.
¿Qué vamos a encontrar en Desapariciones?, como bien ya saben, es la pregunta que hila este comentario. La retomo una vez más. Vamos a encontrarnos con que la primera persona empleada en la mayoría de los cuentos breves de la primera parte -31 textos algunos de media página y otros de hasta dos y media, contra 11 relatos digamos medianos de entre cuatro y nueve páginas de la segunda- deviene en cercanía, conocimiento, dominio y control sobre los personajes y los hechos… sin que ello signifique que los desenlaces sean de manual…, es decir, Edmundo no se preocupa que todos los finales giren bruscamente el argumento como enseñan los viejos manuales del género, hay sorpresas tan bien manejadas, que vienen por sorpresa, si se entiende lo que quiero decir.
Edmundo escribió estas piezas a inicios de los años 90, acaso antes de cumplir los 25 años, y está claro que muchas son lacónicos ejercicios que antes que nada buscan pulir la técnica, aunque para ello sea preciso escribir de todo y de nada…como si se hubiera propuesto registrar casi todo lo que le pasaban a él y a su entorno en el día a día, o incluso lo que le pasaba también por la cabeza.
Casi cada uno de los relatos breves se pueden resumir con una oración, a veces con tres o cuatro palabras, o una afirmación, pregunta o axioma: Uno se desconoce en imágenes del pasado, puede remitirnos al relato Fotografías; la intuición como método de vida se asocia a Rumbo a las piedras; con la pregunta ¿será que las lecciones se aprenden para siempre?, podemos señalar a Aprendizaje; la frase “la crueldad de jugar a la vida real”, bien pude describir el cuento Juegos y para comprender la pieza El soneto en la era de la reproducción mecánica, se me ocurren tres palabras: arrepentimiento del futuro.
Escribe Ricardo Piglia en el ensayo Tesis sobre el cuento de su célebre libro Formas breves: “En uno de sus cuadernos de notas Chejov registra esta anécdota: ‘un hombre en Montecarlo va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y no escrito”. Es así como el genial escritor argentino formula su primera tesis: “un cuento siempre cuenta dos historias”.
Reproduzco ahora el brevísimo cuento de Edmundo Una pareja:
El día en que cumplieron 32 años de casados, él dijo:
– Voy a comprar una televisión.
– Para qué –dijo ella.
– Para que los silencios no se noten tanto.
Y a ella le pareció una excelente razón.
Estamos, evidentemente, ante un libro de un autor en formación, inocente pero espontáneo, sencillo pero revelador, iniciático pero ya vislumbrador…
Inmejorable oportunidad para conocer a fondo, y de primera mano, al gran escritor boliviano cuando aún estaba lejos del privilegiado sitial que ocupa hoy, pero cuando ya –evidentemente-hacía grandes méritos para encauzarse.
Voy a terminar… claro, con una pregunta y su respuesta. Apenas tuve el ejemplar de Desapariciones en mis manos, en una tibia noche en el Palacio Portales de Cochabamba, le pregunté a Edmundo: ¿Qué sentiste a la hora de releer el libro, cómo te enfrentas a una reedición y lo que ello implique: correcciones, cambios… y a dos décadas de haber escrito los textos?
“Los mejores libros –me respondió- son los que no tienen que ser corregidos, es como regalarte algo nuevo sin esfuerzo. Es como encontrarte con un libro algo desconocido al que solo tienes que darle el visto bueno”.
Creo que eso responde además otra de las preguntas que me hice al inicio: ¿por qué Desapariciones, por qué cuentos fantasmas?

Fuente: Ecdótica