Adriana Lanza: ‘El silencio es el preludio a la explosión de la palabra’
Por: Naira de la Zerda
La escritura poética se rige por un tiempo donde —con paciencia— se debe esperar a que la intensidad emotiva se transforme en energía creativa. Así lo entiende la escritora Adriana Lanza, quien —tras cinco años de silencio— presentará su cuarto poemario Plexo solar (Ed. Escándalo en tu barca), el 1 de febrero a las 19.30 en Efímera (final Sánchez Lima 2667).
Además de trabajar en educación, Lanza creó el colectivo Escándalo en tu barca, con el que organiza eventos artísticos, con la poesía como eje central. El más destacado ha sido el primer Encuentro Nacional de Escritoras. Ha publicado el libro de relatos Libro de armar (2007) y los libros de poesía: Primer alumbramiento (2003), Tiempo de sirenas (2009) y Poesía silvestre (2013).
— ¿Por qué eligió la poesía para desarrollar su escritura?
Escribo poemas desde muy pequeña, los inventaba sobre todo para regalarles a mis abuelas y abuelos. Y prácticamente soy incapaz de decir si fue una elección. Sí puedo comentar el proceso para llegar al poemario que prontito será publicado.
En 2018 empecé a revisar los poemas que ya tenía escritos, muchos fueron quemados imaginariamente, otros los reuní en constelaciones. De todos ellos me quedé con uno, De fondo oscuro (que permanece en Plexo solar); de repente en abril me di cuenta de que ya había empezado a escribir otra cosa, casi de un tirón. Y que se acompañaba de un cambio en mi propio ser, algo así como un crecimiento personal. Desde abril hasta diciembre revisé el nuevo libro que se formaba, con tiempos extensos de reposo para que no me engañe.
— ¿Qué marca que un poemario esté terminado?
Cuando comprendí que el término Plexo solar englobaba lo que había creado, supe que el poemario ya estaba listo. Podría quedarme con esta idea. Pero yo necesité un empujón más para decidir compartir el libro con las demás personas. Pensé durante mucho tiempo que era pura vanidad publicar un libro de poesía cuando sientes una profunda inseguridad frente a denominarte “poeta”. Entonces me llegó un libro de Chile gracias al amigo poeta Carlos Cardani: Cavilaciones de Juan Emar. Un poco me salvó y otro poco me puso contra la pared. Parafraseándolo, decía que nuestro espíritu, al publicar un libro, se abre a la totalidad de la vida. Quienes no lo hacen están simulando a los padres que se creen dueños de sus hijos y les privan de lanzarse al mundo. Pensé entonces que uno tiene que asumir su creación, monstruosa o sublime, hacerse cargo, soltarla, implique lo que implique.
— ¿Cuál fue el detonador creativo de Plexo solar?
Pienso que la escritura brota de experiencias sutiles o intensas de la vida cotidiana. Surge finalmente de la vida, pero no sin antes haber dejado que las emociones se hagan cenizas. A puro fuego no se hace poesía. Es preciso el carbón, incinerar la emoción para hacerla semilla.
Después de mi último libro Poesía Silvestre (2013), ocurrió un silencio muy amplio, de cinco años. Nunca dejé de escribir, pero el tramo de 2013 a 2018 se convirtió para mí en una selva negra sin camino al infierno ni al paraíso. Esos momentos de trance en que una se queda colgada, mirándose a sí misma, siendo testigo de los propios monstruos, inseguridades, banalidades. Escribía sin parar aquello que precede a la poesía, aquello que te refleja la propia miseria, aquello que te convierte en un ser que solo mira su ombligo.
¿Cómo transformar esa escritura y dotarla de la levedad del aire universal y al mismo tiempo respetar la trama incomprensible para el ser humano? ¿Cómo hacer poesía? Esas preguntas son bastante lógicas y, para ser franca, realmente no me las hice. Porque la poesía es también aquello que brota de las entrañas. Solo quiero decir que el silencio es el preludio a la explosión de la palabra.
Es un ritual para mí en la escritura el convocar a mis maestros y a mis muertos. Esta vez decidí iniciar el libro tomando el homenaje que tenía a algunas escritoras como Hilda Mundy, Blanca Withüchter, Clarice Lispector o Marossa di Giorgio, entre otras. También estamos hechos de nuestros ancestros. Empezar a dar un orden al libro me dotó de mucha energía, como si esa primera puesta en escena de mis escritoras muertas hubiese dotado a la casa de cierta energía que me dejaba mirar a los objetos con más luz, encontrar las palabras, lograr armonía y estridencia al mismo tiempo; hablar de lo inexplicable.
Frente a ese entramado, el momento de la explosión de la casa, esa donde vives, que seguramente le sucede a todo ser humano, sea una experiencia mental o física, ese momento de la explosión ya había pasado, las cenizas ya habían encontrado su lugar en el suelo, desde ahí había que levantar la morada con palabras y ese es finalmente el detonante para que el poemario se estructurara y adquiera un nombre: Plexo solar.
— ¿Existe alguna relación entre este poemario y los anteriores?
A mí me gusta hablar con los muertos, más que hablar de la muerte. En ese sentido mis poemas tienen un halo luminoso, porque les permito un paraje de encuentro con los vivos.
Valoro mucho la infancia, la poeta es la niña que trama desde adentro los enlaces más asombrosos, mágicos, vigorosos. Lo inexplicable, el irremediable dolor es también pasta en todos mis poemas, cómo no cantarle a lo oscuro.
Por otra parte, una constante es la configuración de la escritura, la mujer que se mira a sí misma, se cuestiona y se revela frente a una mirada patriarcal.
— ¿Cómo influenció en su escritura su trabajo con el colectivo Escándalo en tu barca?
Una misión que me planteé hace varios años, quizá desde 2007, era abrir un espacio de encuentro de poetas, donde los varones y las mujeres tuvieran una participación equitativa. Desde la adolescencia había frecuentado espacios interesantes de artistas donde el 90{1daedd86537fb5bc01a5fe884271206752b0e0bdf171817e8dc59a40b1d3ea59} eran varones. Un ejemplo fue egresar de la carrera de Literatura de la Universidad Católica, donde el primer tramo fue sufrir porque era la única chica, entonces primero me enfrentaba conmigo misma por mi timidez y segundo me enfrentaba a mis compañeros porque se trataba de un grupo muy hermético. Debo decir, sin embargo, que el segundo tramo lo disfruté plenamente porque el grupo hermético se abrió, yo me abrí y empecé a gozar de momentos— más allá de la parranda— intensos de compartir la lectura y la escritura, descubrir a mis amigos escritores, a mis amigos poetas,— Pablo Koechelin, Juan Pablo Piñeiro, Alejo Torrico, Roberto de la Quintana, Alan Castro, Fernando Ballivián— seres con el poeta intacto en el fondo, aunque no todos hubiesen publicado su obra. Que llegara al grupo mi amiga Genoveva Duarte, bailarina y dragona, fue también trascendental. Durante todo este tiempo pensaba yo, qué pasa, dónde están las mujeres que hacen de las suyas en la poesía…
Por eso, en 2013 inauguré el colectivo Escándalo en tu barca con Gabriel Sánchez. Se sumaron más adelante Álvaro Arandia, Fernanda Verdesoto, Eduardo Blanco y Geraldine O’Brien. Se realizaron desde ese año lecturas frecuentes de poesía con una participación general de un 60{1daedd86537fb5bc01a5fe884271206752b0e0bdf171817e8dc59a40b1d3ea59} de mujeres. Era tiempo de efectuar el Primer Encuentro Nacional de Escritoras y lo hicimos en La Paz, en el marco de la Feria Internacional del Libro 2018, con la participación de, al menos, 40 escritoras.
Ahora ¿cómo influenció mi escritura en todo esto, o cómo Escándalo en tu barca influenció en mi escritura? Creo que estar con la responsabilidad de realizar un evento como el de Escándalo en tu barca te vuelve mucho más exigente con la propia creación, por eso quizá tardé tanto con la publicación de Plexo solar.
Fuente: Tendencias