Al fin solo con Paz Soldán
Por: Ramón Rocha Monroy
A Edmundo Paz Soldán le tengo un cariño temprano, ratificado por la lectura de Norte, su nueva novela. Me interesa el rumbo de los nuevos narradores, menores que Paz Soldán. Por eso pienso que, de la lectura de Norte, podrían tomar dos pautas importantes: 1) La compasión y neutralidad del narrador, que cuenta las experiencias de sus personajes con el impulso no de explicarlos sino de entenderlos; y 2) La posibilidad de cruzar tres historias que pintan una gran experiencia, sin que se encuentren en el libro. En este orden, el súbito y marginal encuentro de una historia y otra a través de un programa radial es perfectamente descartable. Los grandes novelistas nos habían enseñado que las historias más dispares acababan por encontrarse, pero la gran enseñanza de Norte es que no, que no es necesario para narrar el sentimiento de otredad, de ajenitud que provoca vivir a merced de la Migra.
Norte es una novela magistral incluso en la solución de los diálogos, que ya no requieren de índices ni comillas y sin embargo se leen de corrido, con la activa participación del lector pero no con su adivinación, que es innecesaria. Es la obra de un escritor en la cúspide de sus astucias narrativas.
La leí de un tirón y más me costó meditar sobre su contenido, durante algunas semanas, para escribir esta nota. No me dejé llevar por la moda, porque Norte es una obra muy vendida y pirateada, al punto que la célebre Editorial Gallimard la incluirá en su catálogo, que sólo tendrá a Edmundo Paz Soldán como único escritor boliviano. No. La compré meses más tarde del suceso, en una impecable edición de la Editorial Nuevo Milenio, y no me arrepiento.
Me gustó Norte y me aclaró dudas narrativas que deberían explorar los jóvenes narradores en busca de pautas sobre cómo escribir más sencillo, más elocuente y, no obstante, más profundo. Hay una sensación de desolación, de desapego, de no tener asidero en este planeta cuando se aborda el drama de la migración. Ya me ocurrió al leer Tukson, de Giovanna Rivero, un zapping sobre una vida en la cual no puedes tener identidad ni domicilio ni pasado, al revés de lo que te exigen en la identidad pública. Un inmigrante no puede tener nombre ni vivir en ninguna parte ni ser de ningún origen si quiere sobrevivir en un mundo hostil en el cual la muerte debe ser un alivio, porque morir no es difícil, lo difícil es vivir.
Esas sensaciones me provocó la lectura de Norte, de Edmundo Paz Soldán, una obra que leí con el regocijo íntimo de conocer al escritor y de comprobar, una vez más, que lo suyo es irreversible. Es un gran escritor, y punto.
Fuente: Ecdótica