A propósito de “Por el camino del trueno y otros cuentos”
Por: Sergio León Lozano
El Concurso Plurinacional de Cuentos “Adela Zamudio” convocado por la Casa de las Culturas y el Gobierno Municipal de Cochabamba, sin ánimos de menospreciar pasadas versiones, desde el 2011 está logrando seriedad, credibilidad y se está convirtiendo en uno de los concursos literarios más importantes del país.
El 2012, en su sexta versión, sorprendió con una selección de cuentos, una mayoría escritos por autores nacidos entre la década de los setenta y los ochenta, similares resultados a los de la quinta versión. No debemos dejar de lado que la credibilidad que va ganando dicho concurso, se debe sólo a los cuentos seleccionados, sino también a los jurados quienes otorgan el fallo correspondiente a cada uno de los finalistas.
“Por el camino del trueno” del prometedor Brayan Mamani, es el cuento ganador de la versión 2012; una historia dividida a su vez en dos. Por un lado Heraldo, quien finge su muerte y vive el resto de su vida en busca del trueno, dejando atrás la vida “normal” que persigue su hermana junto al mejor amigo de Heraldo. Por otro lado Jaques Altman un alemán que escapa de su país tras la segunda guerra mundial y conoce a Hilda, una actriz porno que le enseña el jazz y cambia su apellido por Altman. Ambas historias deslumbrantes, con tenor triste, con personajes que no saben lo que buscan y lo único que les agrada es seguir caminos que conducen a supuestas “tierras prometidas”, eso sí, alejados a los que persiguen sus seres queridos.
Entre las menciones honrosas, si de gustos y disgustos podríamos comentar, desde la humilde lectura del suscrito, “Suspendido” de Jaime Márquez Velásquez, es el favorito, una historia que te atrapa con cada una de las situaciones descritas, que experimenta la suspensión del tiempo, de Valentín, de las mascotas, de los cuerpos, de los muros de aquel sitio paralizado y estático. Un lugar que sufre la inmovilidad a partir de la muerte, primero del padre y luego de la madre, un sitio con “sucesos inherentes al florilegio del tiempo perdido” y “carente de la mirada de Dios”, un cuento “difuminado en el espacio vació”, un fabuloso cuento.
“Girasoles de Junín” de Cecilia de Marchi Moyano, bajo el epigrama de Santiago Gamboa, “… cada cual ve el mundo a través de las enfermedades que padece”; nos dibuja una historia fascinante, interesante y que hace mérito entre los finalistas, un sastre – don Beto – que sufre la enfermedad de hiperacusia, quien atormentado por cada uno de los sonidos convertidos en ruidos insoportables- desde su mundo de tijeras hasta su casa que era su refugio- no le queda más que cruzar la calle, tocar la puerta de Celestina que decora su taller con girasoles, y pedir ayuda.
Gonzalo Lema, uno los escritores más consagrados y con mayor recorrido tanto en las letras como en años, nos muestra con su “La casona de Sipaya” que ha mantenido su maestría en el cuento, y en esta versión lo hace jugando con el criollismo de la Cochabamba de antaño, una narración impregnada por el humor popular.
En esta versión, resalta la exploración del género policial en la Cochabamba de los años treinta, con “El inspector Matteo Salamanca y el caso del Warmikuna Wanuchij” de Pablo García Meneses, una historia que sin duda alguna (al menos asumo aquello) fue postulada por el maestro del género negro, Bartolomé Leal, uno de los jurados, quien lo hizo con mucho tino.
Por último Rodrigo Urquiola, un joven escritor que no deja de sorprender, reincidente entre los finalistas dentro el Concurso Adela Zamudio; nos envuelve con una historia de distintos tiempos narrativos, alrededor de un sonido, alrededor de un misterioso suceso, alrededor de una “montaña enterrada”.
La selección de cuentos bajo el fallo de los jurados de la talla de Bartolomé Leal, Juan Cristóbal Soruco, Marcel Ramírez, Cristina Zabalaga y Mauricio Rodríguez, nos demuestran que se puede ir construyendo interesantes antologías, con autores que quizá exploran diferentes tendencias, quizá tratan de imitar a sus autores favoritos, quizá tan solo buscan contarnos historias o quizá solamente persiguen un camino, y en esta versión; fue uno que persiguió al trueno.
Fuente: Ecdotica