Giovanna Rivero lanza “Tukzon”, un trabajo que da un viraje a su obra erótica.
Por: Liliana Carillo
“Estoy satisfecha porque escribo lo que me da la gana”, dice la escritora Giovanna Rivero, mientras ojea las 186 páginas de su nueva novela, Tukzon, obra que marca un viraje en su narrativa tradicionalmente erótica. “En realidad -se corrige- yo escribo lo que la ficción me manda”.
La narradora cruceña ha vuelto después de un año, aprovechando una vacación en la maestría de Literatura Hispanoamericana que estudia en Estados Unidos. “Me estoy metiendo a lo académico, pero no quiero dejar lo creativo, que me constituye”, confiesa con el acento cruceño que conserva aunque ahora salpicado de palabras en inglés.
Escribió Tukzon en un año y a partir de la historia de una periodista boliviana que investiga el tráfico de órganos en Arizona y el heart land del centro de EEUU hasta llegar al “metamundo” que bautizó como Terox. Pero la trama no fue más que un pretexto para lo que Giovanna Rivero quería: “Jugar con las posibilidades de la ficción, que son infinitas. Si tuviera paciencia, este libro pudo ser infinito”, explica la autora.
¿Ha dejado la veta erótica? “No, aunque aquí, más que una narrativa erótica, hay un guiño a las snuff movies. Y es que quería jugar con las atmósferas: pasar de una atmósfera de ciencia ficción a una policial, a otra dark y a otra paródica”, explica Rivero.
Está satisfecha con su novela. “Al terminar veía las páginas y era como revisar las partes de mi engendro para verificar que sea realmente monstruoso”, ríe con su ocurrencia y añade: “El placer está en escribir lo que querés y hacer coherente ese nihilismo con la coherencia literaria”.
Mientras trabaja en otra novela, que se engendró aun antes que Tukzon, Giovanna Rivero asegura que goza la beca que le permite hacer de la literatura un oficio. “Viviendo en otra cultura he descubierto que el boliviano tiene una sensibilidad permeable que le permite entender otras sensibilidades. Puede deberse a la mediterraneidad que si bien nos encierra en el autismo, también nos obliga a acercarnos a los otros, los vecinos”.
Esa apertura que ha descubierto en el boliviano que le permitiría ser universal dialoga muy poco con el llamado boom literario cruceño que defendió la escritora. ¿Qué ha cambiado?
“Ahora puedo mirar el mismo fenómeno desde dos lugares porque estar en otra cultura te cambia -argumenta-. Sigo creyendo que Santa Cruz vive, dentro de todo su caos, uno de los más interesantes ratos de su cultura y muchas artes han influido en esa efervescencia. Siempre hubo buenos escritores, pero ahora sí hay una camada de jóvenes que comparten objetivos: Maximiliano Barrientos, Liliana Colanzi, Emma Villazón, Róger Otero y otros”.
Pero, reconoce la narradora, ello no garantiza un boom: “El boom de antes para mí ha dejado de ser una camiseta regional y se ha convertido en una fe que desde cualquier lugar de Bolivia se puede hacer literatura”, opina.
Aún falta un año para el retorno definitivo de Giovanna Rivero y el futuro es difuso para la escritora. “No sé qué vaya a pasar, si me quedo o vuelvo, sólo tengo una certeza y es la literatura”.
Fuente: La Razón