08/23/2019 por Marcelo Paz Soldan
Juan Cárdenas: ‘La ficción está para imaginarnos lo que se supone que no deberíamos’

Juan Cárdenas: ‘La ficción está para imaginarnos lo que se supone que no deberíamos’


Juan Cárdenas: ‘La ficción está para imaginarnos lo que se supone que no deberíamos’
Por: Naira de la Zerda

Los personajes y los escenarios creados por Juan Cárdenas no tienen nombres. Esta particularidad crea un hilo conductor en su obra, la que él mismo identifica como una consecuencia de la vida nómada que llevó y que osciló entre Europa y Latinoamérica. “Son libros que están a la deriva, como un poco perdidos y claramente ligados a un destino errante”. El escritor colombiano, que sin embargo se reivindica como creador apegado a la región, llegó a La Paz para presentar Ornamento, su tercera novela, publicada por Dum Dum Editora, en la 24 Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL 2019) el 9 de agosto.
¿De qué trata Ornamento?
Narra la historia de un científico que está desarrollando una droga recreativa que solo funciona en mujeres. Para eso, llegan a su laboratorio cuatro voluntarias, para experimentar la droga en ellas. El libro comienza como una especie de diario que registra los efectos de la nueva droga en estas cuatro mujeres, hasta que el científico, que viene de una clase acomodada, empieza a sentir mayor interés por una de las voluntarias, a quien llama número 4. Ella termina siendo un personaje abismal que arrastra al científico a una vorágine.
En el libro nada tiene nombre, ni las personas, ni los lugares. El escenario es una ciudad latinoamericana con todas las características de nuestras capitales; son una mezcla de cosas ultra modernas, con cosas arcaicas.
¿Cuál es el detonador creativo de esta novela?
Trabajo con constelaciones de imágenes o de conceptos que voy construyendo. Con el tiempo esas constelaciones se van ensamblando. En este caso, tenía muchas cosas gravitando: las drogas, la naturaleza, las relaciones entre arte y naturaleza o entre el arte y las drogas. Había todo un tejido allí, que quería desenmarañar. Uno de ellos, tal vez el más importante, es que me cautiva, me fascina cómo la estructura misógina de la sociedad —cimentada en el odio a las mujeres y en la dominación— se basa también en la propia misoginia de las mujeres. Hay una serie de empoderamientos, pero estos no las ponen fuera de la dominación, sino que refuerzan ese mecanismo. No dinamitan la estructura, sino que la fortalecen. Y habrá quien piense que un hombre no es el indicado para hablar de esto, pero no creo que haya lugares de enunciación privilegiados a la hora de escribir literatura. La ficción está para imaginarnos lo que se supone que no deberíamos por el lugar que se nos asigna socialmente.
Siempre hay una figura equivalente al tío Tom, este criado negro que era el defensor de los privilegios de su amo, contra los que querían revelarse. Esa figura peligrosísima la vemos repetida en casi todos los esquemas de dominación y está en este caso también. A veces de modos muy sutiles, destruyendo el tejido solidario.
¿Qué le llama la atención sobre las drogas?
Las drogas son construcciones culturales complejas, que funcionan como metáforas de síntomas sociales. Les dan salida y forma a esos síntomas. Me interesan en ese sentido amplio. El discurso del periodismo ha sido empobrecedor para entenderlas, porque es heredero del esquema moralista con el que se planteó la lucha antidrogas. Un esquema que a su vez se construyó en base a comunicados de prensa del departamento de estado de Estados Unidos. Los periodistas del mundo entero se dedicaron a replicar esta noción usando esas metáforas de una epidemia, enfermedad y condena, incluso. Un invento puritano asqueroso, con nociones religiosas que tuvo un efecto terrible en América Latina. Más aún aquí que tenemos culturas de las drogas muy ricas. En este continente chocan esas dos visiones. Y ese choque produce híbridos al respecto, en las culturas urbanas.
Entonces me imaginé esta droga ficticia. Y es interesante pensar la droga como el desencadenante del deseo reprimido. No hablamos de quitarse la ropa, sino de la desinhibición de trabas mentales o sensoriales. En el uso de las sustancias uno aprende que son caminos de afinación de la percepción.
¿Cómo nació la iniciativa de publicar en Bolivia?
Tengo una relación muy fuerte con Bolivia. Tengo amigos aquí y vengo con frecuencia. La primera vez que vine fue en 2007. Luego conocí a Liliana Colanzi y Edmundo Paz Soldán (escritores bolivianos) y teníamos esa frustración de que mis libros no circularan en Bolivia. Ahora estamos empezando con esta, gracias a la editorial Dum Dum y espero que vengan más.
Fuente: Tendencias