Guillermo Ferreyro, una charla entre concursos, orígenes y el Quijote
Por: Claudia Eid Asbún
El argentino Guillemo Ferreyro (56) estuvo en Cochabamba el jueves para la presentación de su obra “Mal Trato”, ganadora del Premio Internacional de Novela Kipus.
Ferreyro es un autor accesible, despojado del aire que caracteriza a los porteños, es decir, es muy humilde, no tiene ningún problema en admitir que postula a concursos constantemente, habla de sí como si fuera un escritor que apenas comienza, pero llegó a Cochabamba después de un gira de casi 20 días por países de Europa, junto a otros autores, presentando su anterior novela, “La cloaca”, que también recibió un reconocimiento, el Premio Latinoamericano de Primera Novela “Sergio Galindo” 2018, convocado por la Editorial de la Universidad Veracruzana.
Se declara como un amante del café, destaca el que probó en la cafetería de Editorial Kipus y accedió a tomarse uno con Lecturas & Arte para hablar de su trabajo.
Según cuenta, la escritura estuvo presente desde siempre en su vida, pero durante un buen tiempo guardaba todo lo que escribía. Ahora a la primera persona a la que le lee lo que escribe es a su esposa, una profesora que además trabaja haciendo arte textil. “Generalmente cuando voy escribiendo la torturo un poco. Ella es el primer eslabón de la cadena, después también lo comparto con algunos escritores y amigos”, cuenta.
Ferreyro plantea no entregar sus novelas “cerradas” para el lector y cuenta que cuando leyó un fragmento de “Mal Trato”, el jueves en el Centro Patiño, se acercaron algunas mujeres que estaban presentes en el público para comentarle que la lectura les había parecido fuerte y estaban interesadas en hablar más. “Es halagador el efecto, el objetivo es ése, escribo para mi misterio y es una maravilla si ese misterio se comparte”.
Guillermo Ferreyro destaca la lectura del Quijote como una de las importantes para cualquier persona interesada en la escritura. “Una de las grandes enseñanzas para mí del Quijote es encontrar en la novela que uno escriba, por lo menos una o dos situaciones que sean memorables. Si se logra eso, esa novela vale la pena”.
Se declara como un lector ecléctico y cuenta que, cuando era pequeño, su mamá limpiaba casas y les dejaban la ropa que ya no se usaban en éstas para que aprovechen y algunas veces también les daban libros que ya no usaban. “Una vez vi una caja con libros de western, con ‘Los tres mosqueteros’, y yo era chico y los comencé a leer y me fascinaban. Me acostumbré a eso, saltaba de un lado a otro. En casa no había biblioteca, entonces como me gustaba leer y no puedo dormir si no leo, leía todo, lo que conseguía, hasta que me ordené un poquito, pero enseguida me desordeno”, comenta.
Cap. I
La noticia de Kipus
“Se acababa de publicar ‘La cloaca’ en México, entonces fui a hacer la presentación al Palacio de Bellas Artes, después fui a Xalapa, la capital de Veracruz y ahí se hace la Feria Internacional del Libro. En ese marco, también se hacía la presentación del libro. Todo esto duró unos 10 días de presentaciones y charlas, volví y estaba con un desfase parecido al de ahora (risas), estaba con todo atrasado y tenía que hacer unos trámites y estaba dentro de un banco, el día anterior cuando llegué, me acordaba que había enviado (la novela) a un concurso de aquí (Bolivia) y revisé, pero pensé que ya habían dado el resultado y que quedé afuera. Listo. Más que nada, voy revisando para poder mandar la novela a otro concurso. Entonces quedé así en una ojeada que hice en la mañana y de ahí me fui a hacer todos esos trámites, siempre voy con dos libros por las colas que hay que hacer. Dentro del banco veía que me sonaba el teléfono y no lo podía contestar y veía el código de Bolivia, pensé qué raro… pero ahora hay los telecentros que te venden cosas o te reclaman cosas y tienen oficinas en México, en la India… no me había llamado nunca de Bolivia, pero llamaron tres o cuatro veces y pensé bueno, hay que ver ahora qué me reclaman”.
“Salí del banco, me fui a comer algo, miré el teléfono y ya eran como ocho llamadas y, bueno, hice lo que siempre hago, devuelvo la llamada y al contestar dicen el nombre de la institución que es. Llamé y me atendieron y dije uh… porque normalmente dicen el nombre de la empresa de la que llaman y ahí corto. Pero me dicen ‘felicitaciones, lo estábamos llamando por el premio’ y al principio no entendía, pero después caí en cuenta y dije qué maravilla. Y me cambió el día. Eso fue”.
Cap. II
Orígenes y concursos
“Constantemente mando mis textos a concursos. Mi trayectoria es muy corta. Comencé a escribir desde muy joven, mientras estudiaba Química y hacía revistas alternativas. Era la época de la dictadura, entonces eran un medio inconsciente, hacíamos revistas subterráneas, te llevaban preso y todo lo que todos saben del desastre que fue Argentina en esos años. Éramos chicos y no teníamos demasiada conciencia, lo hacíamos, poníamos lo que queríamos y lo que nos gustaba, después comenzamos a darnos cuenta de lo que estábamos haciendo y dijimos: qué locos… Después comencé a trabajar en proyectos editoriales de poesía, en impresión, como era técnico, aprendí a imprimir también, era colorista y simultáneamente escribía, terminé un libro que se llama ‘Nunca conocerás Nueva York’ y obviamente no lo podía publicar, se publicaba muy poco. Llegó un momento en que yo quería vivir de escribir y de inventar cosas, primero de inventar cosas, por eso estudié Química, pero los industriales trabajan como burros y no me quedaba tiempo para leer y escribir. Tuve hijos muy joven, quería hacer algo con la escritura, probé con el periodismo, pero costaba mucho vivir de eso, entonces encontré la publicidad. El primer trabajo que me pagaron en publicidad que yo no sabía ni cómo se cobraba, me pagaron cinco veces lo que yo ganaba en cuatro trabajos. Trabajaba de maestro nocturno, vendía corbatas en las oficinas en la tarde, repartía cucuruchos, hacía muchas cosas. Entonces me enfoqué bastante en la publicidad y seguí escribiendo, pero no tenía interés de publicar nada, no me interesaba mucho el mundo literario de ese momento y era como un lector y una persona que escribía y guardaba sus textos. Después retomé cuando tenía 50 años, me encontré con un amigo de la Facultad de Letras (donde estuve unos meses) y me dijo que tenía un grupo de lectura, fui y ahí me pidieron algo de lo que escribo, lo leímos y me sugirieron publicar, ahí apareció un concurso en México, lo mandé y ganó, en el 2016. Y me enganché intensamente con la escritura y seguí mandando textos a concursos y lo que más me gusta de eso es que los libros se editan y está garantizado que va a circular un poco”.
Cap. III
“Mal trato”
“No tuve problemas con escribir desde una voz femenina. Yo me crié rodeado de mujeres. Mi padre viajaba y yo estaba todo el tiempo escuchando y vivenciando situaciones femeninas y de mujeres fuertes. Tengo tres hijas, gata, perra, todo femenino, entonces no hago ningún esfuerzo. Yo crecí escuchando a mi madre y a mi tía hablando de las amigas, entonces no encuentro una diferencia muy grande de codificar algo femenino o masculino, la verdad que no. Sí encuentro las problemáticas y los problemas del patriarcado y del machismo y lo conozco, podría decir que crecí con eso. Nada de ese mundo me es extraño. Esa voz de ‘Mal trato’ me salió muy de pulsión, me sentaba a escribir cada capítulo y escribía de un tirón y después corregía, era como si estuviera latiendo, era una experiencia de escritura intensa. Supongo que era algo que tenía adentro y que era fácil de sacar”.
Fuente: Lecturas