10/12/2018 por Marcelo Paz Soldan
Prólogo de "Crónicas mundialeras del dios redondo"

Prólogo de "Crónicas mundialeras del dios redondo"


Prólogol
Por: Fernando Mayorga

En la historia del fútbol, los dúos son memorables. El más famoso fue aquella dupla entre Coutinho y Pelé en Santos F.C. Ellos inventaron la tabletinha, pared en diagonal que solamente un albañil cochala diseña con similar perfección. Eran números 9 y 10, como corresponde. Aquí, en los años 70, brillaron dos parejas espectaculares: Tito Avilés y Mario Pariente en Aurora, el equipo del pueblo; Limbert Cabrera Rivera y Milton Teodoro Joanna en Wilsterman, el otro equipo valluno.
Quizás los autores de este libro no saben de qué estoy hablando –y seguramente, muchos lectores– porque son cosas del pasado (aunque uno de ellos imagina un lance entre Petrolero y Bata ¡en son de protesta!) y tal vez valga la pena recordar a Gareca y Maradona en el Nápoli, campeón en los años 90, para que descubran de qué estoy hablando (por cierto, el único jugador que en este libro es evocado con su mero nombre es Diego, a quien retratan estupendamente con sus “memesiánicas” apariciones en la tribuna).
Este libro junta en sus páginas otra dupla futbolera, y letrada: Santiago Espinoza y Xavier Jordán. Ambos siguieron el Mundial Rusia 2018 paso a paso, partido tras partido y publicaron sendas columnas: Dios es redondo y Crónicas mundialeras. Sus nombres lo dicen (casi) todo. Uno es algo místico, el otro muy profano. Santiago es analítico y mira cada partido como una totalidad, redonda como la pelota (Dios, pues, dice); Xavier es escatológico y usa la intertextualidad para desbordarse, intentando dejarnos en off side cada instante (y casi siempre lo logra).
Ambos exclaman que sufrieron la vacuidad de aquellos (3) días sin partidos porque fueron –fuimos– testigos de un mundial “atípico pero emocionante”, “perfecto en sus imperfecciones”. Coinciden en alabar a Croacia y Bélgica, aunque desde perspectivas distintas, y desprecian a Uruguay y Argentina, de manera similar. Asimismo añoran a la selección boliviana de USA 1994 con una mirada nacionalista típicamente futbolera, de “equipo chico”, que se traduce en frases contundentes: “sucumbir a la sempiterna obligación de perder” o ese taxativo, hablando de Nigeria, Marruecos o México: “no eres grande, carajo, eres de los nuestros”, o celebrando la “justicia poética en favor de los perdedores de siempre” o a “los héroes temporales de los olvidados”. No es casual que este libro empiece con un texto dedicado a nuestra selección y su participación en el Mundial disputado hace casi 25 años! en clave de nostalgia y bolero, y concluya con “el día después” que inicia la larga y tediosa espera de Qatar 2022… porque el resto de la vida no (nos) interesa. Excepto si clasificamos, si sobrevivimos a las eliminatorias.
Cada fecha de Rusia 2018 fue motivo de su atento balance y varios partidos provocaron su euforia porque se trataba, a la Barthes, de El placer del texto. Escribir sobre fútbol sin caer en la tentación del uso de cifras, las elucubraciones tácticas y el cada vez peor “yo opino que…”. Así, sus interpretaciones de cada juego y de algunos equipos estuvieron matizadas de alusiones a la literatura, al cine y a la música, y de vez en cuando a la (filosofía de la) historia con un guiño a Hegel. Por sus páginas desfilaron Charles Dickens, Bryce Echenique, Marqués de Sade, Alejandro Dumas, George Orwell, obviamente Jorge Luis Borges y Eduardo Galeano, inclusive Paulo Coelho, e inevitablemente El archipiélago Gulag. O bien, Ingmar Bergman, El ciudadano Kane, La ley de Herodes, 2001 Odisea del espacio y 1984. Y en música no ponen límites a sus citas a John Lennon, Cat Stevens, Charly García, Bob Marley, Jaques Brel, Leonard Cohen y hasta Jon Secada (sic), con ese sutil detalle acerca de la creación del saxofón a propósito de Suiza, que también sirve para convocar a Shakira. Y por si faltaba algo: Asterix y Los Pitufos, en homenaje al campeón. No por hacer una caricatura de la Francia de Griezmann sino, indirectamente, para reiterar su homenaje a los talentosos, casi todos chiquitos, como Hazzard y Modric, los más alabados por el estilete de Jordán y la pluma de Espinoza.
Este libro destila magia, la magia del fútbol, aquella que brota cuando empieza un partido mundialista y empieza a correr el balón; entonces, también corre la tinta de estos escritores que forman un dúo para hacer paredes. Y se citan, Santiago diciendo “quiero escribir pero me sale basura”, en clara alusión a su colega, y Xavier, literal, llamando pan al pan y Santiago a Espinoza. Ambos vivieron el Mundial Rusia 2018 con gran intensidad y nos deleitaron diariamente con sus textos día a día. Este libro compila cada jugada de Santiago y de Xavier y nos invita a seguir disfrutando la vida con este deporte que, cada cuatro años, nos da una “razón para arrodillarse y pedirle al señor fútbol que no se muera”. Eso escribe uno de ellos. Así pensamos todos.
Fuente: ESPINOZA, Santiago, JORDAN, Xavier (2018) “Crónicas mundialeras del dios redondo” Cochabamba, Editorial Kipus