Fabiola Morales Franco. El día de todos tus santos
Por: Claudia Michel
(Esta reseña salió originalmente en la edición de noviembre de 2017 de la revista 88 Grados)
Manuel está enfermo y pronto morirá. La novela de Fabiola Morales es un preludio a esa muerte, a la urgencia de hallar algo de sentido ante el total absurdo de que alguien joven y querido enferme y no pueda eludir su destino. Los personajes se enfrentan al vacío, por eso mismo saber qué tienen que decir es lo que motiva la lectura.
Cada personaje habla de otros cercanos y queridos, y a través de ellos también de sí mismo. La autora los hace hablar de una primera juventud, un tiempo de promesas que se constituye en el punto irradiador de la historia.
Mariela, Manuel, José y Roberto han compartido los años de la universidad, sueños de viajes que nunca hicieron, conversaciones en bares y libros. Representan el típico grupo de la clase media boliviana inyectado de promesas de progreso que se reventarán en el primer encontrón con la realidad. Manuel y Mariela son pareja en un viaje secreto a México; José pintó desde niño y su talento nunca tuvo cabida en Bolivia: “solo quiero salir de este país”, repite siempre. Roberto es el que se queda, el amigo referente que conecta a todos.
Mariela hace audiovisual y de un día a otro se va del país, cumple el sueño de joven acomodada que consigue una beca y prefiere no volver, la sigue José que irá y volverá del país muchas veces sin saber por qué y buscará cada vez destinos más lejanos.
Estos, entre otros, son personajes cuyos conflictos giran en torno a sus familias disfuncionales, sus sueños de artistas frustrados y la impotencia ante la muerte de un amigo, como evidencia irrefutable de que hay cosas que son iguales para todos.
La autora muestra, a través de sus personajes y sus vidas, la extranjería como un sueño ingenuo; y muestra una palpable verdad: que la mayoría de los que se van, regresan para intentar cobijarse en el hogar; luego de ser un “nadie” en tierras lejanas, la mayoría preferirá ostentar en casa las glorias del viaje emprendido, aunque toque mentir sobre ellas. Para Morales, otros, los menos, permanecerán lejos aun sabiendo que esa decisión los hará para siempre extranjeros en todos los lugares donde vayan, incluido -y sobre todo- el país de donde se dicen ser. Dice José: “vivía a miles de kilómetros y esa distancia no me servía para sentirme libre del lugar en el que había nacido…”.
Uno a uno los personajes se verán impotentes, solos y acorralados. La muerte no solo es la del amigo, es la de ellos cuando eran jóvenes. Se resisten a creerlo, pero todos a su modo están envejeciendo.
Morales parece una documentalista que entrevista por separado a cada personaje, y publica su trabajo sin que sus preguntas se escuchen; cortando con estudiada medida cada intervención. Desde su propia extranjería, como boliviana que vive en Barcelona, desde su papel de autora, aparece como una directora de orquesta que da la entrada a cada voz para que destaque en el momento preciso.
El día de todos tus santos exhala frustración y soledad. Es un libro cargado de tristeza por el pasado, por la imposibilidad de cambiarlo, sabiendo que su legado nos deja marcas que, a modo de lunares, se constituyen en las señas particulares que nos acompañarán donde vayamos, señas por las cuales podremos dar cuenta de quiénes somos.
Fuente: hayvidaenmarte.wordpress.com/