El diablo está en la luz: ¿Venganza o justicia? ¿Memoria u olvido? ¿Cuerpo o luz?
Por: Ricardo Bajo
Bolivia ha desaparecido. Un golpe de Estado tumba al último gobierno del primer presidente indígena y el país ahora son dos: Nación Andina y Nación Camba. El asesino del mandatario lidera la asonada militar y es el peor de todos los monstruos. Se come a los prisioneros, obliga a que éstos se coman entre sí y reparte los cuerpos después del fuego entre sus tropas. Para acallar el silencio que prosigue a las matanzas, El General “ameniza” los banquetes humanos siempre con una tamborita. Lo que viene ahora en Bolivia se llama “el colapso”: ocho años de guerra y exterminio entre brigadas del Partido Falangista y del Partido Federalista. Santa Cruz se ha independizado del poder central pero vive una guerra más cruenta aún. Vencen los federalistas con ayuda del ejército brasileño y el General –eliminadas sus brigadas sádicas- huye a Quito. Con el paso de los años el espanto se diluye en el olvido, se olvidan los rostros de los muertos, las cifras de la barbarie, incluso la memoria desaparece. Sólo permanece el olor de carne humana (y plata) quemada, de los churrascos caníbales del General. El olor penetrante y maldito del colapso es lo único que persiste.
Lo malo nunca deja de pasar y el escritor Maximiliano Barrientos siempre se imagina lo peor. En su última novela “En el cuerpo, una voz” (editorial El Cuervo) crea un futuro distópico donde los hombres se portan como animales que viven en la inmediatez de sus vísceras. Y en el proceso, esta distopía camba plantea varios dilemas éticos. Vamos por el más evidente: matar o no matar al General capturado, después de varios años del “colapso”. ¿Venganza o justicia?
Antes de responder es necesario saber que Rodolfo Peña es un tipo contratado por el Ministerio de Culturas para levantar un mapa de los recuerdos olvidados, de las brutalidades de eso que se llamó “el colapso”, para construir un mural de voces y caras, para que el espanto no regrese. Y aparece el segundo dilema de la novela: ¿Memoria u olvido? “Nunca vamos a ser las historias que nos contamos”. Por eso, es mejor olvidar.
Con la tercera novela de Barrientos, ha regresado también su estilo ascético y parco, poético y cinematográfico. En un cruce de tiempos y géneros (del terror al suspenso, del testimonio a la pura acción) y con personajes sólidos se construye un eficaz mecanismo de relojería. Maximiliano es el “Sam Peckinpah” de nuestra literatura: violencia y melancolía infinita por lo perdido; decadencia y esperanza de amor purificador (ella se llama Elena. Y en medido, un hermano perdedor, alcohol (se llama “culipi”), sudor y sexo (también) descarnado. Todo un “grupo salvaje”.
El tercer dilema es más sutil: ¿Cuerpo o luz? “Los muertos tienen las historias escritas en los cuerpos y uno no regresa al cuerpo, regresa a la memoria”, dice en algún momento el hermano herido. Barrientos no juzga, para él la oscuridad que resplandece también es luz.
Antes de seguir es preciso saber que el perro de “Maxi” se llama Renzi. Es un “fox terrier” de 14 años y es también un personaje de la novela. En la última página hay una foto de Renzi comiendo (prefiero no saber qué) y una pila de libros que trepa hasta el techo donde seguramente descansan obras de Ricardo Piglia y su alter ego, Emilio Renzi. En “Respiración artificial”, el escritor argentino dijo: “Todos queremos tener aventuras. Pero ya no existen, solo tenemos parodias, la parodia es el centro mismo de la vida moderna. Donde antes había acontecimientos, experiencias, pasiones, hoy quedan sólo parodias”. Barrientos regala a sus lectores no una parodia que asusta si no una aventura sobre el cuerpo y el mal; un relato policial (todo relato lo es porque sólo los asesinos tienen algo que contar), una canción (otra) de admiración por los “outsiders”, los cochos, los perseguidos, los héroes solitarios.
Ahora sí, llegó la hora de responder: ¿venganza o justicia? ¿Memoria u olvido? Tienes en la parte trasera de tu auto al General rociado de gasolina. ¿Vas a arrojar el fósforo para iluminar todos los fuegos? El olvido es la única venganza. ¿Cuerpo o luz? “Nunca más vamos a poder ser los cuerpos”. El cuerpo es una mentira. El diablo está en la luz.
Fuente: La Razón