McOndo Veinte años después de la ruptura literaria
Por: Isabel Reviejo
En los noventa, el escritor chileno Alberto Fuguet descubrió que en Estados Unidos su región estaba de moda, aunque se encontró con un rechazo hacia su literatura por ser “muy poco latinoamericana”; de ahí nació McOndo, movimiento del que, 20 años después, solo queda “el ADN”.
Estaba aburrido de que siempre le exigieran “ser latinoamericano”, por lo que no pudo rechazar la propuesta de hacer una antología de cuentos que rompiera con el “realismo mágico” y que juntara a autores de habla hispana que introdujeran en sus textos contenidos urbanos y de la cultura popular.
Fuguet y el boliviano Edmundo Paz Soldán, moderados por el peruano Santiago Roncagliolo, diseccionaron qué fue de McOndo, así como la influencia de la antología del mismo nombre, que fue pertinentemente presentada en un restaurante de comida rápida, en el conversatorio “La no tan nueva narrativa latinoamericana” durante la XXX Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México).
Roncagliolo rememoró que “a principios de los noventa, para mí, en el Perú ser escritor significaba escribir libros de 700 páginas y ser candidato a presidente, algo completamente lejano”.
“Y aparecen estos chicos, hablando de cine, rock, pop, de la ciudad, y abren la puerta para que lo hagamos los demás”, continuó.
En el prólogo del libro (1996), los editores, Fuguet y Sergio Gómez, ya escribían: “Sabemos que muchos leerán este libro como un tratado generacional o como un manifiesto. No alcanza para tanto”.
Y efectivamente, “terminó siendo leído como un manifiesto de toda una generación”, lo que hizo que muchos de los escritores incluidos en la antología se distanciaran, aportó Paz Soldán.
Desde el punto de vista de Paz Soldán, quien formó parte de la recopilación, los ataques que surgieron “tenían más que ver con el prólogo”. Probablemente, este es “de los libros de los que más se ha hablado sin que se haya leído mucho de él”.
Aseveró que “McOndo” -que también incluía algunos autores españoles- era “bastante provocador para ese momento”, ya que “la cultura popular de Estados Unidos siempre nos ha influido”, pero solo estaba bien visto cuando era de alto nivel.
En este sentido, señaló que nadie lanzaba críticas si, por ejemplo, Gabriel García Márquez confesaba su admiración por William Faulkner.
La corriente crítica era intuida por Fuguet, pero no soportaba que le lanzaran ataques frente a frente; veinte años después, mira lo que ocurrió con distancia y se lo toma con más humor.
Pero asegura que, si tuviera la oportunidad de volver atrás, no lo volvería a hacer: “Lo mal que lo pasé, la cantidad de horas que estuve encerrado (…). Me quedé callado por ocho años; fue tal el trauma”.
“Pero eran como ‘rockstars’, y por ser polémicos, (eran) muy visibles”, apuntaló Roncagliolo.
“Yo no lo veía así. ¡A mí no me invitaban a ninguna parte!”, respondió Fuguet.
El chileno aseguró que, hoy en día, “McOndo no existe, pero existe el ADN”.
Reconoció que una de las cosas que le han dado más satisfacción es que consiguió que la antología no se volviera a publicar, pese a que se lo han pedido numerosas veces: “Me gusta la idea de que haya un libro semiprohibido”, señaló.
Roncagliolo pidió a los escritores que contaran por qué, aunque McOndo era una reacción frente al “boom”, salvaron a Mario Vargas Llosa, “al que todos los miembros (del movimiento) respetan, valoran y lo consideran uno de los suyos”.
La primera respuesta la dio Paz Soldán, quien argumentó que “el realismo mágico se convirtió en un callejón sin salida”, y una influencia “muy poderosa” que hacía que los escritores se convirtieran en pequeñas copias de los autores, como los “rulfitos” que copiaban el estilo de Juan Rulfo.
“¿Qué autor tenía una influencia mucho más invisible, menos obvia y hablaba de lo social? Era Vargas Llosa. En ese sentido, había unanimidad en cuanto a qué autor del ‘boom’ había que defender”, explicó.
Fuguet comentó que “McOndo apreciaba más a los ‘B’, y Vargas Llosa era el más ‘B’ de los ‘A’; nadie podía imaginar que iba a ganar un Nobel”.
En cuanto a la influencia que transmite al leerlo, “Vargas Llosa es como el padre ideal que uno quisiera tener: te enseña pero te deja libre”, sentenció.
Fuente: www.efe.com/