Alumna perdida entre monjas y narcos
Por: Betina Gonzalez
Una lectura de 98 segundos sin sombra podría comenzar por el género, decir que es una novela de iniciación sobre Genoveva Bravo Genovés, una chica de 16 años que no se siente la más cool ni la más linda y que va a un colegio de monjas. Podría seguir por la familia y analizar cómo Giovanna Rivero (una de las voces más interesantes de la literatura boliviana actual) la construye disfuncional, con abuela proclive al vudú y otras yerbas, padre trotskista y madre deprimida por el nacimiento de un niño especial (único y bello “como un cardo”, dirá la protagonista). Ese resumen cerraría con una mención a la voz porque el texto es un largo monólogo en forma de diario en el que Genoveva escribe su diatriba contra el afecto y el dolor que la institución familiar siempre asegura. Y esa lectura sería justa porque Rivero ha escrito todas esas cosas.
Sobre todo (como ya se veía en uno de sus primeros textos, Las camaleonas ), es una gran creadora de voces femeninas, de esas que arrastran al centro de una sensibilidad sin moldes, como un torbellino. Pero como interpretación, sería incompleta. Porque en 98 segundos…
coloca elementos que la llevan más allá de lo que el subgénero, el tema o la voz prometen: un personaje oscuro; un pueblo jaqueado por los cultivos de coca y el narco; y una cadena de referencias complejas, bizarras: las series de TV estadounidenses, las revistas sobre ovnis y esoterismo, el diario de Anna Frank, David Lynch, las canciones de Queen. Estos elementos le permiten a la autora un trabajo profundo con la atmósfera (latinoamericana, por si quedan dudas) y con los temas, más allá de la “inocencia perdida” en la que se complacería la novela de educación.
La atmósfera es la de un pueblo en “el Culo del Mundo” donde “todo queda tan lejos que he llegado a creer que nada en el universo existe. Es solo un puente entre ciudades más grandes donde hay trabajo de verdad, porque aquí a lo único que se dedica la gente es al ‘negocio’”. Así, el dinero invisible del narco corrompe la narrativa de Genoveva desde el principio. Y la constante apelación a lo esotérico, a un afuera de la miseria cotidiana, a un espacio verdaderamente exterior, se vuelve literal. La adolescente seguirá fiel a sí misma como nueva Eva de una sociedad extraña, tal vez perversa y desastrosa, pero sin duda diferente.
Más que novela de iniciación, 98 segundos… es una propuesta inquietante, casi ciencia ficción, sobre una sociedad tan corrupta en sus negocios, sus afectos, que la única respuesta posible parece ser la de un horror o una fe que restauren el equilibrio. Incómodo e incapaz de decidir entre esos dos términos igual de peligrosos, en el final el lector es (feliz y oportunamente) abandonado a su destino.
Fuente: www.revistaenie.clarin.com/