La narrativa feminista
Por: Verónica Ormachea G.
(Ponencia Feria Internacional del Libro, Santa Cruz, Bolivia, 2016)
Existe un feminismo natural que deriva de la conciencia, la dignidad y de la inteligencia del sexo femenino.
Viene de tiempos remotos ya que históricamente la mujer ha estado bajo el yugo patriarcal y relegada a un segundo plano.
En el curso de la historia ha habido casos puntuales, pero brillantes. Haré referencia a las voces femeninas que considero las más emblemáticas, a mujeres de gran talla.
Es preciso aclarar que la educación y la instrucción en la mujer han sido un factor fundamental para reivindicar nuestros derechos, necesidades, utopías, ambiciones, que son legítimos. Éstos se han traducido a través de las letras quedando como testimonios. A partir de ahí, la mujer ha ido ocupando espacios en la vida pública y privada.
Durante la época clásica surgió la griega Safo de Mitilene o de Lesbos (580) a.C. Creó una escuela de mujeres a las que formó en las áreas artística e intelectual. Ella era poeta y reivindicó a la mujer. Creó la estrofa sáfica y probablemente sea la poeta más traducida e imitada de la era clásica. Aristóteles la admiraba. Se decía que ella amaba a las mujeres y allí que viene el lesbianismo. Una revolución para aquellos tiempos.
En la Edad Media se destaca la francesa Eloisa (1092-1164). Ella era filósofa y tenía conocimiento de lenguas latinas. Fue la primera mujer que incursionó en las letras en Occidente, principalmente en Francia, a raíz de un intercambio epistolar con Abelardo, un monje francés que era su preceptor. Se enamoraron y tuvieron un hijo que fue entregado a la hermana de Abelardo. En sus cartas expresaba su opinión sobre el amor, sobre sus derechos y decía que el matrimonio era una institución que prostituía a la mujer. Pero como el amor era tan grande se casó en secreto con Abelardo. Eloisa terminó en un claustro y a él no le importaba saltar el muro para yacer con ella. A él, como castigo, lo castraron. Un absurdo.
En el siglo XIX hubo escritoras notables como Jane Austen (con personajes feministas) o las hermanas Bronte.
A principios del siglo XX, Adela Zamudio (1854-1928) fue la precursora del feminismo en Bolivia. Cuestionó a la sociedad patriarcal, el fanatismo religioso y, por ende, la beatería. Por propia convicción nunca quiso casarse. Criticó al “compañero egoísta de la mujer”.
Su poesía está enmarcada en el romanticismo del siglo XIX. Tiene dos obras consideradas fundamentales: Loca de Hierro y Nacer Hombre donde devela rasgos feministas.
Fundó y fue directora del primer liceo fiscal de mujeres, que después llevó su nombre que se preserva hasta hoy.
En Argentina se destaca Victoria Ocampo. Publicó La mujer y su expresión. Un lúcido ensayo, claramente reivindicador.
Fundó la Unión de Mujeres Argentinas (UMA). Desde allí defendió la igualdad de género. Creó la revista Sur destinada principalmente a recibir colaboraciones de mujeres y donde se abría el debate, entre otros, con el escritor Ernesto Sábato, que no era precisamente feminista.
En torno a la revista, Gabriela Mistral le envió una misiva afirmando: Victoria: “Ud. ha cambiado la dirección de lectura de varios países en Sudamérica”.
Jorge Luis Borges afirmó sobre Ocampo: “En un país y en una época en que se creían católicos, tuvo el valor de ser agnóstica. En un momento en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser un individuo. Que yo recuerde, no discutimos nunca la obra de Ibsen, pero ella fue una mujer de Ibsen. Vivió, con valentía y con decoro, su vida propia. Su vasta obra, en la que abunda la protesta, no condesciende nunca a la queja”.
Una de las literatas contemporáneas más notables y precursoras del feminismo ha sido la inglesa Virginia Woolf (1882-1941) con su ensayo El Cuarto Propio, un ícono en la literatura de este siglo. Es un análisis socio-político desde la óptica de género donde critica el patriarcado y propone que los textos escritos por mujeres sean más libres. En dicho libro asegura que la mujer requiere dinero y un espacio físico propio que la aísle de las tareas domésticas y familiares para escribir con libertad. Woolf abrió el horizonte de las mujeres de la época y es motivo de debate hasta el día de hoy.
Otra promotora del feminismo ha sido la francesa Simone de Beauvoir (1908 -1986). Ella creía en lo que era mal visto apenas hace unas décadas atrás. Era activista, atea y comunista. Y, afortunadamente, escritora. Escribió El Segundo Sexo. En este ensayo hace un análisis filosófico sobre el lugar que ocupa la mujer en la sociedad. Plantea la igualdad de género y cómo debe conquistar su libertad para mejorar su vida. Acuñó aquella frase célebre: “No se nace mujer: llega una a serlo”. Según la existencialista, el feminismo busca la reinvención de la mujer para que ocupe un lugar activo en la sociedad a través de su pensamiento y plantea a la “nueva mujer”. El Vaticano, conservador, se opuso a la “Biblia del feminismo”.
Fue eterna amante de Jean Paul Sartre con quien no se casó porque afirmaba que el matrimonio era una entidad burguesa, en la que la mujer se prostituía al convertirse en dependiente del hombre con la imposibilidad de independizarse. Aseveración similar a la que planteó Eloisa 1.000 años antes.
Éste mi homenaje a mujeres precursoras de nuestros derechos.
Fuente: Ideas