Yuri Soria Galvarro, un boliviano con salida al mar
Entrevista a Yuri Soria Galvarro
Por: Mónica Oblitas Zamora
Sin duda la vida de Yuri Soria-Galvarro no es aburrida. Y es esto lo que la convierte en un semillero de inspiración que ha hecho a este escritor cochabambino, que hoy radica en Chile, uno de los más fructíferos de su generación. Con profesiones absolutamente diversas como ser biólogo marino, buzo y cuentista, Soria-Galvarro tiene clara su pasión por la literatura la que cultiva desde muy niño y que ha transmitido a sus hijos. En esta entrevista nos cuenta un poco de su proceso creativo, sus planes de regresar a la llajta y del amor al que él llama la mayor de sus obsesiones: la literatura.
– ¿Qué se siente ser el único “escritor-buzo” de Bolivia, como te ha llamado Carlos Tromben?
No sé si soy el único escritor-buzo, aunque seguramente no somos muchos bolivianos, biólogos marinos y buzos. El buceo es una actividad fascinante que por muchos años emprendí como deporte y profesión, hoy sigo ligado a la acuicultura aunque ya no trabajo buceando. Pero bucear es como andar en bicicleta, no se olvida nunca. Creo que uno puede hacer muchas cosas, la vida es larga, yo he sido buzo, fotógrafo, ornitólogo, músico, aunque creo que la literatura es la madre de las obsesiones y de alguna forma resume todo.
– ¿Cómo ha influenciado en tu pluma esa profesión?
El tener una especialidad, una profesión, así como viajar o leer, enriquece el imaginario. Se puede escribir de cualquier cosa, puedes impostar la voz de un astronauta o un contrabajista, pero hay que lograr verosimilitud literaria. Flaubert leía por años sobre los temas que iba a tocar, a veces tangencialmente, en sus novelas. Hoy existe internet y los libros siempre están ahí. Pero el tener una mirada de biólogo, naturalista, buzo, fotógrafo, o carpintero, de cualquier cosa que se conozca bien, permite el tratamiento de esos temas con soltura y ahorra tiempo.
– ¿Crees que has podido transmitir, o que se puede transmitir, lo que vives siendo buzo en palabras?
Lo que un narrador busca es contar historias, que funcionen, que atraigan la lectura, y los temas como el buceo, o la vida de los navegantes, son como el paisaje, el telón de fondo, una excusa. Creo que todo se puede transmitir con palabras. Nuestra cultura, la civilización completa está cimentada en palabras, abstracciones como el dinero o dios, son constructos imaginarios que no serían posibles sin las palabras. Pero la literatura también endosa las sutilezas, las ambigüedades, los sentimientos, y participan, además, las interpretaciones del lector, y lo que está siempre persiguiendo toda expresión artística, la estética, la postulación de la belleza.
– ¿Cuál es el poder de la palabra?
Somos palabras. Nuestra interpretación de la realidad, si realmente podemos hacer tal cosa y toda la realidad no es una pinche ilusión, está determinada y sesgada por las palabras. Creo que de alguna forma las palabras también serán nuestra perdición, allanarán el camino para la extinción del homo sapiens.
– ¿Es suficiente para transmitir sentimientos y emociones o a veces falta?
Como te decía, lo que el escritor busca es contar historias, son los personajes los que tienen emociones y sentimientos que determinan sus actos y se cuelan en la narración. No hay una intención deliberada de transmitir sentimientos o emociones, a la manera de una fábula. Bueno, no siempre. Es muy bueno arrogarles a los personajes la responsabilidad por sus actos u opiniones, sostener que el escritor es más bien un tipo de médium que simplemente traduce o interpreta lo que ellos quieren decir es una forma de librarse de ellos, imagínate si el escritor tuviera que hacerse cargo, ser una especie de representante legal, guía espiritual, padre, sería terrible. Pero pienso que todo eso en la literatura, en el fondo es una excusa para preguntarse sobre la vida, sus miles de aristas y formas, sobre la enorme interrogante de estar vivos.
– ¿Cómo influenció tu padre en tu carrera literaria?
Mi padre era un lector voraz. Él era médico y siempre levaba libros en los bolsillos, lograba encantar y atraer al bando de los lectores a pacientes, amigos y colegas. Siempre tuvimos una buena biblioteca en casa y yo fui un lector temprano. La pasión por los libros y la literatura de mi padre es lo que me convirtió escritor. Mi bisabuela, Adela Quintanilla era escritora, mi tío Carlos Soria-Galvarro es escritor, mi tía Aida Soria-Galvarro también, varias tías y primos escriben, un tío abuelo, Roberto Soria-Galvarro dejó una novela inédita sobre el Chapare que es una historia increíble y esperamos poder publicar este año, parece que la escritura es una enfermedad hereditaria.
– ¿Cómo pudiste superar el proceso de su enfermedad y su muerte?
Es algo que no se supera, se aplaca un poco con el tiempo, pero el dolor siempre está ahí, entender eso, es quizás la forma de continuar.
– ¿Qué tanto influye tu familia hoy en tu creación literaria?
Mi familia es un ancla a la realidad. Su apoyo y amor es fundamental. Mi mujer y mis hijos (Bárbara de 9 y Carlos de 8) son buenos lectores, y además de acoger cariñosamente a amigos escritores que cada tanto nos visitan, también entienden que su padre a veces no esté muy concentrado en las cosas prácticas de la vida y pasa muchas, quizás demasiadas, horas leyendo y escribiendo. Mi mujer Ana María, es la primera lectora y la más severa.
– ¿Crees que vivir en Chile ha servido para tu crecimiento como escritor?
No sé si hubiese sido escritor viviendo en otro lado, antes de venirnos a Chile mi padre estuvo muy cerca de aceptar una beca para vivir en Costa Rica, quizás hoy escribiría sobre el Caribe y no sobre los mares del sur. Creo que el crecimiento como escritor es en el fondo muy simple: se debe leer y escribir como si se te fuese la vida en ello, y eso lo puedes hacer en cualquier parte, viajando por el mundo como Joseph Conrad o acostado en tu cama como Onetti. Hemingway decía que: “Escribir no es gran cosa, sólo debes sentarte frente a una máquina de escribir y sangrar”. Aunque si hemos de dar crédito al mito, Hemingway escribía parado y arrancando las hojas escritas desde su máquina como un poseso. Me gusta mucho una canción de Silvio Rodríguez que creo que ilustra lo mismo y empieza así: “Debes amar, la arcilla que va en tus manos/debes amar, su arena hasta la locura/ y si no, no la emprendas que será en vano”.
– ¿Cómo defines el “Sur”?
Nos han acostumbrado con tanto mapa y planisferio circulando, a que el norte está arriba y el sur abajo, cuando sabemos que no existen los puntos de referencia en el espacio. El sur no está arriba, ni abajo, está al costado en el lado izquierdo del planeta, donde va el corazón; el sur se asocia a grandes espacios de libertad, a una zona geográfica todavía verde, en el sentido prístino y salvaje. Para mí el sur es un referente, así como la Patagonia o los Canales Australes, es mi espacio vital, como canta mi amigo Javier Aravena en La Rata Blusera: “Yo vengo del sur”.
– ¿Cómo defines tu literatura?
En general no me gusta hablar de eso, siento que es como explicar lo que escribo, y creo que los textos deben sostenerse por si mismos, y es el lector quien juzgará si funcionan o no. Aunque desde la óptica del oficio uno siempre se está definiendo, pero son consideraciones teóricas, constructos imaginarios de técnica literaria, verdades absolutas de un oficio que no tiene verdades absolutas, que van cambiando con el tiempo, y que están sesgadas por esa subjetividad que algunos días te aconseja no levantarte de la cama y dejar esta actividad insana que te hace tanto mal y otros días te apuntala con un ánimo hiperventilado y te convence de una acción tan impúdica como publicar un libro.
– ¿Qué diría de Yuri Soria-Galvarro si tuvieses que presentarlo?
Aquí les presento a Yuri Soria-Galvarro, un boliviano con salida al mar que cree que la literatura es un gran ejercicio de amistad.
– ¿Qué es lo que te es imprescindible al momento de escribir?
Tiempo. Un buen libro entraña miles de horas de trabajo. Por momentos sirve la inspiración, y en otras ocasiones se requiere la avidez de un sensor o la rigurosidad del inspector de aduanas para revisar y corregir. El amor, el desamor, la rabia, el tedio, sentir que la vida es muy larga, o muy corta, casi cualquier tipo de sentimiento o coraje sirve, mientras más intenso mejor.
– ¿Qué sientes cuando vuelves a Bolivia? ¿Regresarías a vivir acá?
Siempre me emociona volver. Cada vez que regreso añoro la vida que no viví acá, siento que alguien me la debe. Pero después de algunos días en la llajta, extraño el mar, el sur, las islas y la lluvia. Es la pinche nostalgia, otro sentimiento que también sirve para ponerse a escribir. Hemos considerado seriamente la posibilidad de volver, no sólo en los veranos, queremos instalarnos en Cochabamba, quizás por un par de años, es un proyecto familiar. Ya veremos si la vida nos regala esa oportunidad.
– ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Tengo una novela y otro volumen de cuentos terminados, este año consideraré algunas opciones editoriales. Y estoy con dos novelas empezadas, tengo que decidir con cual sigo por ahora y cual postergo, también estoy con un libro de cuentos sobre la verdadera historia del rock and roll en clave de humor, y cuentos sueltos que cada tanto van saliendo.
Fuente: Revista OH!