La poesía boliviana navega en inglés
Por: José Emperador
La literatura boliviana tiene cada vez mayor presencia en el exterior, y poco a poco se va abriendo puertas a millones de lectores de todo el mundo.
Evidentemente, por cercanía cultural y por la facilidad de la lengua, el mercado hispanohablante resulta el más accesible pero la internacionalización de nuestros autores empieza a explorar nuevos caminos hacia otras culturas y otros idiomas gracias a iniciativas imaginativas y comprometidas que encuentran su mejor acomodo en el foro universal que es internet. En esta línea, la revista literaria y de arte en general The Missing Slate —themissingslate.com— acaba de publicar un dossier especial titulado The absurdity of the Cosmos: 12 bolivian poets in translation (Lo absurdo del universo: 12 poetas bolivianos traducidos) que presenta siete ensayos y 14 poemas de y sobre autores nacionales traducidos al inglés, además de un artículo introductorio y analítico.
La selección incluye poemas de Jaime Saenz, Óscar Cerruto, Emma Villazón, Julio Barriga, Hilda Mundy, Raúl Otero Reiche, Edmundo Camargo, Pedro Shimose, Eduardo Mitre, Humberto Quino, Juan Cristóbal Mac Lean y Blanca Wiethüchter. Entre los ensayistas están Jesús Urzagasti, Liliana Colanzi, Edmundo Paz Soldán, Sebastián Antezana, Emma Villazón y Marcelo Villena. Todos los textos —algunos originales y la mayoría ya publicados en español con más o menos difusión— han sido escogidos y traducidos al inglés por Jessica Sequeira, una escritora, historiadora y traductora que trabajó en la revista ya desaparecida Ventana Latina, de Londres, y colabora habitualmente con editoriales estadounidenses y europeas y con medios de comunicación como Boston Review y Modern Poetry in Translation.
El proyecto de Sequeira encajó bien en la filosofía de The Missing Slate, un medio online sin ánimo de lucro que descubre autores interesantes de cualquier cultura para difundirlos por el mundo angloparlante y más allá porque, como internet, no conoce muchas fronteras. Tiene la sede oficial en Pakistán pero los editores y colaboradores están en cualquier lugar. Por ejemplo, el editor de este número vive en Noruega. “Me pidieron que preparara un dossier de poesía y, ya que el tema fue libre, quería hacer algo distinto. Había leído varios poetas del país y me parecieron absorbentes, así que quise profundizar más en el tema boliviano. Investigarlo fue toda una aventura”, dice Sequeira.
La traductora eligió el material según sus gustos: “Lo hice sin un plan muy pensado antes. Me aburren un poco los proyectos demasiado académicos”. Leyó mucho y encontró “lindas sorpresas”, textos que le afectaron, le movieron un tanto el piso porque se adaptaban a su preferencia por la literatura cómica y arriesgada y, en ese sentido, absurda. De ahí el nombre de su selección. “Ahora veo que, por ejemplo, incluso en los textos más serios que tratan sobre la muerte hay un sentido del humor”. Y, según Sequeira, por eso resultan fáciles de comprender por cualquier lector, ya que “la broma es una forma universal de enfocar temas humanos”.
Aun así, que todos los autores que aparecen en el dossier sean bolivianos no tiene la importancia capital que podría deducirse en una primera lectura, resulta algo más relativo. Sequeira dice que prefiere dedicar su tiempo “a disfrutar de los poemas que a construir elaboradas teorías” sobre ellos y que, por eso, centrarse en escritores exclusivamente bolivianos ha sido solo un método un tanto artificial de acotar el inmenso campo de la literatura universal en el que están plenamente incluidos, como los de cualquier otro país. Una visión muy acorde con el planteamiento sin fronteras de The Missing Slate. Colanzi apoya este enfoque alejado del tan manido nacionalismo: “¿Qué es la literatura boliviana?’ Siempre me hacen la misma pregunta y nunca sé qué contestar. Lo único que tienen los autores bolivianos que no tengan otros escritores es el pasaporte boliviano”. Las clasificaciones por nacionalidad e incluso la literatura boliviana como categoría son para Colanzi —una cruceña establecida en España— “una ficción que siempre se está desplazando y que ojalá se termine por caer al precipicio”.
Colanzi, Antezana y Mac Lean reconocen saber poco de la publicación de The Missing Slate, a pesar de aparecer en ella. Antezana recibió el año pasado un correo de Sequeira pidiéndole un texto “no poético”. Él le envió Recuerdo… (a la manera de Brainard y Perec) y ya no supo más del proyecto hasta ahora. Ha visto la publicación sin entrar aún en detalle, y cree que “la selección es buena y representativa”, pero no puede decir mucho más: “no he leído la traducción ni el estudio introductorio, así que me es difícil opinar”. Algo parecido dice Colanzi, de quien se publica un ensayo bastante personal que ya apareció, en español y en 2014, en el blog de la editorial argentina Eterna Cadencia y trata sobre los poemas de Barriga, que le llegaron bien adentro porque es “como si hablaran, como si acompañaran en las tinieblas”.
Mac Lean ni tan siquiera sabía que estaba incluido en The absurdity of the Cosmos, y se asombra de “los vericuetos en los que uno se puede encontrar con su propia obra”. No se enfada por un posible maltrato a los derechos de autor —algo que considera lamentablemente habitual— sino que se alegra de figurar en la selección, que también considera bien pensada, y reconoce que a su poema A una comensal se le ha dado una traducción correcta, más allá de la falta de una referencia a Baudelaire. Recuerda que el año pasado participó junto a Paz Soldán y Guillermo Mariaca, entre otros, en una publicación parecida aunque menos exhaustiva y en español, en la revista Telar, que está disponible en la página web de la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina).
A pesar de ser reacia a la generalización, Sequeira sí encuentra que en Bolivia “hay una diferencia de voces que están unidas por habitar el mismo mundo”. Para explicarlo, retoma el sentido del humor que ella encuentra en la poesía boliviana y que quizás sea la clave para vincular a las varias generaciones de autores que aparecen en su selección: “La ironía y el humor son una especie de respuesta a las tensiones entre la tradición (no solo nacional) y lo contemporáneo”. Ese buen ánimo de espíritu es lo que la traductora llama “el absurdo” en el título de la selección y que vendría directamente del cosmos para expresarse a través de los autores y de sus obras.
Entre estos autores le cuesta resaltar a unos sobre otros, pero al final Sequeira nombra a Hilda Mundy, “por la libertad que irradia en textos que parecen envíos de otro planeta”; a Paz Soldán, “que escribe una ciencia ficción experimental que es como una suerte de espejo reflexivo para los eventos en nuestro mundo real”; a Armando Chirveches, que no figura en el dossier porque es novelista y al que muchas veces no se toma en cuenta pero que “tiene una obra sutil e irónica”, y a Colanzi, “que juega con mundos fantásticos y a la vez íntimamente vinculados a este planeta, con distintas voces”.
Precisamente Colanzi va a ser la próxima autora joven boliviana que dé el salto al mundo editorial en inglés, porque Sequeira está terminando la traducción de sus nuevos cuentos que este año publicará la editorial estadounidense Dalkey Archive Press. De esta forma conseguirá algo que aún no resulta tan fácil, a pesar de que, como asegura Antezana, “la repercusión y la difusión de nuestra literatura afuera cada vez es mayor”. Pero el escritor matiza: “Por supuesto, hablo de muy contados autores. En ese sentido, el panorama es bueno aunque está muy lejos de compararse con el de países vecinos, como Perú, Argentina o Chile, que tienen de verdad una industria cultural. Allí la gente lee y la cultura mueve dinero y genera intereses que van más allá de lo personal y exclusivamente artístico-político, mientras que en Bolivia, en realidad, no se lee”. The Missing Slate se puede traducir al español como “la piedra que falta” o “la pieza que falta”, y tal vez una iniciativa independiente y global como la suya sea buen ejemplo de parte de lo que se puede aportar para lograr que la literatura boliviana tenga más presencia en otros mercados y en otros idiomas.
Fuente: Tendencias