Los seres humanos no estamos hechos para matarnos, Svetlana Aleksijevitj en Rinkeby
Por: Javier Claure C.
Svetlana Aleksijevitj, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015, fue agasajada el 9 de diciembre del año pasado en la Biblioteca de Rinkeby (Estocolmo). Llegó al lugar alrededor de las 10:30 de la mañana en compañía de su traductora, y entre aplausos se acomodó frente a un pequeño escenario. Los alumnos del Colegio multicultural de Rinkeby la recibieron, primero, dándole la bienvenida en diferentes idiomas. Luego, como es tradicional, entraron niños y niñas vestidos de blanco, con una vela en las manos, formando una fila de dos en dos, y entonando cantos populares navideños.
Los alumnos que trabajaron varios meses en el proyecto relacionado con el Premio Nobel, leyeron dos obras de Aleksijevitj: “Los últimos testigos”, una novela que trata de la supervivencia, la muerte, pero también de niños y niñas adolescentes que cayeron bajo las garras de la Segunda Guerra Mundial. La otra novela que estudiaron fue “Los chicos de latón”, en la que se describe las peripecias de más de un millón de jóvenes rusos que participaron en la guerra contra Afganistán a finales de la década de los 80. Muchos de ellos murieron y fueron enterrados en ataúdes de latón.
Con todo ese conocimiento y con ayuda de dibujos y un folleto los alumnos explicaron, a grandes rasgos, la vida de Alfred Nobel. Uno de ellos dijo: “Alfred Nobel nació en 1833, era pobre. Su madre vendía verduras en una plaza para mantener a sus tres hijos. Después de cuatro años su padre les envió los pasajes para que se fueran a Rusia. Allí se hicieron ricos. Alfred se enamoró de Sofie Hess, una bella mujer que estaba junto a él por interés; se aprovechaba de su dinero”. Otra alumna, Guleed Warsame, continuó dirigiéndose a Aleksijevitj: “he leído algunos de tus cuentos, son interesantes pero también aterradores. Casi todos los textos hacen alusión a niños y niñas que tratan de sobrevivir, a pesar de que sus padres han muerto. ¿Cómo puede ocurrir semejante situación en este mundo? ¿Cómo piensan los que matan a niños y niñas? ¿Por qué no podemos vivir en paz?”.
Al final del acto Aleksijevitj recibió un retrato de su persona hecho por Sumeya Babasharif. La galardonada del Premio Nobel tomó la palabra y emocionada pronunció: “Muchas gracias por todo lo que han hecho. Me gusta hablar con los niños y la juventud. Les agradezco porque en sus pequeños corazones existe un lugar para ese dolor que yo escribo en mis libros. Muy lejos de las fronteras de Suecia hay guerras hoy en día. Los seres humanos no estamos hechos para matarnos. Es la barbarie que ocasiona las guerras”. También inculcó a los alumnos a estudiar con ahínco y a luchar en la vida para conseguir los objetivos trazados.
Gabriel Jovanovich, uno de los alumnos del proyecto que leyó algunos cuentos de Aleksijevitj, me contó que estaba impresionado por el sufrimiento y el trato que recibieron los niños durante la Segunda Guerra Mundial. De la misma manera, Raya Mustafa, manifestó que fue terrible lo que leyó, y que Svetlana Aleksijevitj tuvo coraje para escribir esas historias. No cabe dudas que los textos de Aleksijevitj impactaron a los alumnos de Rinkeby, porque lo que escribe en sus libros es llanto, sufrimiento y desesperación. Nadie más que ella tuvo la gran sensibilidad de recolectar testimonios y transcribirlos en papel. Deja correr esas voces con tonos de dolor para tocar los corazones de sus lectores. Así, una vez más, la Biblioteca de Rinkeby se convirtió en un auditorio en donde los niños y niñas pudieron conversar con la autora de “Voces de Chernóbil”.
Fuente: Ecdótica