11/26/2015 por Marcelo Paz Soldan
¿Supernova como grupo o como antología?

¿Supernova como grupo o como antología?

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¿Supernova como grupo o como antología?
Por: Daniel Averanga Montiel

Yuri Soria me dijo, hace poco y en plena confianza, que ser escritor no implica obtener prestigio: el compromiso con la palabra trae riesgos y nada más. Yo no soy un ente perfecto para creerme mejor escritor que nadie; pero, ¡por Dios!, el grupo del cual hablaré (“Supernova”, de Cochabamba) proclama a los cuatro vientos que tienen como integrantes a potenciales Asimov (Dennis Morales), o que son reencarnaciones de algún nazi (Ronald Rodríguez) o en el caso de (y hay que ser francos) Gonzalo Montero Lara: transmigraciones espirituales de extraterrestres que viven en la tierra como “médicos familiares”; ¡toda una locura!
Y es curioso, los miembros menos pomposos de “Supernova” parecen tener más oficio que los escandalosos. Miguel Sequeiros, con su libro “Sanguinum”, ha logrado presentar más calidad que los mamotretos de Morales (“Venus reluciente”) o de Montero (“Viaje al fondo del bar”) y Vanessa Giacoman alcanzó una mención de honor en el certamen “Adela Zamudio” del pasado año, demostrando que está en camino de madurar en el oficio de la escritura.
No ahondemos mucho en eso. Alguna vez, alguien de ese grupo dijo que yo sólo me limitaba a criticarlos como individuos y que no leía nada de lo que ellos escribían; bueno, es hora de ser concreto con mis afirmaciones.
Este año Supernova publicó una antología titulada (obviamente): “Supernova: antología de narrativa fantástica y (de) ciencia ficción”, y, ¿con qué me topé?, con una ilustración bien chévere, el logo de un árbol con siete estrellas, y una presentación que motiva solamente en las primeras líneas de su presentación (en el segundo párrafo, primera línea, está escrito “espontanea”, y en el cuarto párrafo, tercera línea: “ésta”; ¡intercambio de tildes!, incluso pensé que era un guiño a cuentos de tele-transportación, y el resto de los cuentos está igual o peor en cuanto a ortografía); pero no sólo es esto: lo que tenía entre manos NO era una antología: ni de lejos o de cerca, ni tomando en cuenta a su contratapa, que reza: “Esta antología agrupa a los más prolijos artífices de la narrativa fantástica…”
Dejando de lado la saturación de “adjetivos motivadores” de la contratapa, me senté a leerlo de cabo a rabo… Vamos a analizar en orden, pues, los textos:
“La criatura”, escrito por Vanessa Giacoman, es un relato un poco largo para una premisa tan sencilla (falta mejorar descripciones de ambientación): un ser que acosa al narrador hasta terminar con él; si bien no hay muchos errores de edición en este cuento, quizá hubiera servido más que todo un proceso de pulido sensato.
“El hombre X” de Gonzalo Montero Lara tenía un excelente potencial porque manejaba el humor con gran presteza, y en ciertos momentos, alcanzaba grados de sordidez envidiables, pero lo que le faltaba (y creo, le seguirá faltando) a Montero es dejar de ponerse su mascarita de Digimon y tomar un diccionario: el cuento tiene muchos errores de ortografía, de contexto y de musicalidad, además de ser tan extenso como vergonzoso para el que escribe esto, confesar que estuvo a punto de dejar de leer por culpa del ordenador de Montero, que al parecer carece de un programa “Word” con corrector incluido.
Hablar de los dos cuentos de Morales, incluidos en la antología, es muy difícil, porque aunque intento, no puedo dejar de renegar o de decir vulgaridades al respecto: “El día del juicio” (o la imitación pobre de las películas “Avatar” y “Danza con Lobos”) y “Cyberella” (o la imitación de las películas “Ex-Machina” y “Corto Circuito”), aburren, aburren mucho, muchísimo; y si bien el segundo cuento es mucho mejor que el primero (recuerda al Asimov de “I robot”), Morales tiene un problema de polifonía muy jodido: en ciertos diálogos de “El día del juicio” parece que nos encontramos con un autor con lenguaje propio y madurez en ristre; pero luego uno detecta que la influencia de “I Carly” o de alguna paja yogurina de Nikelodeon, arruina todo el encanto. La polifonía, el lenguaje propio y la esencia del narrador, en Morales, son inexistentes. Dennis tendría que estudiar a “El hombre” de Álvaro Pérez para comprender esto y lo que es la ciencia ficción de verdad (y también consultar más seguido un diccionario de sinónimos-antónimos).
Ivan Prado presenta, por su parte, dos cuentos: “Aparición de Manko Khapaj” y “La historia de Chistoso”; el primer cuento es interesante, tanto por su diseño, su manejo del lenguaje y su verosimilitud, como por su acabado; incluso pienso que “Aparición de Manko Khapaj” podría ser un cuento que puede entrar en cualquier antología… pero el segundo cuento… NO: ese cuento es el colmo. Además de largo y aburrido, el personaje denominado “Chistoso” no tiene nada de chistoso, ni de sórdido, ni de personaje. La profundidad del cuento es de abismo, y el aburrimiento que me produjo, casi me hizo desertar (nuevamente) de la lectura del resto de la antología.
“Las columnas de los Arcanos” escrito por Ronald Rodríguez, es un cuento raro. Tiene mucho potencial, y en ciertos grados su esencia es grandiosa, pero le falta concreción de situaciones: muchas referencias y poca acción (como casarse con una judía sin pisar la copa envuelta en el trapito), salvo por su gran final. Mal redactado en ciertas líneas, pero gran final al fin.
“Jorgito” de Miguel Sequeiros es un gran cuento. Casi ajeno a esta antología, funciona en varios niveles. Ya lo dije arriba: Sequeiros es un escritor potente, y no necesita de grupos para ello.
Por último, Ana Triveño presenta un cuento peculiar: “Tu facebook fue hackeado”. No tiene sentido en su final (el término “hackear” está exagerado), pero está tan bien armado, que no me sentí estafado.
En sí, el primer cuento de Prado, el de Rodríguez y el de Sequeiros son los que mejor me han parecido. Pero eso no significa que no necesiten de edición.
“Supernova” demuestra el grave problema nacional: la flojera en la autoformación de los que se creen escritores. Apuesto que ellos solamente se leen entre sí y no les interesa leer a más autores bolivianos. Son solipsistas en sentido extremo.
Comprendo que el sueño de “Supernova” es el de consolidar la ciencia ficción y la fantasía como géneros propios, patentes; pero no me parece que eso justifique sus publicaciones que (literalmente) faltan el respeto al lector. Pero el sueño de este grupo no se consolidará si sus integrantes siguen siendo “pagados de sí mismos” y tratando de vivir, no de la literatura, sino de los libros que piensan que son “literatura”. Un sueño se cumple gracias al esfuerzo propio, no a la ósmosis literaria.
Sean más coherentes, señores: ni los extraterrestres, ni los “nazis hiperbóreos”, ni los demonios, otorgan “talentos” para escribir. Eso no existe.
Si quieren escribir, dejen de hablar mal de quien los critica concretamente: lean, escriban y editen sus trabajos. No hay otro camino.
Fuente: Ecdótica