De cómo se crea el mito del Supay. A propósito de Las crónicas del Supay de Sisinia Anze
Por: Marcelo Paz Soldán
Porque creo que allí es el paraíso
terrenal, adonde no puede llegar nadie
salvo por voluntad divina.
Cristóbal Colón
Las crónicas del Supay [2015] de Sisinia Anze son muy difíciles de clasificar dentro de algún género. Es difícil, por ejemplo, encasillarla en la narrativa minera que a su vez es, según Benigno Delmiro Coto, una literatura social y tiene a sus mayores exponentes en René Poppe, Víctor Montoya, Oscar Cerruto, Néstor Taboada Terán, Bartolomé Arzans Orsua y Vela, Sergio Almaráz, Adolfo Cáceres Romero, por nombrar algunos. También se la podría clasificar dentro de la novela de misterio como El Código da Vinci [que tiene a Leonardo da Vinci como personaje de la narración, y también se lo encontrará en Las crónicas del Supay] o Inferno de Dan Brown. Asimismo, Las crónicas del Supay se emparentan con Entrevista con el vampiro de Anne Rice, que es una novela fantástica.
Las crónicas del Supay inicia cuando Verónica, una turista que se encuentra en Potosí visitando la mina de Sumaj Orcko, no cree en la existencia del Tío de la mina y al visitarla cae atrapada en su interior, sola, cuando en el ascensor que la transportaba cae con ella como su única ocupante. Busca, desesperadamente, una salida que la lleve junto a su esposo. Al buscar la salida encuentra una habitación en la que se halla un manuscrito que describe las “Crónicas del Supay”.
Allí se narra la historia de Gunther quien es, precisamente, el Supay [o Tío de la Mina], y cómo llega a serlo. Las historias de Verónica y Gunther se van intercalando a lo largo de la novela y suceden en dos tiempos históricos distintos.
Verónica es un personaje central en las crónicas, aunque parece marginal y aparece muy poco, ya que su función es darle credibilidad a la historia que Anze quiere contarnos. Lo mismo sucede con Sebastián del Canto que se describe en el texto Cómo favoreció el santo Cristo de la parroquia de San Pedro a un hombre que se perdió en una mina del Cerro de Bartolomé Arzans Orsúa y Vela: Sebastián se pierde en el interior mina, a la que entra a buscar mineral para poder alimentar a su familia, y sale gracias a sus súplicas a San Pedro, quien no solo lo guía para que encuentre la salida, sino que también le da un trozo de mineral para que pueda venderlo.
La novela de Anze está plagada de intertextualidad entre literatura y realidad, regulando la relación entre el paradigma y lo real; el uso de este recurso le permite decir o, mejor, crear un mito: entonces, hábilmente, está creando los límites de lo que es posible decir en un momento dado. Leonardo da Vinci o Cristóbal Colón son personajes de la vida real que le dan veracidad a Las crónicas de Supay, a pesar de que el lector sabe de qué se trata de una ficción. Entonces, de alguna forma, la historia real condiciona la ficción. Cachín Antezana nos recuerda, por su parte, la “Masacre de María Barzola” que sucede en 1942, y Aluvión de fuego de Oscar Cerruto escrita en 1935 supondría que la realidad imita a la literatura.
Hay, por ejemplo, varios elementos ficcionales que parecen reales, como la relación sentimental entre la Reina Isabel y Colón. En el libro de Alejo Carpenrtier El Arpa y la Sombra (1979), a diferencia del libro de Los Perros del Paraíso (1983) de Abel Posse, como también lo hace Anze, sugiere una relación sentimental entre la reina Isabel y Colón. En cambio, Posse señalaba que Colón estaba intimidado por Isabel y su relación era panorgásmica.
Así, la novela intercala los relatos de Verónica y Gunther. Se entremezclan personajes reales y ficticios, todos en una armoniosa intertextualidad que le da a la novela de Anze la posibilidad de contarnos el cuento del Supay y cómo llega a las minas de Potosí haciendo que, de alguna forma, podamos creer que realmente así sucedió.
Fuente: Ecdotica