07/28/2015 por Marcelo Paz Soldan
Jaime Saenz y Paulovich

Jaime Saenz y Paulovich

Jaime Saenz

Jaime Saenz y Paulovich
Por: Ramón Rocha Monroy

En diciembre de 1986, el poeta rumano y profesor de la Universidad de Hawaii, Stefan Baciu, publicó un número de homenaje a Jaime Saenz en su revista MELE, que contiene una valiosa entrevista hecha por Alfonso Prudencio Claure, Paulovich. Encontré la revista, una edición precaria en fotocopias, en el archivo de don Eduardo Arze Loureiro, de quien Baciu fue gran amigo, al punto que le pidió un valioso artículo sobre la muerte de Tristán Marof, a quien Saenz le tenía enorme aprecio. Arze Loureiro había fundado el POR junto a José Aguirre Gainsborg y Alipio Valencia Vega, y a la hora de buscar jefe, coincidieron en que fuera Tristán Marof. Al poco tiempo, ese POR se deshizo y se fundó el Partido Obrero Socialista Boliviano (PSOB), también de vida efímera. Quizá pronto reproduzcamos una carta de Saenz a Baciu en la cual se refiere a Marof con palabras irrepetibles.)
(Saenz vivía “en un rincón de Miraflores”, trabajaba de medianoche a las 7 de la mañana y desayunaba a las 3 de la tarde en un cuarto oscuro. “un cuarto de viejita”, con autorretratos, otro hecho por Agnes y otro por Enrique Arnal, y una cruz gamada de Hitler coronada de laureles. Entonces se produce el diálogo. (Los paréntesis son míos): Jaime, ¿siente admiración por Hitler…? Sí, estuve en Alemania en 1938, allí le conocí… ¿Cree en el superhombre…? Sí, creo en él, pero no como fruto de una aparición súbita, sino en virtud de un largo proceso educativo y social. ¿En qué circunstancias fue a Alemania? Fui en una delegación de 25 jóvenes. De ellos, los cinco o seis que murieron, lo hicieron en forma trágica…
¿Cómo quisiera morir, si es que quisiera…? De un balazo en el paladar, proyectil calibre 38. Eso no falla.
(Sobre el riesgo del alcohol, sus palabras son concluyentes): Dos veces fui atacado por el delirium tremens. Tenía 150 pulsaciones por minuto y 4 puntos de presión. En ese estado, ya no hay sentido de tiempo ni espacio, sólo un frío terrible y unas visiones terroríficas y unas alucinaciones espantosas… (Una alucinación que recuerda es temible): Creí que era una sardina metida en una lata y desde allí, tenía conciencia de que mis parientes y mis amigos me buscaban desesperadamente. Sabía que irían a todos los almacenes de abarrotes, a bodegas y tiendas y chinganas en mi búsqueda.
¿Qué hacer para avisarles que yo estaba en esa lata, en una lata, en “mi lata…?
(Prosigue la entrevista): ¿Cuánto tiempo hace que no bebe…? Hace un año. ¿Siguió algún tratamiento médico…? No. Las drogas antialcohólicas están en contra de la dignidad del hombre. El hombre que bebe de verdad, sana por impulso de su propia voluntad, o se muere de borracho.
Jaime Saenz me explica que nunca escribió bajo los efectos del alcohol y que para escribir tiene que hallarse en estado completamente lúcido; naturalmente –dice él—hay una especie de sedimento en la conciencia, un trasfondo de sueños y pesadillas.
(La entrevista no tiene fecha, pero habla de El escalpelo, Muerte por el tacto, Cuatro poemas para mi madre, Aniversario de una visión y Visitante profundo, escritos de 1956 a 1965, y en 8 años de preparación la novela Felipe Delgado y La identidad. Era hijo de Genaro Saenz Rivero y de Graciela Guzmán Lazarte y vivía al cuidado de su tía Esther. Felipe Delgado apareció en 1979, de modo que la entrevista debió darse en los 70s. Una recaída en el alcohol en 1980 le inspiró La noche, 1984, que en un alarde de síntesis califiqué como la obra de su vida, cuando Saenz tiene obra tan variada y, sin embargo, sólo tres obsesiones: el alcohol, la muerte y la palabra).
Fuente: Los Tiempos