Nonato Lyra en La Mariposa Mundial
Entrevista a Rodolfo Ortiz
Por: Ada Zapata
El argumento de la obra hallada, Nonato Lyra, se dice es la historia de otro manuscrito compuesto por las narraciones de un singular personaje. Aparentemente se trata de la continuación de la obsesión que acompaña al autor en los tres tomos de El Loco, donde se conjugan varios géneros y se habla del mismo tema: el misterio, el misterioso escritor y el manuscrito, la búsqueda, me atrevo a decir incluso, que se trata del mismo personaje tránsfuga. Será acaso así, mitad ficción, cada vez más real, “girando sobre sus talones para huir”, por las circunstancias de los manuscritos recientemente hallados, y publicados en La Mariposa Mundial…
– ¿La obra de Arturo Borda El Loco ha sido considerada parte de la literatura fundacional de Bolivia, sin embargo la obra tambien podría pasar como transgresora y posmoderna (si no me equivoco…posiblemente si)? ¿Qué opinas al respecto?
Me parece interesante la idea que glosa la pregunta de volcar a Borda y mirar su obra desde el presente y esta vez hacia delante. Parafraseando a Juan Conitzer (un interlocutor invisible de Arturo Borda a mi entender), con esta obra, la de Borda, el futuro definitivamente ha comenzado; pero a su vez, en ese mismo punto de arranque o germinación, tal idea de futuro se construye desde las ruinas por donde caminan y se detienen y vuelven a caminar sus entrañables protagonistas. Esta obra, en todo caso, no es esquiva a su presente histórico, al contrario, y tal su lucidez, encuentra formas totalmente transgresoras para insertarse críticamente en él y de esta manera reconstruirlo y acaso trascenderlo.
Por otra parte, Borda siempre refuerza la idea de no ser más que aquello que no se dice del todo. Girando siempre sobre sus talones para huir, para usar una imagen suya, fue urdiendo no necesariamente objetos de arte sino ruinas, y esta vislumbre la descubrió él mismo para su posteridad, quiero decir, para lectores siempre futuros que a la manera de Benjamin comenzarían a cepillar esas ruinas a contrapelo. Esta dinámica, a la vez, aportaría en la idea de visualizar a Borda desde la imagen de un archivo descentrado, en cuyo interior su obra se despliega y se constituye a partir de una lógica de ausencia y descentramiento. Esto no es poco decir, si pensamos en los quehaceres culturales de su contexto, en el que repito pisa y zapatea a sus anchas.
– Como obra fundacional no ha faltado alguna polémica para definir el género de la obra de Borda porque no tiene la estructura clásica de una novela, ¿Qué podrías discurrir al respecto, como la definirías?
Hace poco se incluyó a El Loco dentro de las 15 novelas fundamentales de Bolivia. Encuentro dos desaciertos en esta inclusión: considerar a El Loco una novela y al hacerlo reproducir un texto mutilado. En todo caso, a casi cincuenta años de la primera publicación de esta obra la idea de una nueva edición de El Loco no llegaría a ser tan descabellada. Pienso en una edición que en principio asuma la reorganización del material y la reubicación de sus secciones, sin mayor misterio que la atención minuciosa a la lógica interna que la obra misma segrega. Es comprensible que durante las urgencias institucionales, también coyunturales, en tiempos de los Mesa y de Alcira Cardona, la edición del 66 tuvo que “abordarse” un poco a la ligera. El tiempo quizás en este caso no fue un gran aliado de los editores, aunque no hay que desmerecer al arduo trabajo, casi un ardid inhumano, de transcribir nueve o más cuadernos de Borda en unos cuantos días.
Quizás hoy el aura de esos tres volúmenes del 66, sin que nadie diga nada o pocos digan algo, comienza a cortejar su fin. Borda hubiera deseado la conexión de sus lectores en un instante germinativo de plaza pública. No por nada el papel hallado en el bolsillo de Lyra corrobora este deseo también esbozado por el Loco cuando dice “el tesoro de mi fortuna dejo para todos”. Considero por esto mismo que esta obra no debería pensarse como un gesto de sonambulismo hermético o de evacionismo extravagante. Borda anheló publicar y a la vez quiso decir por separado. Un vistazo hemerográfico permite constatar que El Loco nunca se dejó de reescribir aunque se escribió de 1902 a 1925. Durante los años 20 Borda publicó decenas de fragmentos de El Loco, sueltitos como cigarritos, en serie como cajetillas. Ese medium llamado futuro editor de El Loco, y mejor si pluralizamos, no tendría que descuidar el rastreo, el cotejo, el proceso mismo de esta composición, pues se tratan de versiones distintas a las que leemos desde 1966. Hay líneas y párrafos de este libro que sin duda parten aguas o bien abren sendas jamás intuidas al interior de nuestra literatura. Lo sensorial y el sentido del “mundo” de esta escritura no escapa, o al menos no tendría que escapar, de este complejo y a la vez fascinante proceso de composición.
– Se ha dicho en algun medio (La Razón, 15 de junio) que el Director de La Mariposa Mundial Rodolfo Ortiz encontró el año pasado el cuaderno de 180 páginas en la Universidad Pittsburgh. ¿Resulta extraño que la obra terminara en ese lugar, qué hacían los manuscritos ahí? ¿Quién es y cuál fue la participación de Dioselinda Velasco en este hallazgo?
Aquí vale la pena hacer una ajuste a la imprecisión que traslada la pregunta y que entiendo proviene de los susurros y malos entendidos en los que suele zambullirse la prensa y la vocifería cultural en general. El manuscrito de Nonato Lyra fue entregado por Esperanza Álvarez vda. de Borda al historiador Ronald Roa en 1985, poco antes de abandonar la casa donde se alojó desde los años 40 junto a su esposo Héctor Borda. Allí murió Arturo Borda en 1953, pero allí también se quedaron sus papeles, entre ellos el manuscrito que años después, según refiero, fue entregado gracias a una visita casual y de bienaventurados presentimientos, pues minutos antes de la llegada de Roa esos papeles estaban a punto de ser arrojados a un basural. Años después, el 2012, luego de una serie de investigaciones y pesquisas (tal como la obra misma de Borda impone), y que no acaban, pude dar con el manuscrito en la ciudad (radial) de Santa Cruz de la Sierra. Allí conocí personalmente a Dioselinda Velasco vda. de Roa, con quien pasamos mañanas y tardes de duelo y papelería al pie de un magnífico archivo legado por su esposo y que hoyforma parte del Centro Cultural “Ronald Roa”. Siempre estaré agradecido a Dioselinda por estos días memorables y que espero continúen.
– ¿Por qué ese título, cuáles eran las posibilidades interesantes de nombrar la obra hallada y cual o cuales son los pasajes más interesantes?
Al final de la página 20 del manuscrito, hay una frase redoblada en dos líneas que dice: “Y así podemos pasar como una basurita que se lleva el viento”. Esta frase nos interpela. El desconcierto de un núcleo adherido a nada es lo que quizá nos toma por sorpresa y nos jalonea desde algún rincón del pensamiento. ¿Qué puede significar este fragmento desarticulado de su constelación? ¿De dónde fue tomado? ¿Desde dónde? ¿Hacia dónde? Quizás llegue a ser prácticamente imposible reconstruir el contexto interno o externo de ese pasar “como una basurita”. El derrotero fragmentario de este manuscrito sugiere la incertidumbre de la comparación y la posibilidad fáctica de sabernos siempre a la deriva y a la vez estancados en un basural; nos devuelve hacia una constelación siempre rota de principio pero siempre anclada en una La Paz que habla desde una entraña, entiendo, todavía incierta. La frase misma que pasa ante nosotros como una “basurita que se lleva el viento” parece que llega de un injerto que nos obliga a desmontar una trama que oscila entre lugares conocidos y otras veces totalmente desconocidos. Ya en principio el texto, en términos narrativos, nos confronta con un entrevero de manuscritos del cual resulta imposible salir, como en El Loco, aunque de manera distinta, pues habrá que asumir que jamás se camina dos veces por el mismo basural. Nonato Lyra, el beodo de los “bajos fondos” de esta historia, es de sopetón un muerto presente, no así el entrañable Loco que en El Loco es un desaparecido. Esta quizá sea una posible clave inicial de lectura, aunque no la única, que nos delimita dos posiciones, dos vueltas de tuerca, con respecto a las cuartillas que van hilando y deshilando sus misteriosas historias.
– Se nos ha adelantado la posibilidad de una publicación a fin de año del epistolario de Borda, con varias figuras paradigmáticas. ¿Qué nos pueden decir al respecto?
La Mariposa Mundial ha sugerido siempre, y en la práctica,la idea de asumir los textos como proceso, en tal sentido, toda lectura inmersa en tamaña aventura no tiene otra que zapatear en contradanza, quiero decir, de vérselas siempre en procesos de recomposición textual constelados y abiertos. La lectura practicada así llega a ser entonces una aventura callejera que opera en basuraly, definitivamente, codo a codo con una colectividad fantasmal y real casi siempre imprevisibles. La historia de los manuscritos de Borda, en tal entendido, no acaba con Nonato Lyra, y por lo mismo anhelamos que en un futuro próximo el lector pueda disfrutar de dos publicacionesque harán su aparición en la “colección Papeles de antaño”. La primera, que se encuentra en una fase ya final, se refiere a una magnífica carta que Arturo Borda escribe a Carlos Medinaceli en 1937.La segunda, a un Epistolario que recoge más de un centenar de cartas de ida y vuelta (familiares, artísticas, literarias, políticas), en cuyo proceso inicial de sistematización están colaborando amablemente Dioselinda Velasco y Maggy Roa.
Fuente: www.palabrasmas.org