Hipótesis, revista boliviana de literatura
Por: Omar Rocha Velasco
El primer momento es siempre el del impulso. La revista nació en Cochabamba, los responsables fueron Luis H. Antezana y Gustavo Soto S., publicaron 12 números con la intención clara de ser un instrumento de integración de la literatura boliviana, y la revista logró su cometido contundentemente pues estableció nexos entre el ámbito académico y el creativo o exclusivamente literario.
Las secciones fijas, que se mantuvieron hasta el final, fueron: diálogo (entrevista), textos, teoría y lecturas. El siguiente fragmento expresa lo que se propusieron:
“HIPÓTESIS es de ellos y para ellos: lectores y escritores. Ya que la literatura es fundamentalmente, esto: lectura y escritura.
Desde el primer número, nuestros horizontes son los siguientes: información, creación e investigación literarias. Esperamos que estos marcos permitan integrar, en algo, la dispersa producción literaria y el disperso interés literario. Lectores y escritores tienen, en HIPÓTESIS, un espacio abierto a sus preocupaciones (N°1, 1977)”.
Los estudios, adelantos y fragmentos, sirvieron como referencia ineludible para emprender cualquier historia de la literatura boliviana. Lo que hicieron Antezana y Soto fue convertir a la revista en un espacio de confluencia en el que diversas preocupaciones sobre la literatura boliviana se reunían.
En efecto, la crítica litería había tomado un rumbo más académico, pero esto no impedía que se diera cabida a la voz misma de los escritores. Así lograron entrevistar y realizar muestras de vital importancia y prospección, por esas páginas circularon textos de René Bascopé Aspiazu, Jaime Saenz, Edmundo Camargo, Eduardo Mitre, Jesús Urzagasti, Jesús Lara, etc.
El segundo momento de la revista tuvo que ver con la salida de Gustavo Soto y el ingreso de Leonardo García Pabón, René Poppe y Blanca Wiëtuchter al comité de redacción (desde el número 22 también se incluye Rubén Vargas):
“HIPÓTESIS reaparece después de un largo silencio, pero con el mismo espíritu de siempre. Las causas han sido -además de las conocidas por todos- de orden económico (…)
Con este número llegan algunas variantes de publicación: por un lado, HIPÓTESIS se publicará, en lo sucesivo, en La Paz; y por otro, el comité de redacción ha sido ampliado. Esperemos, con estos cambios, seguir prestando el mismo servicio tanto a los lectores como a los escritores (N° 13, 1982)”.
El espíritu de la revista no cambió, sin embargo, el vínculo que se estableció con la Carrera de Literatura de la de la Universidad Mayor de San Andrés fue muy evidente. Un aspecto primordial fue que se empezó a discutir una concepción tradicional y canónica de la literatura.
Por ejemplo, el número 22, publicado en invierno de 1985, es un número monográfico dedicado a la literatura oral. Se introdujo la discusión planteando que aunque no existe una cultura homogénea boliviana, existe una “manera boliviana de expresarse” y en ella domina la oralidad. Cuestionaron enfáticamente que la oralidad sea considerada como algo primitivo, infantil o pre-literario; esta revista fue uno de los espacios en los que se problematizó teóricamente la dimensión puramente estética de la literatura.
El número monográfico 23-24 estuvo dedicado al teatro, hay un reconocimiento de la “larga y rica” tradición teatral en nuestro país, se tenía la percepción de que el teatro tenía una amplia articulación con el público (más que los textos) y eso era vital.
El número recoge algo de la investigación especializada realizada por Oscar Muñoz Cadima y Mario Soria, pero también se preocupa por el teatro del siglo XIX y “la escena de la muerte del inca”, intentando recuperar algo del teatro de la época colonial. Sin duda lo más destacado del número fue la publicación un fragmento de la obra de teatro de Jaime Saenz La noche del viernes.
En el número 20-21, otoño-invierno 1984, aparece la denominación Taller Hipótesis, para designar la participación de dos o más miembros del comité de redacción (en una entrevista por ejemplo). Esto es importante porque la labor de ese grupo que hacía la revista es vista como un “hacer”; el taller es ese espacio en el que se trabaja y se produce con las manos, la revista recuperó esa dimensión de la literatura que a veces es sustituida por algo absolutamente idealizado, sin cuerpo.
La revista Hipótesis contribuyó a forjar un nuevo rumbo en la crítica literaria y los acercamientos entre teoría y creación, canalizó las preocupaciones y aportes literarios más importantes de fines de los 70 y la década del 80.
Fuente: Letra Siete