Teixidó, cincuenta años después…
Por: Adolfo Cáceres Romero
Me refiero a cincuenta años después de “El sueño del pez”, relato con el que en 1965 Raúl Teixidó ganó el Premio Nacional de Cuento Edmundo Camargo, auspiciado por la fundación del mismo nombre, en Cochabamba. Hecho que a la fecha implica un tránsito de 50 años en el ámbito cultural boliviano. Desde luego que también significa una celebración, sobre todo, para sus lectores, al considerar que el fructífero cause de sus pasos nos acaba de llegar con este prolijo “Viajeros del atardecer” (2015); teniendo en cuenta que en 1969, había partido con “Los habitantes del alba”, alertándonos con la presencia de un nuevo maestro en la novela corta boliviana, que se integraba a la tradición de Roberto Leitón, Jesús Urzagasti, René Bascopé Aspiazu, Jorge Suárez y Juan de Recacochea.
Consolidando su estilo
Excepcionalmente, Raúl Teixidó –en toda esa trayectoria de cincuenta años– se muestra parejo y fiel a su manera de fabular con los hechos de su entorno, con su profesión (abogado) y su vida. En los “Habitantes del alba”, se aprecia una frescura juvenil, sencilla, melancólica y profunda, no sólo en el retrato de sus personajes, sino en el diseño de sus diálogos, vivencias y ensoñaciones. Las dos partes que marcan el conjunto de sus obras, ya sean de creación o de estudio, mantienen una identidad en el desarrollo de su lenguaje, consolidando su estilo, tal como lo hicieran, en sus respectivos espacios, Chejov y Borges, por ejemplo, sin dejar de lado a otros narradores, como Gogol, Kafka o Hemingway, que indudablemente son sus grandes modelos.
La primera parte de Teixidó abarca su producción de 1965 a 1979, con las siguientes obras: “El sueño del pez” (1965), cuento; “Los habitantes del alba” (1969), relatos; “El emisario” (1992), novela escrita en 1970; “La puerta que da al camino” (1979), relatos; “El humanismo socialista” (1869), tesis para una época conflictiva; “El minero en la novela boliviana” (1970), estudio crítico; “La vida redimida” (1979), semblanzas de Chejov; Gorki y Mayakovski.
La segunda parte abarca las obras que publicó de 1994 al 2014, con los siguientes títulos: “En la isla y otras narraciones” (1991), cuentos; “Jardín umbrío” (1994), que contiene: “¿Todavía loco después de tantos años?” (1984), poemas y su relato “Memorias de la luz” (1992); “A la orilla de los viejos días” (1995), memorias; “Vuelos migrantes” (1997), relatos: “Neón y terciopelo” (2001), memoria urbana; “Cuento de otoño” (2006); “Una travesía” (2008), relato; y “Autores y personajes” (1993), compilación de reseñas literarias.
Sobre el nuevo libro
En “Viajeros del atardecer” (Plural Editores), Teixidó ya es un hombre cargado de experiencias y de sabiduría. En sus tres relatos, nos conduce a la culminación de su singular periplo narrativo; desde luego más sólido y trabajado, por el constante oficio de generar historias, preferentemente en primera persona, ya sea fabulando o analizando lo que le ofrece la vida.
Abre su libro con el siguiente epígrafe de Morgenstern: “Es parte de la persona que yo era antes, de la persona que soy y de la persona que seré”, como recordándonos que este tramo de 50 años implica la reafirmación de su identidad, en todo lo que es y hace.
El primer relato con el que se abre este libro: “Malos presagios”, esencialmente es coloquial, entre un profesor y un padre de familia, que fue comisario y, en esa oportunidad, ambos rememoraban al hijo de este último, que era un brillante abogado, que 10 años atrás fuera pupilo del profesor.
“London, UK 1985”, el segundo relato, de algún modo se hace divertido, siendo igualmente reminiscente de las experiencias docentes del autor; por cuanto, al ser beneficiado con una beca a Londres, para asistir a un seminario de lengua y literatura inglesa, con el objetivo de “ampliar y perfeccionar conocimientos y, al retorno, dictar clases de nivel superior”, encuentra a una muchacha que resulta ser el amor de su vida.
Finalmente, “35º a la sombra”, nos aproxima más a nuestro ámbito nacional, al situarse en un departamento amazónico, Moxenes, donde un joven egresado de Derecho cumple su año de provincia. Si bien la trama ha sido escrita con la acostumbrada lírica reminiscente, resalta el sufrimiento y el cambio de ambiente que afectan a su protagonista, cobrando un relieve violento a raíz de un inesperado crimen pasional, de corte shakesperiano.
Fuente: Lecturas