11/27/2014 por Marcelo Paz Soldan
El qué el cómo y el porqué de la Biblioteca del Bicentenario

El qué el cómo y el porqué de la Biblioteca del Bicentenario

biblioteca del bicentenario

El qué el cómo y el porqué de la Biblioteca del Bicentenario
Por: Martin Zelaya

No pueden faltar La Chaskañawi, Felipe Delgado o Sangre de mestizos. Ningún compendio o nómina general de literatura nacional se entiende sin nombres esenciales como Nataniel Aguirre, Ricardo Jaimes Freyre u Oscar Cerruto.
Cualquier intento por explicar la historia de Bolivia fracasaría si no se empieza por obras fundacionales -más allá del género, el origen del autor o su periodo de aparición- como Nueva crónica y buen gobierno, Historia de la Villa Imperial de Potosí o Crónica moralizada.
Y no se puede ni pensar en emprender un proyecto serio de sistematización y reflexión de la realidad nacional, si no se consideran temáticas cruciales como la minería, la subyugación y posterior reivindicación indígena o la identidad y autodeterminación regional y étnica que deviene en la plurinacionalidad.
Hablamos de literatura y artes, historia y ciencias sociales, respectivamente, tres grandes áreas en las que –sobre todo por motivos operacionales- se dividió el proceso de nominación, debate y selección de los 200 libros de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB).
En literatura como en el cine, las artes plásticas o cualquier producto estético y de valoración subjetiva intentar armar un canon siempre da pie a la controversia, la crítica y el desacuerdo. (La mayoría recuerda la “novela” que envolvió a la elección de las 15 novelas fundamentales de Bolivia, ¿verdad?).
Nunca se logrará consenso y aquiescencia total, nunca se contentará a una clara mayoría y no se podrá de ninguna manera evitar críticas o alusiones a piezas faltantes o sobrantes.
Mas, lejos de detenerse en lo negativo, las debilidades o los contratiempos previsibles, no hay mejor manera -en un país con una industria artística y cultural tan incipiente como la nuestra- que recurrir a cuanto mecanismo de visualización sea posible en pos de masificar, difundir y socializar estos productos de consumo cultural, en el caso que ahora nos compete: libros.
Estas precisamente son las consignas centrales del proyecto de la Biblioteca del Bicentenario, una iniciativa de la Vicepresidencia del Estado que -por su magnitud y proyección- aparece claramente como el emprendimiento literario más ambicioso e importante que se encaró jamás en el país.
En los siguientes días el equipo de 36 escritores, historiadores, académicos e intelectuales de diversas áreas, que conforma el Comité Editorial, a la cabeza del editor general José Roberto Arze, oficializará la lista de los 200 libros que -según el mandato que tiene el Centro de Investigaciones Sociales, entidad encargada de coordinar y ejecutar el proyecto- deben publicarse periódicamente, a partir de 2015, en miras a 2025 cuando Bolivia celebre sus 200 años de independencia.
Cuando la lista sea de dominio público, será seguramente tiempo de observaciones, rechazos o más bien (y ojalá), beneplácitos; mientras tanto aprovechando la ocasión que tuvimos de asistir a parte del proceso de selección que ya encara su recta final, consideramos importante compartir detalles e información que ayuden a hacerse una idea de la importancia y complejidad del trabajo.
Copiamos entonces, y con este objetivo, parte del acta de una de las reuniones de la Comisión de Ciencias Sociales:
“Orden del día: Lectura general del acta de la anterior reunión de la Comisión (del 21 de octubre) en la que la lista de obras preseleccionadas había quedado conformada por 65 títulos distribuidos de la siguiente manera: libros individuales preseleccionados: 23; libros individuales pendientes: 24; antologías: 8 y obras escogidas: 10”.
“Posteriormente se optó, como metodología de trabajo, por ir ratificando o excluyendo títulos a partir de la lectura de la referida acta. En el transcurso de este trabajo, también se incluyeron algunas obras y autores por consenso”.
“La nueva lista de obras de la Comisión de Ciencias Sociales quedó conformada de la siguiente manera: libros individuales: 17; libros “fusionados” (dos obras en uno): 2; diccionarios y vocabularios: 6; antologías: 10; obras escogidas: 12; Total aprobadas: 47”.
De la lectura de este pequeño párrafo se desprenden no sólo interesantes datos numéricos, sino además queda claro que la metodología de selección privilegió el diálogo, el consenso y el análisis detallado de cada título antes de incluirlo o no en la lista final. Como ésta, la coordinación general del proyecto elaboró varias actas correspondientes a cada reunión de comisión, mismas que sirvieron de base a la hora de retomar labores en la siguiente cita.
Si todo sale como está previsto, el próximo lunes 2 de diciembre el vicepresidente Álvaro García Linera -principal promotor de esta idea- anunciará oficialmente la lista de los 200 libros de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia y hará pública el acta final firmada por los miembros del Comité Editorial.
Pero finalizado este trabajo, el trabajo -valga la redundancia- no hará más que empezar, pues la coordinación general del proyecto (cobijada por el CIS) a la cabeza de Marco Montellano deberá diseñar un complejo plan de acción que permita, entre otras cosas, dotar cuando antes de un diseño y línea gráfica generales de la biblioteca y sus diferentes colecciones (contando para ello con el concurso de profesionales en el área); gestionar las formas más idóneas de publicación de las obras (convocando para ello a las principales editoriales nacionales); garantizar productos (libros) de alta calidad (contratando para ello a profesionales y especialistas para que elaboren estudios introductorios, guías de lectura, anotaciones, glosarios, índices, etc.) y administrar todo este complejo mecanismo de tal manera que desde 2015, cada años se publiquen entre 20 y 30 títulos para tener antes del año del bicentenario, la totalidad de la biblioteca editada, publicada y distribuida masivamente en repositorios y centros culturales y educativos -de manera gratuita- y a la venta en ediciones populares y de precio accesible en diferentes librerías y espacios públicos.
El reto es enorme, pero el equipo ya está en cancha y la bola ya empezó a rodar.
Apoyo 1
Datos, cifras, detalles y curiosidades de la BBB
Aunque Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, la obra colonial más reconocida de todas las que se escribieron en nuestro territorio data de entre 1705 y 1730, hace ya 300 años, la obra más antigua que se conozca y que haga referencia a Charcas o el Alto Perú, es la Crónica del Perú de Diego Cieza de León, publicada en 1553.
El texto de Arzáns, canónico por excelencia y esencial en cualquier biblioteca que se precie de tener obras representativas de las letras bolivianas, fue -por supuesto- uno de los más votados por especialistas y lectores entre los 1.037 libros que conformaron la base de datos a partir de la cual trabajó el Comité Editorial. El de Cieza de León, según parece, no quedará entre los elegidos.
Este catálogo inicial fue conformado por las postulaciones de los 35 miembros del Comité, más nominaciones de unos 200 expertos en pensamiento boliviano -tanto del país como del exterior- y de cientos de ciudadanos que efectuaron su votación a través de la página web www.blibiotecabicentenariobolivia.gob.bo y en la Feria Internacional del Libro de La Paz.
Datos, variables, curiosidades
No hay que olvidar que el hecho de que se trate de un canon literario boliviano, no implica que no se vean involucrados autores y editoriales de otros países.
Hasta mediados del siglo XX, buena parte de los más destacados novelistas editaban en Santiago o Buenos Aires (Aluvión de fuego, de Cerruto y Tierra adentro, de Enrique Finot, por ejemplo).
Y hasta hoy en día, decenas de académicos y especialistas de América Latina, Estados Unidos y Europa efectúan exhaustivos trabajos de campo e investigaciones en nuestro territorio, y luego procesan y publican sus trabajos en universidades de Estados Unidos o Europa.
Por su tamaño
Entre los libros más voluminosos de la base de datos –no necesariamente de las listas finales de preseleccionados- están El Loco de Arturo Borda que en sus tres tomos tiene 1.659 páginas; la Nueva crónica y buen gobierno, de Guamán Poma, con 1.176 páginas; Qaraqara Charka, de Tristan Platt con 1.088; y Obra completa de René Zavaleta Mercado.
Entre los más delgados, están Aniversario de una visión, poemario de Jaime Saenz, de 27 páginas y El otro gallo, de Jorge Suárez, con 82 páginas.
Por lugar
La Paz, Cochabamba, Sucre, Santa Cruz, Potosí, Oruro, Tarija, Trinidad e incluso El Alto, donde se editó el Diccionario bilingüe aymara – castellano de Félix Layme son -en ese orden- las ciudades bolivianas donde más se editó y publicó no sólo en las últimas décadas, incluso ya en la Colonia o los albores de la República.
Muchos estudios y libros técnicos o científicos sobre Bolivia -sea de autores extranjeros o bolivianos- se editaron en ciudades del exterior, entre las más recurrentes están Sevilla, Madrid, Nueva York, Lima y México.
Pero también novelas, libros de cuentos y poemarios -sobre todo en las décadas del 30 y 40 del siglo pasado- se publicaron en imprentas de Buenos Aires, Santiago y Madrid, entre otras capitales.
Los diez libros más nominados
Sangre de mestizos, de Augusto Céspedes; Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre; Cerco de penumbras, de Óscar Cerruto y La Chaskañawi, de Carlos Medinaceli, en el área de Literatura y artes.
Oprimidos pero no vencidos, de Silvia Rivera; Tres reflexiones sobre el pensamiento Andino, de Bouysse; y Warisata, la escuela ayllu, de Elizardo Pérez, en Ciencias sociales.
Masamaclay, de Roberto Querejazu; Diario de un soldado en la Guerra de la Independencia, del Tambor Vargas e Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Arzáns, en Historia.

Los autores más mencionados

Entre los autores más nominados en la base general de datos -repetimos, no necesariamente por ello quedarán en la nómina final- estuvieron Xavier Albó con 16 libros, Antonio Paredes Candia con 13, Alcides Arguedas y Mariano Baptista Gumucio con 11 cada uno, Jaime Saenz con 9; Gabriel René Moreno y Franz Tamayo con 8; René Zavaleta Mercado, Adolfo Costa du Rels, Tristán Marof y Porfirio Díaz Machicado con 7.
La mujer con más nominaciones es la poetisa paceña Blanca Wiethüchter con 5 libros.

Apoyo 2
30 libros “seguros”
Ciencias sociales
1 Oprimidos pero no vencidos (Silvia Rivera)
2 Warisata, la escuela Ayllu (Elizardo Pérez)
3 Nacionalismo y coloniaje (Carlos Montenegro)
4 La revolución india (Fausto Reinaga)
5 Historia natural, etnográfica y geográfica del Chaco boliviano (Gianecchini)
6 Formaciones económicas y políticas en el mundo andino (Murra)
7 Sobre el problema nacional y colonial de Bolivia. (J. Ovando)
8 El pongueaje: historia social del indio boliviano (R. Reyeros)
9 Mitos, supersticiones y supervivencia… (Manuel Rigoberto Paredes)
10 Raíces de América: El mundo aymara (Bouysse)
Historia
1 Masamaclay (Roberto Querejazu)
2 Diario de un soldado de la Independencia (José Santos Vargas)
3 Charcas (Josep Barnadas)
4 Historia de la rebelión de Túpac Catari (Ma. Eugenia del Valle de Siles)
5 El Mariscal Sucre en Bolivia (Lofstrom)
6 Viajes por Bolivia (Alcide d’ Orbigny)
7 Zárate, el temible Willka (Ramiro Condarco)
8 Moxos: descripciones e historia de los indios, animales y plantas (L Ribera)
9 Sublevación y masacre de Jesús de Machaqa (Roberto Choque)
10 Últimos días coloniales del Alto Perú (G. R. Moreno)
Literatura
1 Sangre de mestizos (Augusto Céspedes)
2 Juan de la rosa (Nataniel Aguirre)
3 Raza de bronce (Alcides Arguedas)
4 La Chaskañawi (Carlos Medinaceli)
5 Los deshabitados (Marcelo Quiroga Santa Cruz)
6 Felipe Delgado (Jaime Saenz)
7 El Loco (Arturo Borda) (Selección)
8 Matías, el apóstol suplente (Julio de la Vega)
9 La lengua de Adán (Emeterio Villamil de Rada)
10 Añejerías paceñas (Ismael Sotomayor)
* El orden no establece ningún tipo de jerarquización o preminencia.
Fuente: Letra Siete