Un extraño y desconocido país llamado Bolivia. A propósito de la publicación de Sujetos y voces en tensión
Por: Marcos Agustín Ducanto
Sujetos y voces en tensión. Perspectivas para pensar la narrativa boliviana del siglo XX y XXI, es un libro de ensayos publicado en el año 2012 en Córdoba Capital, en la República Argentina. Hay aproximadamente mil doscientos kilómetros entre esta ciudad y el límite con el suelo boliviano. Si a este dato, se le suma el hecho de que las provincias argentinas de Salta y Jujuy son limítrofes con el Estado Plurinacional de Bolivia (denominación acuñada en el año 2009, durante el segundo mandato del presidente Evo Morales), con el que establecen un diálogo y un contacto constantes, podemos ver que la separación material que existe entre los dos países no es tanta.
Sin embargo, cuando uno piensa en función de la producción crítica de la República Argentina, circunscripta a un eje muy cerrado y trabado que parte desde Buenos Aires, pasa por Rosario y llega hasta Córdoba, es imposible no advertir el abismo de desconocimiento que existe entre los mundos políticos, sociales y culturales de la Argentina y Bolivia. Entonces, cabe la pregunta: ¿qué tanto sabemos de la realidad y la historia bolivianas?
Hace algunos años se impuso, entre la juventud argentina, una moda vacacional que la lleva a viajar hacia el norte del propio país para después cruzar a Bolivia, atravesarlo, y llegar hasta Perú o incluso más al norte. Ante eso, yo me pregunto, ¿cuánto de lo realmente boliviano se puede llegar a aprehender gracias a un viaje recreativo, con una cámara fotográfica que lo único que registra a través de su lente es nuestra figura posando frente al folklore de un país que se nos escapa constantemente en su realidad profunda?
Este libro de ensayos, producto de una serie de cursos de extensión y seminarios dictados por Magdalena González Almada en la Universidad Nacional de Córdoba, ensaya una respuesta mediante el análisis y el estudio de la producción literaria narrativa boliviana, con la firme convicción de que en la obra de los autores nacionales pueden leerse las huellas de los procesos históricos (políticos, culturales y económicos) que configuran una realidad.
El libro rescata y hace emerger producciones que el público argentino, en primera instancia, y el de cualquier otra parte del mundo fuera de Bolivia, parecen ignorar. Los ensayos están divididos en dos partes: por un lado, hay una primera sección en donde los textos se dedican al estudio de obras publicadas a lo largo del Siglo XX; y por otro, una segunda parte con producciones críticas que abordan el análisis de obras literarias que han visto la luz en lo que va del Siglo XXI.
La primer parte consta de cuatro ensayos. “Reflexiones sobre la configuración de la izquierda nacional en la narrativa boliviana del siglo XX”, de Nicolás Alabarces y Emilia López, es el primero. Allí los autores rescatan el desarrollo de la izquierda nacional a través de los proyectos ficcionales y ensayísticos de Augusto Céspedes y Carlos Montenegro. Y se detienen en el análisis de los modelos de sujeto nacional que construyeron estas obras desde el pensamiento de izquierda. Modelos que, a pesar de poseer ciertas falencias, como la no inclusión del indio dentro de ese modelo, son destacables en función del valor de una discusión que se enfrentaba con un proyecto liberal que, en cierta medida, socavaba la idea de lo nacional.
En “Identidades cruzadas en el suelo boliviano”, de Paula Franicevich, la autora propone el análisis de la heterogeneidad cultural boliviana, a través de ciertos momentos de la historia nacional en donde los sujetos han tenido que jugarse su identidad como bolivianos mediante la puesta en acción de su propio cuerpo. Analiza la tensión entre la nación y la identidad de los individuos en obras de Jesús Lara y Augusto Céspedes, pertenecientes al Ciclo de la Guerra del Chaco (conjunto de obras que trabajan el conflicto bélico desarrollado entre Bolivia y Paraguay desde 1932 hasta 1935).
“Una historia trascendente. Marcelo Quiroga Santa Cruz, literatura deshabitada durante el saqueo de Bolivia”, es el ensayo de Daniela Cassini Greggio, en el que plantea un análisis de la obra Los deshabitados, única novela de Marcelo Quiroga Santa Cruz, como una construcción en clave existencialista de la Bolivia de la posrevolución del ’52 (levantamiento llevado a cabo por el Movimiento Revolucionario Nacional, que gobernó hasta 1964). Analiza los personajes en medio del aislamiento que supone el sinsentido y el absurdo posterior a la revolución, en función de una falta de identidad nacional. Además se detiene en detallar económicamente la Bolivia posrevolucionaria.
En “Lo transparente y lo opaco en Los deshabitados de Marcelo Quiroga Santa Cruz”, María Constanza Clerico analiza la importancia que la revolución del ’52 tuvo en Marcelo Quiroga Santa Cruz, planteada como una redefinición personal. Y además piensa en la construcción de Fernando Durcot, personaje de Los deshabitados, como representante del sujeto letrado, a través del cual se critica la intelectualidad revolucionaria que pretende definir una realidad signada por la indefinición, la ambigüedad y las contradicciones.
Los ensayos de la segunda parte son seis. El primero, “La voz de la oralidad como resistencia silenciosa: ficcionalización en un cuento de Francisco Cajías de la Vega”, escrito por Florencia Rossi, propone el análisis del relato “Delfín del mundo”. La autora analiza la importancia de la oralidad en el relato, planteando que esta, en medio de la heterogeneidad propia de Bolivia y de su inclusión en un entramado global, funciona como un lugar desde donde resistir; en este caso, mediante la adopción del canto chipayo (propio de una de las tantas comunidades bolivianas). Rossi entiende la configuración del personaje como un “estar” en la oralidad.
El siguiente ensayo es “Ni cholos ni aymaras: hackers. Lo global y la resistencia en El delirio de Turing de Edmundo Paz Soldán”, de Mariana Lardone. El texto intenta analizar cómo se construyen los sujetos en la obra, en el entrecruzamiento de lo local con lo global. La autora advierte que los personajes son influenciados por los procesos de globalización, pero que esos procesos no son receptados con inocencia. De lo que se trata, es de una globalización crítica en la que los individuos se juegan entre el uso de las nuevas tecnologías y el pasado histórico nacional. Lardone advierte que lo que Paz Soldán hace con su novela es resignificar la pregunta por el sujeto nacional.
En “La Bolivia fragmentada de Edmundo Paz Soldán”, de Hina Ponce, lo que la autora pretende hacer es pensar en qué Bolivia es la que construye un autor como Paz Soldán, desde su lugar de enunciación en Estados Unidos. La autora considera que el planteo principal de este escritor es el de un país fragmentado y heterogéneo, en el que conviven pasado y presente, a través de la construcción de una ciudad literaria llamada Río Fugitivo. Ciudad inmersa, con particularidades propias, en el marco de la globalización, y que se configura en diferentes planos de la realidad que tienen que ver con una heterogeneidad constitutiva de lo boliviano.
Sofía Pellicci escribe “La metáfora del sexo y la configuración de identidades en La virgen de los deseos de Néstor Taboada Terán”. En este ensayo, la autora se propone relacionar la sexualidad de los personajes con diferentes ámbitos de lo social en donde los sujetos construyen sus identidades. Habla de “metáfora del sexo” para redefinir un cierto devenir histórico y una relación particular con la religiosidad. Considera el encuentro sexual entre dos personajes de la novela como el espacio en el que se problematiza lo unívoco de las identidades particulares, y de la identidad boliviana en general.
“El sexo subvertido. El “devenir mujer” en la chola de Néstor Taboada Terán”, de Catalina Sánchez, plantea el análisis de Yeni, una chola, protagonista femenino de la novela La virgen de los deseos, de Taboada Terán. Sánchez entiende a este personaje como un sujeto en tensión, una tensión material en su cuerpo que se traduce en su forma de devenir en función de determinadas condiciones históricas, geográficas y temporales. Por otro lado, entiende a este personaje como asumiendo una postura que resignifica su lugar dentro del reparto de la posiciones sociales. Considera el “devenir mujer” como una subversión identitaria dentro del ser boliviano.
Hacia el final del libro se encuentra el ensayo “Lo social y lo político en la narrativa boliviana del siglo XX y XXI”, de Magdalena Gonzáles Almada, la compiladora de los otros trabajos. En este texto, la autora plantea un recorrido por ciertas obras claves de la literatura boliviana de este siglo y del anterior. El análisis tiene que ver con el establecimiento de categorías que devienen de la historia política, social y cultural de Bolivia y que configuran la producción de autores como Tamayo, Céspedes, Lara, Montenegro, Quiroga Santa Cruz o los más jóvenes Hasbún, Colanzi y Barrientos. La línea que traza González Almada parte de los modelos de sujeto nacional que plantearon Franz Tamayo o Augusto Céspedes, por ejemplo, dejando de lado al indio pese a considerarlo parte de la esencia nacional, hasta llegar a la despreocupación con respecto a ese tipo de problemáticas en autores como Rodrigo Hasbún, en donde cobra importancia la crisis de identidad, la ausencia de unidad social, el no reconocimiento con el país de origen y la vida en migrancia.
A través de estos ensayos y gracias al modo en que están ubicados (cronológicamente, de acuerdo a las obras que les sirven de objeto de estudio), podemos asomarnos a un país tan cercano y a la vez tan lejano como Bolivia. Y también podemos empezar a conocer los conflictos internos que lo han configurado a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI.
El nombre del volumen de ensayos no podría ser más acertado. Porque de eso se trata Bolivia, por lo menos esa Bolivia que alcanzamos a observar a través de la mirilla que supone este libro. A través del recorrido que plantean los textos conocemos a una Bolivia problemática en su constitución histórica. La constante parece ser el planteo y el intento de instaurar un modelo sobre lo que debería el sujeto boliviano, y eso se muestra como una empresa siempre conflictiva, intervenida por intereses políticos, sociales y culturales de los más diversos tipos.
Después de leer este libro, es imposible pensar en Bolivia, en el Estado Plurinacional de Bolivia, mejor dicho, como algo homogéneo. Esa conquista del gobierno de Evo Morales que decidió cambiar el nombre oficial del país, resuena en los ensayos que forman este libro. Porque, como dice el ensayo de González Almada:
“…con respecto a todo lo referido a Bolivia, no hay una identidad sino identidades, ni sujetos sociales unívocos sino diversos, diverso es el territorio y lo que emana de este y así se va construyendo una complejidad que los estudios literarios pueden leer desde la propia producción literaria boliviana. Ese es el desafío. Ante esa complejidad estamos reunidos. Es preciso romper con los valores de lo homogéneo y lo estereotipado para poder asumir que “lo boliviano” no es más que una categoría viva y compleja que es resignificada y cuestionada de manera constante…”
No queda más que celebrar la aparición de este libro y esperar que las investigaciones sobre la literatura boliviana, y sobre otras producciones del continente latinoamericano, no dejen de proliferar. Porque leer la literatura que se produce en un determinado territorio es una manera de acercarse a él, de conocerlo y de escuchar el tono de las voces que hablan en su interior.
Bibliografía
González Almada, Magdalena (Comp.) (2012), Sujetos y voces en tensión. Perspectivas para pensar la narrativa boliviana del siglo XX y XXI. Córdoba. Imprentica.
Fuente: Ecdótica