Notable investigación en obra de Adolfo Cáceres
Por: Gastón Cornejo Bascopé
El IV Volumen de la “Nueva Historia de la Literatura Boliviana”, del escritor Adolfo Cáceres Romero, es una obra de investigación y conocimiento literario, notable por su carácter histórico, constituyéndose en el de mayor importancia entre las que ha producido; decimos notable por su enorme riqueza intelectual, siendo absolutamente imprescindible en toda labor cultural que intente señalar valores o precisar expresiones cognitivas sobre la multifacética historia de nuestro país, en los diversos ámbitos de nuestra expresión literaria.
De sus páginas surgen figuras excelsas, a partir del Modernismo Boliviano, resaltando la obra de Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo y Gregorio Reynolds; la Poesía Tradicionalista: Guillermo Loayza y Marceliano Montero, que el autor llama de transición a la Poesía Social, donde estudia a los poetas de tendencia comprometida con la realidad nacional, como: los cantores de las minas: Alcira Cardona, Alberto Guerra, Jorge Calvimontes y muchos otros; de las guerrillas: Julio de la Vega, María Virginia Estenssoro y varias insignes figuras, para seguir con los cantores del mar: Oscar Cerruto, Jorge Suárez, Yolanda Bedregal y otros. Capítulo éste al que deseo referirme especialmente.
Se preocupa el autor de un tema histórico sensible y siempre actualizado, como es el tema de la usurpación territorial, la mediterraneidad y el enclaustramiento de Bolivia desde la Guerra del Pacifico.
Cáceres, investigador a ultranza, encuentra graves errores en los relatos históricos clásicos, los mismos que atañen a la pedagogía, al ser nacional y al conocimiento de la veracidad histórica; así afirma con énfasis: “Me lancé por el camino de los escritores visionarios, empeñado en rectificar los errores de la historiografía nacional”.
Denuncia
Valientemente denuncia que existen autores de bibliografía descuidada y exigua sobre la “Historia de Bolivia”, encubriendo a los verdaderos culpables del desastre; sobre todo a los que organizaron la Gran Traición; los enumera en sus gestos de anti-patria al identificar a los historiadores esencialmente verídicos.
Argumenta con detalles significativos cuando nos aproxima a Santiago Vaca Guzmán en sus escritos publicados en la Argentina de 1881-82; a Gabriel René-Moreno, en “Daza y las bases chilenas de 1879”; a Raúl Murillo y Aliaga, en “La Quinta División”; a Hugo Roberts Barragán, en “Gran traición de la Guerra del Pacífico”; a Nataniel Aguirre en “La Guerra del Pacífico”; a Roberto Querejazu Calvo, en “Guano Salitre y Sangre”.
El suscrito agregaría a Miguel de los Santos Taborga, en “Correspondencia sobre la Traición de Camarones” y a Edgar Oblitas Fernández en “La Polémica en Bolivia”.
Sobre todo estudia a Santiago Vaca Guzmán, en su polémica con Rufino Elyzalde sobre “El Derecho de Conquista y la Teoría del Equilibrio en América Latina”, 1881. “Bolivia Origen de su nacionalidad y sus derechos territoriales”, 1882. El primero vigente, de sólida argumentación y validez actualizada cuando Bolivia presenta su denuncia contra Chile ante el Tribunal Internacional de Justicia.
Obras de profunda trascendencia casi imposibles de obtener. Cáceres con airado patriotismo se pregunta: ¿Por qué no se reedita esta obra como un ideario boliviano? ¿Acaso no es una de las tareas del Ministerio de Educación y el de Cultura preservar el patrimonio cultural boliviano? Como ex Senador hago mío su cuestionamiento, luego de conocer las falencias del Ministerio de Cultura sobre el tema Tiwuanaku, el descuido en la restauración de la pirámide de Akapana y los fallidos gestos administrativos.
Recomendación
Este IV volumen concluye con una visión nueva y comprometida de los poetas de “tendencia esteticista”, entre los que destaca la obra de Raúl Otero Reiche, Hilda Mundy, Jaime Sáenz, Edmundo Camargo, Gonzalo Vásquez, Eduardo Mitre, Jaime Canelas, Héctor Cossío Salinas y otros.
Como Presidente de la Sociedad de Geografía e Historia de Cochabamba, recomiendo muy especialmente leer esta importante obra, con exhaustivo detenimiento, sobre todo el capítulo “Cantores del Mar”, por su trascendental importancia, acuciosa investigación y proyección cívica educativa.
Concluyo enfatizando un pensamiento del autor que nos deja en la interioridad, una impronta de fuego cual saeta clavada en el alma: “Lo que mostramos en este acápite no se trata propiamente de una celebración. Jamás podrá serlo mientras el mar boliviano esté cautivo. Mar siempre cercano, irrenunciable, desde que nos fue arrebatado. Todo fue tan rápido, que no tuvimos tiempo de disfrutar de la maravilla de sus olas, como lo hacemos con nuestras montañas y selvas amazónicas”.
Fuente: Lecturas