07/04/2013 por Marcelo Paz Soldan
Poesía silvestre de Adriana Lanza

Poesía silvestre de Adriana Lanza

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Poesía silvestre de Adriana Lanza
Por: Emma Villazón Richter

Mundo fantástico, donde lo humano se deja fundir con la naturaleza, o donde la voz humana desea aprender de la soltura de lo verde y lo animal que vive sin razones, sugiere ser Poesía silvestre, cuarta obra poética de Adriana Lanza.
Mundo, además, donde quien habla “se acomoda a la visión del árbol” y entona poemas en actitud de regocijo y meditación, casi como un monje budista que se propone unirse con su paisaje, pero que a la vez baila frente a él.
Mundo, por lo tanto, donde la melancolía es removida por un río de celebración ante lo vivo; aunque nunca del todo, por momentos se escuchan nudos en la garganta.
De este modo, Poesía silvestre es un viaje por pasajes de lianas y hombres que se convierten en puentes colgantes, por un territorio selvático de poemas-flora criados naturalmente, que no pretenden cantar con el peso de las ciudades, sino reconciliarse con los bosques y aguas tropicales.
Es en esa íntima contemplación de lo verde donde los poemas irrumpen con revelaciones maravillosas, como la impetuosa imagen que se ofrece en La fuerza de un caballo o aquel poema donde una voz observa la luna, rememora a Roberto Juarroz, Santa Teresa de Jesús y Federico García Lorca, y concluye en “todo es indicio de que el corazón rebasa la jaula”.
Al arribar a este punto de la lectura, Poesía silvestre surge como una poética donde las palabras-flora-río rebalsan, se salen de cauce, crecen encima de las ventanas e inundan las barcas, siguiendo un impulso vital, en muchas ocasiones erótico, donde no hay nada que detenga su fluir, porque “ni el más grande trasatlántico/ puede con la marea de lo fervoroso”.
Porque el fervor y el desborde son dos faros que alumbran esta escritura que relincha entre la búsqueda existencial y el grito amoroso, y sabe envolver al lector como una enredadera.
Fuente: Pagina Siete