“El machismo del Raspa está contaminado de sentimentalidad”
Entrevista a Gonzalo Lema
Por: Sergio de la Zerda
Con Los días vacíos del Raspa Ríos, el escritor Gonzalo Lema Vargas (Tarija, 1959) ganó el VI Concurso Plurinacional de Novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz”, organizado la Alcaldía de Cochabamba. La obra, editada por Kipus, será presentada el miércoles 27 de marzo, al igual que otras ganadoras de certámenes literarios del municipio.
El acto, que será aprovechado asimismo para el lanzamiento de las nuevas convocatorias de los concursos de este año, tendrá lugar, a las 18.00 horas, en la Biblioteca “Jesús Lara” de la Casa de la Cultura (Av. Heroínas esquina 25 de Mayo).
La obra de Lema, a ser comentada por el crítico Mijail Miranda Zapata el miércoles, cuenta la historia de un funcionario municipal “atrapado en un mediocre circuito de viernes de soltero, sábado de chichería y rayuela, y domingo de fútbol”, se señala en la contratapa de la publicación.
En tales trajines, el Raspa Ríos, personaje además de un machismo “contaminado de sentimentalidad”, conoce a una mujer de pollera, la Clota, con la que vivirá un romance que llegará al punto de socavar los pilares de su vida familiar.
El carácter diurno y festivo del cochabambino, la rica cultura gastronómica local y hasta aspectos de la impenitente y perenne corrupción de la burocracia pública se reflejan también en el trabajo del Premio Nacional de Novela 1998 con La vida me duele sin vos.
Con el autor de Este lado del mundo (Premio de Novela Erich Guttentag, 1983) y La huella es el olvido (finalista del Premio Casa de las Américas, 1993), entre otros títulos; con el padre literario del entrañable detective boliviano Santiago Blanco, dialogó nuevamente la RAMONA, a propósito de su reciente creación y características identitarias del hombre valluno.
– “No había nada en el mundo peor que los funcionarios municipales” afirma la voz que narra la historia del Raspa Ríos, precisamente un funcionario municipal. ¿Fue casual la elección de tal oficio para su personaje, tomando en cuenta que, además, usted fue candidato a la Alcaldía y presidente del Concejo Municipal de Cochabamba? ¿Pensó también que era ideal presentar la obra en un concurso municipal?
La novela se ambienta en una vieja alcaldía, de tiempos pasados, que concentraba la “pintoresca” realidad burocrática nacional. Pienso que esa realidad ha cambiado por varias razones. Y la novela fue motivada, en realidad, por la fuerza del personaje, el Raspa Ríos, y por la presencia del Sapo, su gran amigo. No es, en todo caso, una novela sobre ninguna alcaldía. Su circuito es el viernes de soltero, el sábado de rayuela y el domingo de fútbol. Al mismo tiempo, hace cerca de tres años que yo no trabajo en el Concejo.
– Se dice que la valluna es una sociedad machista. Sin embargo, las mujeres que usted describe en su novela son -o quieren ser- en realidad muy dueñas de su vida y sus familias. El Raspa quiere gritarle a su hija: “¿Quieres que tu marido sea como yo, carajo?”. ¿Es el machismo un rasgo colectivo que está en retroceso?
Cuando el Raspa interpela a su hija devela que no se siente orgulloso de lo que ha hecho con su propia vida. Por eso intenta inducirla a frecuentar otros ambientes. Yo creo que el machismo del Raspa está contaminado de sentimentalidad. Es un macho que busca refugio para su llanto en los brazos de su mujer, de su amante y de las mujeres de los burdeles. Se siente débil y perdido. Por otra parte, el machismo solo puede ser constreñido en base a alta escolaridad, buena educación y mejores entornos sociales. Su refugio es la ignorancia.
– Paleta los sábados, platitos de la tarde y fútbol los domingos forman parte de las rutinas del Raspa. “Al cochabambino le interesa cumplir más sus actividades bajo el sol que bajo la luna”, nos dijo en una anterior entrevista, opinión que ha sido también expresada por el escritor Ramón Rocha Monroy. ¿Las rutinas descritas son resabios de una sociedad agraria?
Son resabios en la medida en que el trabajo agrícola se torna casi invisible en este tiempo. Sin embargo, el buen clima de los cochabambinos trasciende los procesos económicos, sus modos de producción. ¿Cómo “meterse” bajo un techo y no observar la acuarela del paisaje? No sería inteligente. ¿Cómo no participar de sus comidas? Sería renunciar a un placer diario. Mientras asfaltamos todo, y mientras aniquilamos micro espacios, micro climas, la inventiva popular reacomoda sus boliches bajo los molles, por aquí y por allá. El cochabambino siente que tiene un pie en la nostalgia del campo, y las dos manos frente a un plato que ha de regalarle una felicidad única.
– Los días vacíos ilustra el clasismo y racismo que se reflejan en comportamientos de exclusión. La historia aparentemente está ambientada en la Cochabamba de los 80 o 90. ¿Ha cambiado el panorama desde entonces?
El retroceso de la mentalidad clasista y, lo que es peor, racista, es muy lento. Creo que, en los grupos sociales más conservadores, más torpes y ciegos, más bien esa mentalidad se ha exacerbado. Igual que como en el machismo, su refugio es la oscuridad propia de la ignorancia. No admiten la democratización de la sociedad. Su argumento es el bate de béisbol trenzado de alambre de púas. Sin embargo, cada vez tienen menos interlocutores y captan menos adherentes, inclusive vía sanguínea. Pero su pelea está perdida. La política, la economía y la misma actividad cultural avanza en su contra.
– La novela es también un largo listado de lo mejor de la gastronomía típica. La cocina es deleite, arma de seducción y modo de vida ¿Por qué el comer no es para el valluno un medio para alimentarse, sino un fin en sí mismo?
Quizás porque hemos descubierto, hace muchas generaciones atrás, una verdad esencial: que dormir bien (mejor si acompañado), trabajar con medida y comer sabroso son los regalos fundamentales de la existencia. La vida no tiene sentido, sabemos. Es una búsqueda del sentido. La comida tiene sentido para el valluno. Comida y tertulia. Siempre hay tiempo, en nuestro medio, para el goce culinario y la gratuidad de la amistad.
– En su literatura, se identifica desde 2010 un tránsito del género policial a los cuentos de ciencia ficción, pasando por un trabajo de entrevistas a políticos del país. ¿Queda alguna continuidad de lo anterior en Los días vacíos? ¿Qué viene después?
Mi detective Santiago Blanco va a seguir resolviendo “casos”, porque tiene una profunda obstinación a favor de la justicia. Él quiere un mundo correcto. Los cuentos de ficción de Después de las bombas recién empiezan su recorrido. Es un género que imagina el futuro y que a mí me interesa en la medida en que ese futuro sea muy humano. En agosto ha de publicarse un libro de entrevistas a poetas afines a mis gustos de todo orden, pero no puedo dar más detalles. Es todo lo que sé de mi propio futuro inmediato.
– ¿Cómo podría el municipio fortalecer el Concurso “Marcelo Quiroga Santa Cruz” y el acercamiento a la literatura en general?
Los eventos literarios tienen que ser “grandes” eventos. Como si la entrega de un libro fuera la entrega de un estadio nuevo, de un aeropuerto. Hay que darle espacio al escritor, al lector, al librero. Hay que involucrar a los colegios y a las universidades. La sociedad tiene que comprender del valor de la lectura, del libro, de la educación, de la intelectualidad… La vida es más gozosa para la gente que hizo uso de la garrocha de la lectura y brincó el pantano de la quietud mental y espiritual. Este premio ya tiene seis versiones, es muy lindo desde su nombre, y es muy importante por todo lo anotado. La gente tiene que saber que existe.
– Una nueva Ley del Libro está en puertas de aprobarse en la Asamblea Legislativa. ¿Qué es lo básico que debería tener esta norma?
Cero impuestos. Cero censura. Bolivia tiene que ser un país libre de la lacra del analfabetismo. Tiene que ser el reino del libro.
Fuente: La Ramona