Billie Ruth
Por: Lluís Satorras
En uno de los primeros cuentos, el dedicado a Thomas Bernhard, las palabras y los modos bernhardianos que se afanan por asomar en el texto nos regala una frase que condensa lo que sucede en este impresionante conjunto de relatos de Paz Soldán (Cochabamba, Bolivia, 1967): “Toda enfermedad puede llamarse enfermedad del alma”. Así es, para los personajes que en Casa tomada calcan la peripecia de los de Julio Cortazar en el relato del mismo título.
También para los adolescentes o jóvenes recien salidos de ella que protagonizan bastantes cuentos, como Roby y Volvo que en lo relatos del mismo título están marcados por un destino trágico. La historia del primero la narra un chico de menor edad, igualmente descentrado, al que la fascinación que siente por él le lleva a seguirle la corriente y así pasa de los juegos todavia propios de la infancia, canicas y “futbol en tapitas”, el asesinato. La de Volvo, en cambio, la cuenta un joven que marca distancias desde el principio y habla desde una evidente superioridad moral. En Billie Ruth, la chica del título, perseguida por sus demonios interiores, vive una vida erótica despreocupada y alegre, mientras el narrador, un joven más ingenuo vagamente enamorado intenta al mismo tiempo que busca su posición en el mundo. Una historia de aprendizaje quizá la mas alentadora del libro.
Son todos ellos relatos intensos y emocionantes como los son igualmente otros dos protagonizados por personajes desengañados, perdedores, baqueteados por los infortunios de la vida, Como la vida misma y El croata. El primero, una narración escrita a varias voces donde el autor experimenta varios registros linguisticos, oimos versiones distintas de las circunstancias del asesinato cometido por antiguos futbolistas. El segundo es el más complejo de todos, enriquecido con ramificaciones que insinúan otras posibles historias que aquí no se desarrollan (una virtud que apunta en otros relatos). Cierto, lo que cuenta el protagonista, seres enfermos que quieren revivir sus momentos de gloria, una mujer que quiere olvidar su gran tragedia da “para la risa y el escalofrio”. Como lo da para el afortunado lector de este admirable libro.
Fuente: Babelia de El País