“Existen cuentos que me dan vueltas la cabeza durante muchos años”
Entrevista a Edmundo Paz Soldán
Por: Erick Ortega
— ¿Dónde te sientes mejor en la novela o en el cuento?
Es una pregunta fácil de hacer, pero difícil de responder. Ahora que lo pienso, cuando tengo una idea para una novela, lo que me tranquiliza es saber que tengo dos o tres años para explorar ese mundo y en ese sentido me siento muy cómodo explorando. Me encanta perderme y estar meses escribiendo una nueva versión. “Cómodo” es una palabra tramposa porque igual la paso mal, pero creo que me gusta pasarla mal.
En cambio, con el cuento es difícil, es una cosa mucho más condensada y yo tiendo a escribir mis cuentos en una primera versión, trato de escribir como si lo leyera, de una sentada. Cuando escribo la primera versión de un cuento me puedo tardar dos días porque todo es muy condensado. Pero revisarlo hasta quedarme satisfecho con ese cuento puede tomarme hasta seis años.
Este libro (Billie Ruth) contiene 15 cuentos, pero escritos en 14 años porque el último libro que publiqué con cuentos fue Amores imperfectos. En esos 14 años he publicado antologías como Imágenes del incendio, Dochera y otros. Antologías en las que incluí algunos cuentos que están acá (en Billie Ruth), pero eran versiones que en este libro están revisadas.
Quería incluir algo nuevo porque son cuentos que me seguían dando vueltas en la cabeza y, por eso, este libro tardó tanto en publicarse. En ese sentido, el cuento es para mí mucho más complicado, a pesar que mi primera práctica ha sido con el cuento, pero me cuesta mucho soltarlo y tener una versión definitiva quizás porque es un texto escueto y no tiene que haber una palabra demás. Encontrar esa condensación es difícil.
— Algunas de tus novelas parecen escritas como cuentos. Por ejemplo, Los vivos y los muertos…
Igual pasa con Norte. Lo que pasa es que planteo cada capítulo casi como si fuera un cuento, entonces puede ser que, sin querer, haya seguido escribiendo cuento mientras estaba escribiendo novela. Quizás en Los vivos y los muertos se nota más porque son diez personajes y cada uno tiene su propio monólogo, su propia historia. Por ejemplo, la novela que estoy escribiendo ahora (Iris) tiene cinco partes y cada una tiene 80 páginas. Esta novela la he planteado como una nouvelle, una novela corta. El asunto es que las cinco partes engranen como una novela.
— Al comienzo, en Billie Ruth hay pantallazos e historias parecidas a tus primeros trabajos…
El libro para mí es como un viaje. Cuando comencé estaba muy metido en la tradición latinoamericana del cuento, onda (Jorge Luis) Borges o (Julio) Cortázar con el final que es un juego de artificio, un golpe de efecto. En ese entonces no me interesaba tanto la profundidad psicológica de los personajes, entonces esa era la tradición latinoamericana.
Luego, cuando me fui a Estados Unidos y comencé a leer, no comprendía bien la tradición norteamericana. Leía a (Ernst) Hemingway y sentía que le faltaba una página a sus cuentos y que éstos terminaban abruptamente y no tenían juegos de artificio porque eran más de profundidad psicológica, de situación, pero no había ese final latinoamericano.
En este libro hay un intento de fusionar esas tradiciones, al comienzo los cuentos son más de la tradición latinoamericana, son cuentos más cortos. Los que van hacia el final del libro son cuentos más largos, éstos responden más a una tradición norteamericana, son más de personajes.La idea es que el libro (Billie Ruth) fusione esas tradiciones. En ese sentido he tenido un viaje. Si lo lees de principio a fin hay un viaje que empieza desde mis primeros cuentos.
— ¿Es una forma de conocer una maduración en tu narración?
Creo que hay un cambio en mi concepción del cuento. La idea es tratar de no perder lo que ya tenía antes, con lo que comencé en mis primeros cuentos, e incorporar a eso otro tipo de desarrollo que es, sobre todo, el trabajo con el personaje. Si lo lees salteado (Billie Ruth) quizás no te des cuenta de eso, pero si lo lees en orden cronológico la idea es que se vaya creando ese efecto que haya un cambio y que tú mismo no te vayas dando cuenta y que el libro vaya cambiando hacia otra cosa.
— En tus cuentos hay muchos guiños con la música, el cine…
Me gusta dialogar con la literatura, el cine, los cómics, la música. En muchos casos son textos que nacen a partir de otros textos. Casa tomada es una fusión de una canción de la letra de Ryan Adams que me hizo recuerdo a Casa tomada (de Julio Cortázar) y traté de fusionar esas dos influencias.
En el cuento Los otros tiene que ver con el imaginario de Phillip Dick, onda fantástica y ciencia ficción. Quizás es el único cuento que tiene onda fantástica, de ciencia ficción. La idea es que no desentone, ése era el desafío. Tengo una variedad de textos en extensión, registro y ojalá que el libro se pueda leer como unidad no como un juntado de cuentos.
Me interesa mucho como desafío los libros de cuentos. Hablo de libros como el Llano en llamas (de Juan Rulfo) o Ficciones (Jorge Luis Borges) que entregan todo casi como novela, pero en realidad es un libro de cuentos. Libros en los que se va creando una atmósfera. Eso intenté hacer.
— ¿Cuál es la propuesta de tu próxima obra: Iris?
Me interesa muchísimo dialogar con los géneros populares. En la novela Norte me interesó dialogar con el género policial y ahora hay un diálogo con la ciencia ficción. Para mí, en este momento, la ciencia ficción y la novela policial son dos géneros centrales. Esto lo digo por dos cosas fundamentales: la novela policial nos dice mucho de la corrupción actual en nuestras sociedades. La ciencia ficción nos dice mucho de nuestras ansiedades y proyecta tendencias.
No entiendo la ciencia ficción ni me interesa escribir qué va a pasar en los próximos 50 años. Este libro de ciencia ficción nos puede hablar de nuestras ansiedades del presente. Es decir, la biotecnología, la manipulación genética, la clonación, los hackers y los virus que son ansiedades actuales.
Fuente: Tendencias