Entre mundos posibles y hechos históricos
Por: Mauricio Murillo
Ficcionalizar el pasado, la escritura femenina y otros temas forman parte de este diálogo con la más reciente ganadora del Premio Nacional de Novela.
Dos datos curiosos, más allá de la cabalística, que se relacionan al número dos: Rosario Barahona, la reciente ganadora del Premio Nacional de Novela, es la segunda mujer y la segunda chuquisaqueña en hacerce del galardón. Estos datos, que se podrían tomar como casuales y marginales, pueden servir para conocer mejor a la premiada autora. La novela con la que ganó el premio titula Y en el fondo tu ausencia y se la podría catalogar como histórica. De todas maneras, estas etiquetas que hemos descrito en esta breve introducción (mujer, chuquisaqueña, novela histórica) pueden ser puestas en crisis para entender la complejidad de la producción de una escritura. La ficción, a fin de cuentas, permite tergiversar los horizontes y desestabilizar las razones cerradas. Dialogamos sobre éstos y otros temas con la escritora Rosario Barahona. Acá el diálogo.
– ¿Nos podrías contar cuál es la trama de la novela y cuáles son los temas y tensiones que se presentan en ella?
La trama se localiza en Charcas colonial y estriba entre la extraña relación de un cura dieciochesco y dos niñas de la élite y, a la vez, la vinculación de éstos con otros personajes de la ciudad, como esclavos, religiosos y autoridades. Los temas que se abordan son la orfandad, la enfermedad, la ambición, la muerte esperada, el remordimiento y, ante todo, el delirio de uno de los personajes, un delirio tan insondable y abismal que se parece mucho a la locura.
– Según lo que has adelantado de la novela en medios escritos, es importante su relación con la historia. ¿Cómo crees que se establece el diálogo entre historia y literatura? ¿Cuáles crees que son sus puntos de encuentro y sus diferencias?
Para comenzar, hay que decir que sin una previa investigación histórica me hubiese sido imposible escribir la novela. Es decir, encuentro a la historia y a la literatura como dos espacios abiertos que se complementan uno al otro, por lo menos en mi caso y en el caso explícito de Y en el fondo tu ausencia. Es así como fue posible trabajar con ambas disciplinas al mismo tiempo. Pero no es posible decirlo así tan fácil. Es preciso explicarlo: En mi caso, mis estudios en historia me abrieron la posibilidad de estudiar documentos primarios, brindándome la posibilidad de “jugar” este juego aparentemente peligroso; combinando la historia y la literatura. En una primera instancia la idea me pareció ardua y descabellada, pero trabajando a fondo la misma idea decidí correr el riesgo. Digo ardua porque para escribir sobre detalles, por ejemplo, se requería una investigación científica más estricta y concreta; y descabellada porque iba a ser una novela histórica virreinal, algo nuevo, y es que lo nuevo siempre o casi siempre intimida. Ahora bien, aunque menciono el “juego” de combinar historia y literatura, es sólo una forma de expresarlo, pues en realidad no es ningún juego. Mi trabajo en investigación histórica es serio y científico y, por su parte, el trabajo de escribir una novela, si bien también es serio, no precisa ser tan científico, porque esta misma no debe serlo, pues se le quitaría un esencial toque de gracia y de vida. En ese espacio es precisamente donde debe entrar el elemento ficcional, cuando las voces interiores o “concienciales” de cada personaje van manifestándose a través del texto, en una dinámica narrativa imparable, copiosa y ante todo humana, muy humana. Por tanto, creo que la novela es más libre, puede escribirse de la mejor forma estratégica que el autor escoja, en cambio, un trabajo de investigación histórica no. Éste se construye de una forma establecida y, desde ya, absolutamente distinta: además de requerir la investigación propiamente dicha, el lenguaje utilizado no puede ser poético, ni figurado, sólo debe ser científico. Si se puede hablar de espacios comunes entre historia y literatura, creo que, como mencionaba al principio, con el conocimiento adecuado, un campo de estudio puede complementarse con el otro. Estaríamos hablando, por lo tanto, de posibilidades de complementación.
– En este sentido, ¿por qué optar por la ficción? ¿Cuánto de real puede existir en una novela?
Mucho. Y mucho de ficción también. En el caso de Y en el fondo tu ausencia hay que tomar en cuenta que como es una novela basada en documentos primarios del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, los personajes fueron reales, es decir, existieron, caminaron por calles, bailaron, sufrieron, amaron. En una expresión, fueron humanos ubicados en lugares de aquel contexto que les tocó vivir. Sin embargo, aunque existe prueba documental de algunas de sus acciones, no conocemos con exactitud lo que pudo o no pudo haber sucedido, es decir, tenemos vacíos de información, siempre los hay. Y ahí es donde entra en juego la ficción. Se opta, pues, por ésta porque de otra manera la novela no sería novela, no sería lo que es.
– Mirando retrospectivamente el Premio Nacional de Novela, el otro escritor sucrense, Máximo Pacheco, también escribió una “novela histórica”. ¿Te parece que mirar y reconstruir el pasado es una pulsión que forma parte de la ciudad (Sucre), debido a la importancia del archivo y la investigación, o es algo más bien casual?
Mirar y reconstruir el pasado en una forma novelada (y por otro lado, histórica, con investigación de por medio) es una práctica que debería realizarse más a menudo, y no sólo en Sucre, sino en todas partes. Es un ejercicio maravilloso y útil que nos aproxima a distintas reflexiones, reflexiones que sin investigar, sin escribir, tal vez no se nos ocurrirían siquiera. Si bien es cierto que Sucre es privilegiada por ser sede del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), también es cierto que en otros departamentos están presentes otros centros documentales. Sin embargo, creo que los chuquisaqueños estamos aprovechando al máximo el excelente servicio que se proporciona en el ABNB, brillantemente dirigido por la historiadora Dra. Ana María Lema. Por tanto, por ese dinámico oficio y apoyo a lo intelectual, no es casualidad que desde Sucre estén surgiendo nuevas investigaciones, nuevas perspectivas históricas, nuevos historiadores.
– ¿Cuánta importancia tiene Chuquisaca como espacio geográfico en tu novela?
Tiene una importancia que quizás no puede esconderse. Me gusta pensar que la ciudad es también una protagonista de esta historia novelada, una ciudad de clima templado y fresca lluvia veraniega. Sin embargo, no quisiera hacer una imposición sobre el lector, pues éste debe tener la decisión final y escoger si la ciudad es La Plata, una ciudad parecida a La Plata, o, de plano, otra muy diferente.
– El título Y en el fondo tu ausencia da la impresión de presentarnos una novela con alta carga poética. ¿Esto es así? ¿Cuánta influencia tiene en ti y en tu escritura la poesía y las figuras e imágenes que a partir de ésta se construyen?
Evidentemente es así. Personalmente, creo que ni yo misma me encontraba tan consciente de la poesía detrás de mi escritura o mi escritura detrás de la poesía, no lo sé. Lo cierto es que releyendo mis textos, veo que ésta explota y aborda todos los sentidos del lector. Desde pequeña siempre leí mucha poesía, G.A. Becquer, Euler Granda, Jaime Saenz, los chuquisaqueños Wálter Arduz y ante todo Matilde Casazola, estos fueron mis referentes.
– De las 14 novelas premiadas, solamente dos fueron escritas por mujeres. Sin tratar de hilar muy fino ni de concluir una discusión que viene de años, ¿crees que se puede hablar de una literatura femenina? O, en todo caso, ¿de una escritura y un lenguaje femeninos?
No voy a hilar muy fino, ni abordar una discusión (concluirla es imposible), pero es preciso decir lo necesario: en primer, lugar cabe la reflexión de por qué son sólo dos mujeres las que “sobresalieron” entre una mayoría de escritores (hombres). En segundo lugar, una respuesta aproximada consistiría en decir que si bien existen escritoras (y brillantes escritoras) en nuestro país, simplemente no están visibilizadas. Es decir, escriben desde lo subterráneo, desde sus propios espacios, como el hogar o la oficina, pero no se animan a salir a la palestra, o no han encontrado la forma de hacerlo. Ahí está el meollo del asunto. ¿Por qué sucede esto? Pues porque ser mujer y escribir es un doble desafío. Hace poco leía una nota que le hacían a un escritor en la que señalaban que él se había dedicado exclusivamente a su novela por un buen espacio de tiempo. “¡Exclusivamente!”, pensé sin malicia, “qué afortunado”. La mujer abogada, médica, economista, o en este caso la mujer que quiere escribir, debe sacar tiempo al tiempo y entre la organización de su casa, llevar y recoger a los hijos al colegio (y al ballet, o a la academia de alemán o de piano, etc.) ocuparse eficientemente de la oficina, debe ser también capaz, si las fuerzas se lo permiten, de hallar ese espacio tranquilo donde pueda sentarse a escribir. Y eso cuesta, sí que cuesta. Las mujeres saben de lo que hablo. Con esto no voy a desmerecer el trabajo de escritores (hombres) pero es preciso mencionar siquiera las diferencias de los roles de género vinculados a la actividad de la escritura. No es una reflexión de género, ni mucho menos, pero es una reflexión necesaria.
– ¿El lenguaje que manejas en tu novela es distinto al actual, o sea, se elabora a partir de la visión de mundo de tus personajes? En este sentido, ¿por qué escribir como hablan en una época? ¿Qué importancia tiene el lenguaje al momento de reconstruir un mundo pasado?
El lenguaje es esencial en esta novela. Estamos hablando de un lenguaje y un pensamiento de la época virreinal, distintos a los que poseemos hoy en día. Por tanto, no se podían determinar ideas en otro lenguaje ni con otras líneas de pensamiento. De allí la importancia que tuvo la investigación en mi novela, pues estudiando los documentos me empapé de todo aquel mundo dieciochesco, como un paso necesario para plasmarlo después en la novela.
– Al ser parte de la literatura boliviana actual, ¿cuál es tu visión sobre ésta? ¿Has reflexionado sobre su actualidad?
Sí. Veo mucho oficio, considerable dinámica de las editoriales, que están permanentemente interesadas en nuevas publicaciones. Sin embargo, falta aún. Faltan los alicientes, las instancias que propugnen más concursos, más becas, con premios en metálico, que es lo que el escritor necesita. Por otro lado, considero que no es casualidad que hace dos años otra novela histórica –la de Máximo Pacheco– se haya llevado este mismo galardón. Por tanto, es probable que este escritor chuquisaqueño esté marcando nuevos caminos en la literatura y narrativa nacional, como un caballero “adelantado” de la conquista, que se abría paso en sendas desconocidas, adelantándose así a los espacios por conquistar. Quizás, estamos siendo testigos de un probable punto de partida para escribir novela histórica.
Fuente: Fondo Negro