día siete de la feria. bitácora de un lector: De libros y patrias
Por: Ricardo Bajo
(miercoles 8 de agosto, 2012) Día siete: “La verdadera patria del hombre es la infancia”, dijo alguna vez el poeta austríaco, nacido en Praga, Rainer María Rilke. En el Día de la Patria boliviana, el 6 de agosto, la feria decidió no cobrar la entrada. Unas 12 mil personas se acercaron al COE a lo largo del lunes, formando colas de centenares de personas.
Los militares y el personal de seguridad privada contratados por la Cámara del Libro fueron los encargados de contar al público, en pequeños cuadernos dibujando uno por uno cuadrados con palitos.
A René Canaviri, de la librería El Baúl, la idea de no cobrar un día le parece fabulosa, a repetir el próximo año. “Imagínate, una familia de cinco, a 10 bolivianos la entrada, son 50 pesos. Está bien poner un día gratis la entrada y que esos 50 se aprovechen para comprar un par de libros”, dice René que está chocho porque este año está vendiendo bien, casi cien libros al día. Lo que no está bien es la suciedad del recinto ferial. Papeles, restos de comida, propaganda y otros desechos afean la feria, dándole un aire de hospital colapsado.
Uno de los “enfermos” diarios, que no la “pelan” ni un solo día, es el escritor paceño Adolfo Cárdenas. Me cuenta que el jueves termina su taller “exprés” de escritura creativa en cuento breve. Tiene 15 alumnos y pasado mañana leerán en voz alta los trabajos. Y quieren publicarlos en internet. Pero Adolfo lo que espera es que llegue septiembre. El próximo mes se va a publicar su celebrada Periférica Boulevard en cómic, trabajada por cuatro de los más grandes del género en Bolivia: Ruilova, Marco “Tóxico”, Susana Villegas y Óscar Zalles. Para el próximo 6 de agosto, me he pedido un deseo arrojando mi monedita al río Achumani: que mi teniente Villalobos y el cabo Severo abandonen por un día sus burdeles de perdición para contar a los miles de lectores que volverán a abarrotar la feria otro día como anteayer, otra jornada feliz, de patria fecundada y de libros por parir.
Fuente: La Razón