Cuando visita el cometa, visita el relámpago
Por: Sebastián Antezana
Acaba de salir la nueva edición, en este caso bilingüe, del poemario de Jaime Saenz Al pasar un cometa. En castellano e italiano, el libro representa un regreso poético que se agradece.
Desde hace varios años, mi poema favorito de Jaime Saenz es Grave relámpago, del libro Al pasar un cometa. Breve, conciso, carente de puntuación, excepto por un punto final, Grave relámpago es, como todo el pequeño libro —el penúltimo que el paceño publicó en vida—, una sentida despedida precedida por un instante de súbita revelación, un fulgurante encuentro con el fondo del infierno que es, a la vez, como todo en Saenz, una rápida ascensión hacia las fisuras del cielo.
Cada vez que puedo, cuando me alcanza un resto de añoranza por un tiempo —literario— en mi perdido, o simplemente cuando quiero volver a visitar la obra de Saenz, vuelvo al pequeño poema en que, para mí, está cifrado todo. Él ha sido bueno conmigo. Ha sabido acoger cada intento mío de abordarlo y me ha recibido entre fulgor y oscuridades cada vez que he tratado de acercarme a él para empezar a diseccionar la cifra de su misterio. De modo que fue tal vez una necesidad de equilibrar los términos de la ecuación, una extraña vocación de la vida por los justos medios, lo que hizo que esta semana, por vez primera, en lugar de que el poema me reciba a mí, me tocó ser yo el que recibía al poema.
SOBRE LA PRESENTACIÓN. Llegó en un sobre, algo ajado, manila y anónimo. Seguramente mide 13 centímetros de alto y 9 de ancho. Se llama Quando passa una cometa y es una edición bilingüe, en castellano e italiano, de Al pasar un cometa. Es un librito pequeño, aunque tiene más de 100 páginas. Las tapas son de color crema y de un atractivo diseño, rematado en la portada con la figura de un pequeño ekeko, sentado, con pucho en la boca, sobre lo que se adivina como una pila de libros. Y así también se anuncia: Ediciones del Ekeko.
“Dizque Jaime Saenz nació, vivió y murió en la ciudad de La Paz, Bolivia. Dizque por eso, sería un poeta boliviano. Es cierto, pero no es cierto. Pues Bolivia le pertenece a Jaime Saenz, pero la poesía de Jaime Saenz no le pertenece sólo a Bolivia. Jaime Saenz es patrimonio de la humanidad”, se lee en una de las solapas de este objeto-libro, de este libro-objeto que es a la vez poemario y notable obra de manufactura/casi-orfebrería. Se entiende, entonces, que lo que se quiere aquí prolongar es un legado universal del que el autor de este libro parece haber sido consciente, por lo que el tono de despedida visible en los poemas cobra aún más fuerza en los ojos del lector.
UN ADIÓS ETERNO. Dice el prólogo de Quando passa una cometa: “La mayor parte de los poemas de Al pasar un cometa [Saenz] los dedica a sus amigos: Rubén, Blanca, Nelly, Carlos, y tantos y tantos otros. Es un adiós simple que nunca se acaba, al igual que el eco de sus cerros. Es un adiós hecho de esperanza, es su fe en las ‘muchas vidas ajenas’ en las que ‘vive la vida’, es el deseo de volverse a encontrar ‘en un punto muerto de la redondez del mundo’”. Dice, por su parte, el poema Grave relámpago, mencionando un matiz —el amoroso— pocas veces visitado por la poesía de Saenz, pero no por eso menos gravitante: “…con el adiós de mi alma/ es a ti a quien amo/ con el amor del olvido/ y con inolvidable olvido/ es la luz de la partida/ un adiós a quien amo/ digo adiós a tus ojos/ adiós a tu voz/ adiós a tus manos/ con un júbilo que me trastorna/ adiós eternamente adiós”.
Para quien conoce algo de la obra del poeta paceño, la mención a un “júbilo que trastorna” no es casual ni menor en un poema —en un libro— que parece tomar conciencia de la finitud y de la necesidad de dejar marcados ciertos lazos, ciertas tendencias poético-amorosas para los amigos, los conocidos, la escritura misma. Quizás en algo cercano al Sublime kantiano, el Júbilo saenziano es emoción fundamentalmente ambigua, de la misma forma que el relámpago del poema, ese “grave resplandor”, indica que “había que ir en pos de la vida”, mientras desciende “poco a poco en lo hondo del infierno”, en una doble experiencia de vida y muerte que se conjura en la emisión del adiós, “adiós eternamente adiós”.
UNA VUELTA QUE SE AGRADECE. Y todo esto en una edición bilingüe cuidadosamente elaborada y presentada, en una edición mínima, pero espléndida, que se constituye casi de inmediato no sólo en un coleccionable considerable, sino en una pieza clave de la obra y el imaginario saenzianos, al ser la vuelta, esperada, amable, necesaria, de uno de los poemarios más importantes y, tal vez, menos leídos del poeta. Sirva, así, esta pequeña aproximación a Quando passa una cometa, como mera introducción —que no reseña— a un libro que merece estudios mucho más complejos y específicos, y miradas mucho más inquisitivas. Es bueno, otra vez, tenerlo entre nosotros.
Fuente: La Prensa