01/12/2012 por Marcelo Paz Soldan
“Memorabilia” y otras intimidades literarias

“Memorabilia” y otras intimidades literarias


“Memorabilia” y otras intimidades literarias
Por Fadrique Iglesias Mendizábal

Desde la infancia nos hemos esforzado por conseguir la llave del diario juvenil de nuestras hermanas mayores. Ahora con Facebook todo es mucho más fácil, ya que no sólo ellas, sino los cientos de contactos que tenemos, se esfuerzan por mostrar pedazos de su intimidad, más todavía con el nuevo “timeline”, que pretende llegar a ser un gran libro o secuela de recuerdos, todo en apariencia muy entrañable
Ya lo sugirió Enrique Vila-Matas en una novela suya, “Extraña forma de vida”. Las personas comunes, pero más todavía quienes escriben, son curiosos compulsivos, que se esfuerzan por escudriñar en la privacidad del resto de la gente, teniendo siempre un prisma más exhibicionista, por muy pudorosos que sean.
Los diarios personales, a veces secretos, han sido un subgénero latente en la literatura, digamos que de culto, igual que la literatura epistolar. Ana Frank ha dejado quizás el relato personal más leído (y vendido) sobre las penurias durante la II Guerra Mundial; Oscar Uzín, ganador del Premio Nacional de Literatura Erich Guttentag en Bolivia y sacerdote dominico, defendía los diarios como una potencial escuela primaria de todo escritor; Rodrigo Hasbún y Maximiliano Barrientos, por su parte, han hecho de esta plataforma una pasión, reflejándose en la forma de su escritura y en sus inquietudes académicas; inclusive el Premio Nacional de Novela de este año ha recaído sobre la obra Diario Secreto, firmada por Claudio Ferrufino-Coqueugniot.
En el mercado anglosajón, las editoriales han respondido con éxito a estos impulsos de curiosidad con la edición de textos dedicados a lo que llaman “memorabilia”. El célebre cronista norteamericano del exceso, refundador del nuevo periodismo y conocido por impregnar de subjetivismo al objeto, Hunter S. Thompson, recopilaba vivencias, anécdotas y fotografías de lo que ahora se conoce como el periodismo Gonzo, una suerte de narrativa de la experiencia. El autor de Miedo y asco en Las Vegas, encarnada en el cine por Johnny Deep y Benicio del Toro, durante un viaje a Bolivia mencionado en “Cartas de miedo y asco, vol. 1: La carretera orgullosa”, apuntó destellos de su malditismo y vida de bohemia entregada al alcohol y a las drogas, dejando escrito en La Paz en 1962: “Estoy tratando de salir de aquí, en el tren de la selva, pero el hotel no aceptará mi cheque, así que no puedo salir. Me siento en la habitación a tocar el timbre por más cerveza. La vida ha mejorado enormemente desde que me he visto obligado a dejar de tomarla en serio”.
Pero la intimidad literaria no se reduce a los impulsos pasionales puntuales, mezclándose éstos a veces con proyectos literarios potentes. Si en el mundo hispano la literatura epistolar entre los argentinos Bioy Casares y Borges ha dejado abundante material para el análisis, el estudio y el recuerdo nostálgico, en Bolivia en 2010 se contó con una iniciativa valiosa, promovida por el poeta Rodolfo Ortiz, exbaterista de Loukass, recuperando cartas, folletos, poemas, revistas y dibujos de uno de los escritores más importantes de la historia boliviana, Jaime Saenz, en el especial de la revista literaria “La mariposa mundial” nº 18, y ya parece ser objeto de colección.
Llámense diarios personales, cartas, memorias, blogs, libretas moleskine, agendas gráficas o álbumes de fotos escritos a mano, “timeline” o biografía de facebook, necesitamos y nos interesamos por esa parte que no se quiere mostrar frontalmente pero que nos gustaría que se conozca algún rato.
Fuente: Ecdótica