Rodrigo Bellot: Rupturista y controvertido
Por Paula Muñoz Encinas
Foto: Birgit Moller
“Un cine de personaje, que privilegia la visualidad y la estética, explican la figura de sorprendente proyección en el cine internacional de éste joven director cruceño”.
Para cualquier cinéfilo que se precie de serlo, Rodrigo Bellott no necesita presentación. Su nombre es conocido en el medio porque pertenece a la nueva generación de cineastas Latinoamericanos formados sin dogmas ni manifiestos. A sus 32 años cuenta con una sólida carrera construida a fuerza de tenacidad, constancia y una impresionante capacidad de compromiso con su arte.
La crítica especializada lo califica de “transgresor, rupturista y controvertido”, porque su cine no indigenista arrasa con temas universales y transversales en las sociedades: el sexo y la violencia.
A sus 21 años, fue nominado por la Academia de Hollywood para un Oscar a la mejor película estudiantil; ha sido director de casting en las películas de Steven Soderbergh y Benicio del Toro; fue director de ¿Quién mató a la llamita blanca? y autor de una de las series que componen la aclamada Rojo, Amarillo y Verde; ha dirigido varios cortometrajes y ha participado en innumerables Festivales Internacionales.
Dependencia Sexual, su ópera prima y Perfidia, sobrecogen por el poderoso flujo emocional que provocan.
Crítico y riguroso, el cine de Bellott se caracteriza por la puesta en escena y el manejo en sus guiones de una prosa sencilla que permite el paso a profundas reflexiones.
Bellott tiene perspectiva, frescura, ganas de ver y descubrir cosas nuevas. Cree en la diversidad de estilos, de temáticas, de estéticas, en la experimentación, pero por encima de todo, en un cine que llegue al espectador y que le llegue de distintas maneras. Respeta la opinión personal e intransferible de su público.
Su último trabajo, -Nice People-, con Carlos Bardem, Vicenta N’Dongo y el modelo estadounidense, Doug Porter, que actualmente se rueda en distintas locaciones del mundo y con un presupuesto que quita el aliento, confirma un hecho: Bellott es un director de Cine de autor, tiene un sello propio y aún no toca el techo.
Planificamos la conversación con ¡OH! desde Bolivia. El encuentro, en la ciudad más grande y mágica de Holanda, Amsterdam, se realizó en uno de sus Coffees favoritos, flanqueado de olmos, a orillas del canal Singel.
Se encuentra radicado en esta ciudad hace casi un año junto a 10 de los mejores guionistas del mundo, tras haber ganado una de las residencias más importantes en el medio para cineastas.
Hablamos sobre su familia formada por descendientes de chilenos y alemanes, sus orígenes que se remontan a la actuación en Casa Teatro y Teatro Los Andes, su pasión por la fotografía, nos extendimos sobre las variables de su cine, su orgullo de ser boliviano, la chispa que genera la creación y los proyectos que tiene guardados en el cajón.
Aquí, Rodrigo Bellott, in extenso.
OH!: Eres boliviano pero tu acento no te delata. ¿Te presentas como latino?
No, nunca me he presentado como latino. Soy boliviano. Y no es una cuestión de diferencia, es simplemente darte cuenta de que no eres como el resto y eres tú.
OH!: ¿Por qué haces cine?
Para entender el mundo. Es mi única herramienta. Suena egoísta, pero es cómo yo me comunico con el mundo, cómo trato de entenderlo y cómo el mundo me entiende a mí. Interviniendo.
OH!: ¿De qué manera tus raíces bolivianas influyen en tu trabajo?
Uno crece en Bolivia con el “No se puede”. No se puede, no se puede, no se puede. Es de todos los días. Lo llevas en la sangre. Tienes dos opciones: lo aceptas o le das vuelta. La gran ventaja sería ver el mundo de manera diferente y la posibilidad donde no existe. Uno sabe cómo entrar a una casa cuando la puerta no tiene llave. Lo tenemos todos los latinos, el buscarle la excepción a la regla, el ser astuto sin ser delincuente. Pensar: “Mira, la razón por la que precisamente me estas rechazando puede ser la razón que te salve la vida”. Es un privilegio provenir de Bolivia y el privilegio, la oportunidad, yo los tomo muy en serio. Es mi súper poder.
OH!: ¿Cómo se hace uno director de cine? ¿Vocación?
Yo no hago cine para contar historias, las historias son una excusa para investigar el formato, el medio, para hablar de temas y explorar imágenes y sonidos.
OH!: Hablemos sobre tus procesos
Mis historias se desarrollan a lo largo de años. Mi proceso es la vida misma. Voy robando cosas y hago homenajes que solamente yo reconozco. Un gesto en un filme es una persona que conozco, ésta locación es esto otro y así se va juntando todo. En estos 11 años de carrera he desarrollado una capacidad de oído y observación muy grande. Anoto las cosas más increíbles en mi teléfono. Pedazos de conversaciones, ideas, que luego aparecen en mis películas.
OH!: Tus estudios los desarrollas en EEUU pero tu cine no es hollywoodense.
Estudié Cine, Fotografía y Artes Visuales en el Ithaca College de Nueva York, una Escuela experimental y alternativa, volcada a las artes y a la política. Conocí todo aquello de lo que me había hablado César Brie en Teatro Los Andes. Por eso mi cine ha sido siempre muy poco hollywoodense, más artístico y experimental. A mitad de mi carrera, tomé Historia del Arte y me di cuenta que para hacer cine no es necesario aprender a hacerlo, sino formarte como ser humano, como ser pensante, homo sapiens.
OH!: ¿Cuándo se produce el despegue?
Cuando estaba en 2do año hice un ejercicio que fue nominado al Óscar como mejor película estudiantil. No gané, pero obtuve muchos premios. Kodak me dio película, recibí cámaras para seguir experimentando. Si no me hubiera pasado esto, creo que nunca me hubiera dedicado al cine.
OH!: Con la actual manía de cine de consumo rápido, tu material es una provocación. Hablemos de Dependencia Sexual.
Era originalmente un corto de 6 minutos que terminó siendo una película. Empecé a rodarla cuando estaba en el último año de Universidad. Me titulé en 2001 y la película se estrenó el 2003. Con ésta cinta, recibí el premio de la crítica en el Festival de Locarno, y mi vida cambió de alguna manera.
OH!: Los orígenes de Nice People.
Tuve un accidente en La Paz y tenía mucha rabia. En ése momento estaba trabajando en Ojalá, que es una película que habla sobre la vida después de la muerte. Obviamente la guardé y retomé Nice People, que cuestiona la idea sobre si existe Dios. ¿Quién crea a la gente que es buena o mala? Es una película muy existencialista. Me enamoré del personaje de ella, de sus razones para hacer lo que hace.
OH!: Las mujeres en tus filmes son de carácter. ¿Se podría decir que haces un cine feminista?
Sí. Mis mujeres son muy fuertes y capaces de todo pero siempre desde el contexto. Aquí es donde son víctimas de sus circunstancias. En “La llamita blanca”, Domitila es una mujer con estas características. Piensa en la negrita de Dependencia Sexual y en Perfidia, siempre hay una mujer fuerte. Entonces, me plantee: qué tal si una mujer no es víctima de su entorno y es capaz de ser mala por ser mala. Empiezo a investigar y retomo el guión de Nice People. Descubro prejuicios que tenemos sobre la bondad y la maldad, pero sobre todo, me propongo hacer una película donde mi personaje no sea una víctima.
OH!: ¿Cuál es el punto de partida para la leading lady en Nice People?
Hay una línea que ella dice: “Yo represento todos los pecados que tú nunca te atreviste a cometer”. Esta frase me encanta. Creo que en el cine boliviano nunca lo hemos visto. Cuando terminé el guión me era importante mostrarlo, que lo lean mujeres, a ellas les encanta y a los hombres les asusta.
OH!: Hablas de tu cine como cine boliviano.
Todas mis películas son bolivianas independientemente de dónde las filme y en qué lenguaje porque nacieron de acá y de acá (se toca el pecho y la cabeza), y yo soy y seré siempre boliviano.
OH!: ¿Primero los títulos o las tramas?
Primero nace el título y luego la película. De hecho a veces tengo ideas que no me cuadran hasta que tengo el título. Ahora estoy con una idea que no tiene título, entonces no tengo paz.
OH!: ¿Los directores suelen hacer pausas para dedicarse al casting?
No, soy el único loco que hace eso. Lo que pasa es que a veces me frustro mucho con los tiempos del cine y tengo la necesidad de hacer algo diferente. El 2005 con el casting del Che para Soderbergh, me cambió la vida.
OH!: Parece una decisión inteligente.
No lo hice por inteligente (carcajada). Fue una oportunidad. No le puedes decir que no a Soderbergh y a Benicio del Toro. Nunca he hecho casting más que para mis películas porque en Bolivia no hay directores de casting. Uno se busca sus propios actores. Imagínate lo que significó.
OH!: ¿Cómo vuelves a lo tuyo después de algo tan grande?
Soderbergh me dijo: “Ten cuidado porque después de esto no vas a parar de hacer castings. Tienes que acordarte que tú eres un director de cine”. Y yo pensé: No, yo lo tengo clarísimo. Bueno y hasta la fecha he hecho 8 películas como director de casting (carcajada). Mira, me permite darme aire y no sentirme ahogado. Mientras hago casting pienso en mis proyectos y reúno a mis actores favoritos para después hacer lo mío. De hecho, escribo películas para actores que tengo en mente. Perfidia la escribí para Gonzalo Valenzuela. Nice People, para Vicenta N’Dongo, una actriz catalana, que es quizás de las más guapas por dentro y por fuera que he conocido. Ojalá, fue escrita para Daniel Owen. Y así.
OH!: Profesión: director de cine. ¿Funciona?
Depende para qué. Generalmente atrae a las personas incorrectas. Nunca digo que lo soy.
OH!: Defíneme tu cine en el que prima el sexo.
No creo en las definiciones porque son peligrosas. Podría decir que tengo una manera particular de ver el mundo, un humor peculiar y que tengo mis intereses como todos. Quizás podría hasta decir que todas mis películas tienen una búsqueda socio sexual que va más allá del género. Del sexo me interesa la mala interpretación. Podemos hablar de pasión, de amor, intercambio de fluidos, todo eso forma parte del sexo pero no es sexo.
OH!: Perfidia es una película de una hora y media de sexo donde solo hay una persona.
Puedes tener sexo con la memoria como en Perfidia. En esta película hay una cuestión de ser validado, de existir a partir de tu sexualidad, de ser reconocido. En la Llamita, Domitila usa el sexo para recuperar a su marido. Sigamos buscando.
OH!: ¿Cómo aterrizas en Holanda?
Necesitaba refrescarme y regenerarme así que me postulé con –Ojalá- a una especie de residencia, la más importante del mundo en el medio, que selecciona a 10 de los mejores guionistas y los traen acá durante un año, para que escriban una película. Los holandeses quieren que uno venga con sus ideas y su sociedad se nutra de ellas. Es fantástico. Somos 10 extranjeros viviendo esta experiencia. Hemos compartido los guiones y hablado de cine en profundidad. Entre abril y mayo de este año, hice laboratorio para Nice People con actores holandeses. Probé muchas escenas. Fue bueno y útil.
OH!: ¿Ojalá, la escribiste en Amsterdam?
Sí, está lista. La entregué en febrero.
OH!: ¿Cómo se escribe una película?
El acto de escribir una película es tremendamente complejo. A veces te vuelves autista. Me he encerrado durante períodos de cinco semanas para trabajar.
OH!: ¿Qué pasa con tu vida los próximos meses?
Me quedo en Europa para rodar Nice People. En mayo del próximo año estaré en Nueva York para filmar Ojalá, hasta abril de 2013. En junio siguiente empiezo con otro proyecto, y en 2014 pretendo irme a Nueva Orleans. Es el plan. A veces se caen los proyectos, pero es lo que tengo en mente.
OH!: Has tenido éxito. ¿Cambiaron tus perspectivas?
No existen las carreras meteóricas. También me he equivocado y cometido errores, pero la gente no lo sabe. Para mí, siempre fue importante tener la certeza de que no hago cine por glamour, dinero ni fama. Estos conceptos jamás entraron en mi ecuación.
OH!: ¿Cuál es ésa pregunta que ningún periodista te ha hecho?
Me gustaría aclarar algo que mucha gente asume: que mi vida es fácil y que tengo suerte. No es así. Estas conclusiones son de las que más me ofenden en la vida. Me la juego todos los días y hay bastante sacrificio en esto. Si yo pudiera definir todas mis preocupaciones en una sola frase, no haría cine.
Fuente: Los Tiempos – ¡Oh!
12/23/2011 por Marcelo Paz Soldan