11/05/2010 por Marcelo Paz Soldan
Censura literaria!

Censura literaria!


Racismo y otras discriminaciones
Por: Pedro Shimose

Anticipándose a la regulación y aplicación de la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, el viceministro de Descolonización del Ministerio de Culturas esbozó un proyecto de censura de libros en el currículo escolar plurinacional. Dijo, refiriéndose a Alcides Arguedas y Díaz Villamil, que debería prohibirse la lectura –en las escuelas– de libros considerados racistas. Impresiona esta barbaridad después de que el Gobierno del MAS proclamara el éxito de la campaña de alfabetización llevada a cabo, en tiempo récord, por una misión pedagógica cubana. Por decreto, los bolivianos hemos dejado de ser analfabetos. ¿Para esto aprendimos a leer? ¿Para que el Gobierno nos diga ahora lo que no debemos leer? El ministro Choquehuanca ya lo dijo: ¡No hay que leer libros!
Una prueba del fracaso de la campaña alfabetizadora es este funcionario que, respecto a Alcides Arguedas y Díaz Villamil, se ha dejado llevar por sus prejuicios racistas. El viceministro de Culturas remató su declaración de principios con estas palabras: La meta “tiene que ser la construcción de una identidad nacional (sic) que no tenga nada que ver (sic) con el Estado racista y patriarcal (sic)”. El viceministro se refiere a la desaparecida República de Bolivia que él tipifica como “un Estado racista y patriarcal”. Por lo que leemos, el viceministro no se ha enterado de que los bolivianos ya tenemos una identidad nacional que los indigenistas aimaras intentan liquidar, porque se niegan a ser bolivianos. ¿Un Estado racista y patriarcal? No lo habrá sido si le permitió a él y a los demás indigenistas ir a la escuela, estudiar una carrera universitaria, rebelarse y participar en política hasta llegar al Viceministerio de Culturas para dictaminar lo que se debe y no se debe leer en el Estado Plurinacional.
Ante la protesta de la ciudadanía, otro viceministro –el de Educación Regular del Ministerio de Educación– complicó el debate. Dijo, días después, que “no se prohibirán los libros, pero sí se controlará la lectura (sic) si es que se pone al alcance de los estudiantes” (sic). ¡Fantástico! No se prohibirán libros, pero se controlará la lectura. Y añadió que otros textos considerados racistas serían autorizados “siempre que estén acompañados de un censor (sic)”. ¡Genial! Y concluyó diciendo que “en tres años, el Ministerio de Educación contará con una imprenta propia para reproducir textos guía para todas las unidades educativas, sean éstas particulares, fiscales o de convenio”. No sé qué es peor. Lo cierto es que estos nuevos antiimperialistas sí creen en los trusts y los monopolios, siempre que sean estatales y ellos, los mandamases.
No para aquí la cosa. La Ley 045 contiene tres artículos contra la discriminación. Citaré dos: “Equidad de género” (art. 5, inc. e) y “Homofobia” (art. 5, inc. g). Resulta fácil imaginar que en su última gira turística el presidente Morales le obsequió a su amigo Ahmadineyad un ejemplar de la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación para que la copie y aplique en Irán, donde oficialmente se odia a los judíos, se ahorca a los homosexuales, se justifica la ablación de las niñas y se lapida a las mujeres infieles a sus maridos y al Islam de los ayatolás. No creo que al Presidente iraní le importe mucho lo que haga Evo en Bolivia (como no sea apoyar su programa nuclear), pero Ahmadineyad sabe que algunos bolivianos siguen comiendo pollo, que las cambas exhiben su hermosura en los carnavales de Santa Cruz y que las ‘chinas supay’ enseñan bragas en los de Oruro. De seguir así, las magníficas, las reinas de belleza, las misses, las ‘caporalas’ y las chinas supay no enseñarán ni el tobillo, pero llevarán velos al estilo de las enfermeras iraníes de El Alto de La Paz. Quizás, hasta resulten más sexis.
Fuente: El Deber