11/04/2010 por Marcelo Paz Soldan
Mario Vargas Llosa y el Premio Nobel de Literatura

Mario Vargas Llosa y el Premio Nobel de Literatura


El Nobel de Literatura 2010
Por: Javier Claure C.

El jueves 7 de octubre, a la una en punto de la tarde, las radios suecas anunciaban el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura 2010: Mario Vargas Llosa.
La noticia cayó como una bomba y, como buen latinoamericano, sentí una profunda alegría porque el premio había recaído en nuestro continente después de 20 años. Sin embargo, me quedé muy sorprendido por esta decisión, pensé que el brillante escritor peruano-español había pasado de moda para la Academia Sueca. Ni él mismo se lo creyó cuando el permanente secretario de dicha Institución, Peter Englund, le llamó por teléfono para darle la noticia. Vargas Llosa pensaba que se trataba de una broma.
Es cierto que su nombre ha sido barajeado, muchas veces, en los salones de la Academia Sueca, pero creo que su mala intromisión en la política y su candidatura a la Presidencia del Perú, en 1990, afectó negativamente para que obtenga mucho antes el tan preciado premio. El autor de La ciudad y los perros perteneció, junto a Gabriel García Marquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, al llamado “boom latinoamericano”.
Juan Carlos Onetti decía que Vargas Llosa “tiene una relación conyugal con la literatura”, y lo demuestra claramente en su obra monumental. Muchos de sus libros reflejan una lucha entre clases sociales antagónicas, que se han desarrollado intrínsecamente en las sociedades latinoamericanas. O sea, no es que Vargas Llosa haya creado esa lucha de clases; pero él ha sabido interpretar esas realidades de una excelente manera. Es decir, las ha intensificando con imágenes, dichos y otras contribuciones de su fantasía, por lo demás ingredientes necesarios en la tarea de un escritor.
Me imagino que para escribir una novela como La fiesta del Chivo ha tenido que hacer muchas investigaciones a cerca de la vida política y social de la República Dominicana, un país gobernado por el Chivo durante tres décadas (1930-1961).
No cabe duda del aporte de Vargas Llosa a las letras universales. Sus obras literarias han sido traducidas a 30 lenguas, y ha recibido un sinfín de premios y distinciones.
Hablar del flamante ganador del Premio Nobel de Literatura conlleva, como mencioné implícitamente arriba, a hablar de política. A estas alturas del partido, todo el mundo conoce que el escritor peruano-español perteneció, un corto período de su vida, a las filas de la izquierda latinoamericana. En la década de los 60 admiró a la Revolución Cubana y posteriormente, gracias a sus amargas conclusiones, se alejó de las ideas socialistas. En 1983, durante el gobierno de Fernando Belaúnde, formó parte de una Comisión Investigadora del caso Uchuraccay, en donde 8 periodistas fueron asesinados. Se cree que a partir de este hecho, Vargas Llosa, empieza a interesarse por los asuntos del Estado. Sin embargo, después de algunos años de silencio vuelve a la palestra política, pero esta vez como un recalcitrante neoliberalista defendiendo las teorías de la derecha. Durante los últimos años se ha dedicado, entre otras cosas, a criticar, a voz en cuello, a los presidentes de Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Argentina y a la ex Unión Soviética.
Hugo Chávez, Evo Morales y Fidel Castro son, sin lugar a dudas, su blanco a los que trata de ridiculizar, cada vez que puede, ante los medios de comunicación. De Evo Morales dice: “… es un caudillo bárbaro, producto de una visión esquizofrénica de América Latina”. Y además asegura que sus planteamientos, al igual que los de Chávez y Ollanta Humala, “son racistas” porque enfrentan a indios contra blancos. Parece que Vargas Llosa no ha vivido mucho tiempo en el Perú, que tiene muchas cosas en común con Bolivia. O quizá, padece de una amnesia aguda que no le permite darse cuenta de las confrontaciones entre indios y blancos que él mismo vio, cuando estudiaba en el Colegio Militar Leoncio Prado.
En los países latinoamericanos donde existe un gran número de gente nativa o indios como se los suele llamar, la confrontación de indios contra blancos se dio hace mucho tiempo. Unas veces muy sutilmente y otras veces de una manera despiadada. El racismo de la clase criolla contra los indios siempre ha sido cruel. Habría que mencionar a esas indias trabajando de sirvientas para la clase media alta por poco dinero, a esos hambrientos cargadores que llevan en sus espaldas encorvadas tremendas cargas, o a toda esa gente arrinconada por corresponder a un estrato social relegado. De lo que se trata es, sin duda, cambiar la realidad de ese mundo explotado desde hace siglos. Es decir, de romper esa relación de marginalidad e inferioridad por parte de los indios frente a la población blanca. Y eso es lo que están intentando algunos gobiernos latinoamericanos.
El apellido, el color de la piel, la posición social, económica y cultural son, en muchos casos, factores decisivos para el desarrollo del ser humano. Incluso son factores para escoger la pareja conyugal. La diferencia de clases sociales empieza en los primeros años escolares. En los colegios estatales están los hijos de clase media normal, los hijos de obreros, campesinos y otros segmentos sociales de bajo poder adquisitivo. En cambio en los colegios particulares, están los hijos de las clases sociales más acomodadas. En otras palabras, la confrontación social, por así decirlo, entre indios y blancos está bien marcada desde hace muchísimas décadas.
Particularmente en el caso de Bolivia, no es sino a partir de la Revolución Agraria del 9 de abril del 52 que el indio puede pasear por la Plaza Murillo, situada en pleno centro de la ciudad de La Paz. Además, se introdujó el voto universal y la abolición del pongueaje. El indio recibió su parcela de tierra cultivable.
Algunos filósofos europeros y crónistas españoles se expresaban despectivamente cuando hacían sus juicios sobre los indios. El cronista argentino, Lucio V. Mansilla, decía, por ejemplo, que los indios eran “un grupo de reptiles asquerosos”. Para no ir más lejos, citaré un puñado de intelectuales bolivianos que revelaban sus pensamientos de similar manera. Gabriel René Moreno, historiador y bibliógrafo sostenía la idea de que la raza india era degenerada y agregaba: “El indio incaico es sobrio, uraño, asqueroso y sórdido”. Un ex presidente de Bolivia, José Manuel Pando (1899-1904), manifestaba: “Los indios son seres inferiores y su eliminación no es un delito sino una selección natural”.
Uno de los máximos exponentes de la literatura boliviana, escribe en uno de sus libros publicado en 1909:
– Sojuzgado, pues, el indio por diferentes creencias contradictorias, enteramente sometido al influjo material y moral de sus yatiris, de los curas, patrones y funcionarios públicos, su alma es depósito de rencores acumulados de muy atrás, desde cuando, encerrada la flor de la raza, contra su voluntad en el fondo de las minas, se agotara rápidamente sin promover clemencia en nadie. Y ese odio ha venido acumulándose conforme perdía la raza sus caracteres y rasgos predominantes. Hoy día, ignorante, maltratado y miserable es objeto de explotación general (Alcides Arguedas, Pueblo Enfermo, p. 47).
Tomando en cuenta esos retrógrados razonamientos, da la impresión que esos señores trataron de explicar el desarrollo de una sociedad en términos raciales. Y como dice Vargas Llosa; los prejuicios sociales en América Latina más que raciales son culturales. Y en eso sí estoy en pleno acuerdo.
A Bolivia llegaron los españoles a saquear y explotar sus riquezas minerales. Lo mismo han hecho los norteamericanos sin importarles el desarrollo del país. Y Evo Morales junto al pueblo boliviano, sin volver a la época del Tawantinsuyo, han dicho No al saqueo! Pues ahora el Estado Plurinacional de Bolivia se hace respetar y dialoga incondicionalmente con el verdugo del Norte. Es cierto que Evo Morales, no es el único indigena en el poder, han habido algunos en el pasado; pero al menos es el único aymara que ha hecho cambios trascendentales en las estructuras de la sociedad boliviana. Su gobierno ha llevado a cabo una revolución democrática y cultural. Apesar de los complejos procesos sociales, su proyecto histórico tiene un tinte muy boliviano con sus pro y sus contra.
Vargas Llosa puede llamarle a Evo Morales: indio, cocalero, sindicalista, maniobrero o lo que quiera; pero los cambios políticos y sociales los ha realizado. Ningún partido político de izquierda, en el pasado, ha hecho tales cambios. Tampoco digo que todo marcha por un camino de rosas, ya que ningún fenómeno social es perfecto. Según un informe del FMI, 19 de enero del año en curso, Bolivia se benefició de un importante incremento de los precios de sus principales exportaciones. Esto le permitió acumular una cantidad considerable de reservas internacionales y generar superávit fiscales de gran magnitud. En consecuencia, el crecimiento económico boliviano fue uno de los más altos de América Latina. Yo quisiera saber que dice Don Mario Vargas Llosa de estos elogios que Bolivia, y su gobierno, reciben de diferentes instituciones.
El mundo está mucho mejor, sin duda alguna, de lo que estaba cuando la ex Unión Soviética amenazaba al mundo libre. Y eso podría haber sido el origen de un nuevo cataclismo como lo fueron las dos guerras mundiales, dijo, en una entrevista, el escritor peruano-español. Yo creo que este señor que le gusta escribir mucha literatura y, además, lo hace muy bien; tiene una venda enorme en sus ojos. El mundo esta cada vez más peligroso: Estados Unidos e Inglaterra han hecho circular, por el mundo entero, tremendas mentiras para invadir Irak militarmente. Israel ataca a menudo al pueblo palestino. Afganistán se está desintegrando cada día más. Su presidente, Hamid Karzai, ha denunciado, en la prensa internacional, que Estados Unidos y sus Empresas de Seguridad, en territorio afgano, provocan el caos y la muerte de muchos afganos.
Israel y Estados Unidos amenazan, ahora, invadir Irán. Se cometen torturas en muchas partes del mundo. El sitio web, WikiLeaks, ha puesto al descubierto, con miles de documentos, las torturas perpetradas por el Ejército Iraquí contra la población civil y con la ayuda de Estados Unidos. Se habla de 15 000 víctimas entre la población civil, cifra nunca mencionada anteriormente.
Existen problemas limítrofes en el mundo etc, etc. Y Varagas Llosa ha hecho confesiones para el paladar de George W. Bush, Sebastián Piñera, José María Aznar, Shimon Peres y si Pinochet estuviera vivo; seguro que aplaudiría los testimonios del autor de “La casa verde”.
Hay países muy prósperos en América del Sur, en cuanto a industria y económia se refiere. Se expresan orgullosos como si pertenecieran al Primer Mundo, pero cuando se toca el tema de integración cambian de actitud hipócritamente. Actuan bajo una lógica difusa invertida, es decir, son muy inteligentes para unas cosas, y para otras sufren de un autismo intelectual que no les deja ver más allá de sus narices. En los momentos que se creen agredidos dicen: “nostros podemos pegar fuerte a quien nos moleste” haciendo alusión a su Ejército. Gastan cuantiosas sumas en armas y eso, naturalmente, crea un estado de hostilidad en la zona. Se ha dado, según mi opinión, el nacimiento de un Israel Sudamericano que se vale de una política totalmente darwinista. Y, como fruto de ello, impone su presencia arrogante y prepotente en función de su arsenal bélico, sus militares y la fuerza bruta. Esta situación es mucho más peligrosa de lo que esta haciendo el señor Evo Morales en su país, y Vargas Llosa no dice absolutamente nada al respecto.
Pues bien, para terminar esta nota y para que no malinterpreten mi respeto por la Academia Sueca, debo aclarar, una vez más, que el escritor Mario Vargas Llosa es bien merecido el Premio Nobel de Literatura 2010. Siempre lo recordaré como uno de los más grandes de las letras hispánicas, como un ícono de la literatura universal, pero también lo recordaré como un titiritero del imperialismo yanqui. Y con una inteligencia asombrosa proporcional a sus obras de arte; e inversamente proporcional a sus infames declaraciones políticas.
Fuente: Ecdótica