Mondacca: “soy una bestia de teatro”
Por: Sandra Arias
Desde 1973, David Mondacca, actor y director beniano, integró los principales elencos de teatro del país, bajo la guía de los más destacados directores nacionales, también trabajó con reconocidos dramaturgos internacionales. Participó en más de 100 obras de teatro. En televisión hizo ciclos de cuentos nacionales (“Criolladas”) y las teleseries (“La Hoguera”, 1979) y (“Bajo el Mismo Techo”, 1981), “Vidas y Muertes Boomerang” (1988) e “Historias del Vecino” de Fernando Aguilar y en telenovela hizo “Radio Pasión” (1993). En el cine destacó en “Amargo Mar”, exitoso filme boliviano, y en dos largometrajes de Diego Torres.
A continuación una entrevista a propósito de su libro El santo del cuerno.
Lecturas (L): ¿Actor, director o escritor?
David Mondacca (DM): Soy una “bestia” de teatro, esto supone abarcarlo todo, desde barrer el escenario hasta velar por el último detalle. Sigo siendo el primero en llegar al espacio y el último en irme…no sin antes hincarme y besar el escenario en la penumbra, aún escuchando en mi cerebro el aplauso cerrado del público, soy devoto del espacio donde dejamos parte de nuestra vida, se que tendré que recogerme de estos lugares cuando haga el mutis definitivo. No puedo soslayar la presencia de la muerte en cada representación, esta conciencia de la enlutada nos provoca ser impecables en la escena y en la vida misma.
Me hice director por necesidad, por ese entonces nadie compartía mi forma de ver el teatro, a mí me gusta el delirio de la escena en mi alma y en mi cuerpo.
La escritura la abarco por la urgencia de plasmar imágenes, sin este medio (la escritura) estas impresiones se desvanecerían en el tiempo. En alguna parte del libro sostengo que no tengo pretensiones literarias. La palabra dramaturgo dice mucho… dramaturgo es Raúl Salmón, Wíder Cervantes, Guido Calavi, Néstor Peredo. Lo que hago es escribir ejercicios dramáticos concatenados con un tema central. La palabra dramaturgo, que es quien escribe para teatro, es grave palabra. Tiene que ver con demiurgo con creador y de veras me asustó. Hay que respetar el verbo, llamar las cosas por su nombre.
L: Con una dosis de apasionamiento y dejando de lado la formalidad, evalúa tus 37 años de carrera.
DM: Encarnando varias existencias en estos 37 años me di cuenta que no hago otra cosa que interrogar a la muerte…el ¡¿porqué se lleva tanta vida?! … no me va a sorprender respondiéndome con la muerte misma… Estas palabras encabezan “Ojos de Kurukuta” texto que completa la trilogía “La Paz Desnuda”
Estos 37 años han sido una batalla de cada día, no sólo con los instrumentos del actor voz y cuerpo, también con dignificar la profesión en este país donde ningunear a los nuestros es cosa cotidiana.
A mis 18 años ya sabía lo que quería “ser un actor de verdad…” venga lo que venga, hice oídos sordos a las súplicas de mi madre, aquello de que abrazar el teatro como profesión es un suicidio, en un medio que no valora a sus creadores; que es una locura pretender vivir del teatro. Omití esos comentarios y cuestioné a mis mayores por no haber tenido las agallas para hacer de su pasión una profesión. Pues muchos se quedaron brindando al teatro sólo el tiempo que le sobraba.
Siempre supuse que vivir del teatro era un acto de valentía, cortar amarras, quemar naves.
No concibo el teatro despojado de su misterio, en origen era camino de conocimiento y sigue siéndolo. Es una constante batalla con el ego. No hay que dejarse seducir con los cantos de las sirenas. Mi asombro ante la vida sigue intacto y sigo muriendo de miedo antes de entrar al escenario…sé que el día que el miedo desaparezca todo habrá terminado.
L: ¿Qué sientes respecto a la actuación en TV o cine, te motivan lo suficiente como para volver a aceptar o crear proyectos en esos espacios?
Tuve gratas experiencias en televisión y en cine, estos formatos son escalones necesarios para el actor, pero el dominio de la técnica es abrumador. El cine está despojado del ritual que requiere el teatro y esto se debe, sobretodo, a la falta de continuidad dramática en la filmación.
El cine es el director, el editor y la cámara, te pueden hacer decir lo que no has dicho, muchos sólo necesitan rostros bonitos, hay honrosas excepciones, claro.
¿Te diste cuenta que la palabra “videasta” yace en el olvido? Todos se dicen “cineastas” y al trabajar sin el rigor que exige el celuloide esta sobreproducción puede ser contraproducente para el cine nacional.
Es seguro que “Moreno de Plata” la hacemos en video digital, claro… a veces nos cuestiona lo efímero del teatro.
L: Parecería que a partir de la trilogía de Sáenz, un cierto tipo de personaje se te instaló en el cuerpo. ¿Es una impresión errada o sientes inclinación por personajes densos?
DM: Te respondería con fragmentos de la poesía de Bukowski (soy amigo de los perdedores, de los de dientes rotos y de vidas rotas, siempre se me acercaron los locos, los perdidos, los desquiciados, los mendigos, los fracasados de la vida, he sido amigo de suicidas…).
Walt Whitman dice: “Miles habitan en mi, los átomos que me conforman también son tuyos y míos”, Shakespeare en Ricardo III grita: “…Mil siete voces gritan por mí …” . Todos abrigamos todo. Una atmósfera adecuada y aflora lo que guardamos en el más absoluto secreto, seguramente por eso Omar Kayam escribe “ …Desconfía de aquel que no bebe…” y otro poeta nos dice: “…el vino puede sacar cosas que el hombre se calla, cosas que queman por dentro, cosas que pudren el alma…”. El teatro tiene un poder embriagador capaz de desnudarte y alguien que se precie de “hombre de teatro” el primero en desnudar su alma.
La coherencia entre vida y obra de Jaime Sáenz ha sido vital para mi trabajo. Ser uno mismo, ser auténtico es una premisa fundamental del actor que va a encarnar otras vidas. La obra de Jaime te permite ver el país de frente y habitar los personajes que en su sencillez viven sus vidas intensas. Un átomo de infinito habita en cada uno de ellos expresamente me refiero a la trilogía. Alguien me dijo que he traducido el espíritu popular del autor con esta trilogía. Para mi su poesía sigue siendo oscura, su narrativa es la que he volcado al escenario. Donde he llevado su obra el espectador siempre ha quedado estremecido, no sólo en el ámbito nacional. Hay algo en la obra de este autor que se queda en ti, actores y espectadores, participan de ello. Nos dijeron: “¡Esto no es teatro, es brujerío!”
L: ¿De dónde surge la idea de El santo del cuerno?
Trabajé durante ocho años en El Alto y la miseria material te golpea a cada instante, la obra trata de experiencias con “lustras”; pero no aquellos que tienen protección de hogares religiosos u ONGS, o aquellos que están organizados en sindicatos o asociaciones, El Santo del Cuerno trata de los “lustras” más desamparados, aquellos que entendieron que lo único importante es que nada es importante. Intento acercarme a ese mundo y reflexionar sobre sus ansias, sus deseos, sus temores, sus esperanzas. Hay “lustras” impedidos, pensé en un “lustra” manco que se hace diestro con el cuerno de toro que cubre su muñón. Esta historia concatena las otras y cada una se hace susceptible de ampliarse a varios personajes, cada historia tiene valor por sí sola.
L: El “lustra” es un personaje que forma parte del “paisaje” social de La Paz, ¿cómo se logra que el público de otras ciudades capte la esencia de lo que se quiere mostrar?
DM: Como epígrafe en el libro coloqué “háblame de tu pueblo y serás universal”. La obra “Moreno de Plata”, contempla en la primera parte la historia de un “lustra” seducido por una “jailona”, esta obra recorrió más de 10 ciudades de Chile en Festivales Internacionales, no hubo ningún problema para que el público entienda el carácter del “lustra” paceño que cubre su rostro por varias razones y que sólo pertenece al Ande, ¿muy similar al aparapita, no?
L: ¿Cómo logras que los estudiantes de la Universidad Católica Boliviana, que forman parte del elenco, se metan en la piel del “lustra”?
No solo trabajé con el elenco de la Católica, sino también con el elenco de la Escuela Municipal de El Alto, donde la gente no es ajena al oficio de lustra calzados. Es una propuesta intercultural, dos grupos distintos unidos por la escena viviente que tienen mucho que enseñarse. Ambos tuvieron que despojarse de sus roles para asumir un proyecto en común, además de la presencia del elenco oficial de Mondacca/teatro, marcó la pauta a seguir, por supuesto que los alumnos de la Católica realizaron experiencias guiadas caracterizados de “lustras” recorriendo La Paz, sintiendo en carne propia lo que es ser casi invisible. Cabe señalar que el aporte de Marcelo Paz Soldán y la Editorial Nuevo Milenio para la publicación del texto es fundamental. A ellos estamos eternamente agradecidos.
L: ¿Hasta qué punto sientes que es una representación creíble?
El público común y corriente es el que determina si la obra llega o no, sus risas, su asombro, su identificación nos dan la pauta.
L: Son 24 historias individuales, además de tratarse de personajes condenados a la marginalidad en la que vive el “lustra”, ¿cuál es el hilo conductor?
DM: Es un recorrido por la ciudad de La Paz, de extremo a extremo, todo confluye en la devoción por ese niño de muerte violenta que el vox populi lo santifica, si quieres “El santo…” es un pretexto para echar una mirada a lo que no queremos ver. Más de una persona se molestó por el “Desfile de las Magníficas lustras”, mientras otras se conmovieron al llanto por la misma escena. ¿Quieres tener una experiencia de lo que te digo? Párate en la Av. Mariscal Santa Cruz esq. Colombia, hay unos ancianos que piden limosna, observa quienes se conmueven y dan sus centavos. ¿Sabes quienes?… La gente de a pie, la más simple, el chofer del minibús, el taxista, los más humildes. Los que ostentan más por supuesto que pasan indiferentes.
L: ¿En algún momento sentiste que enseñar teatro te quitó espacio para escribir o actuar? ¿O ambas actividades se complementan?
DM: Se complementan pero requiere un orden, uno aprende a ser actor luego es asistente después de haber sido técnico en todo, luces, sonido, tramoya, vestuario, etc. Se llega a director y para llegar a la autoría se empieza por adaptar, reescribir, traducir y sólo (así) finalmente (se puede) ir a la historia propia, ésta practica siempre en pequeños ejercicios dramáticos. Como afirma el famoso “Ojo de vidrio”, nuestro amigo Ramoncito, no se puede escribir sin leer casi despiadadamente, el actor debe leer hasta el papel higiénico y no bromeo.
L: ¿Qué opinas de la aparentemente eterna pugna entre el teatro popular y el teatro contemporáneo?. Algún director paceño, hace poco, dijo que hay menosprecio.
DM: El menosprecio viene de ambos lados. Me formé en el teatro clásico. Lorca, Paso, Moliere, Ionesco, Camus, Schiller, Lope de Vega, Anouil, Sófocles, luego en mi afán de aprender hice teatro popular con Tito Landa, David Santalla, Cacho Mendieta, verdaderos maestros de la comedia popular. Si bien ellos no se regodeaban nombrando Stanislavski, manejaban el sistema por intuición. Te hacían reír, llorar y renegar a la vez. Las giras teatrales al interior eran de casi de un mes y en los espacios más insólitos que te puedas imaginar. Eran actores de batalla, en estas circunstancia te formabas y las teorías tenían que ser comprobadas.
A los otros actores siempre les faltó humildad, hablaban del sistema y de las experiencias nuevas, pero (eran) incapaces de bajarse del caballo y de sacar el teatro del teatro, intelectualizaban el hecho teatral a tal punto que podían estar en el trabajo de mesa y en los ensayos durante un año para tener una sola representación. Eso sí, debía figurar en su currículum esa obra y ese autor. Entendí que hacía falta un “teatro nacional”, he aunado ambas experiencias y esa es mi propuesta de un teatro propio que nos corresponda y nos identifique. Nuestro aporte tiene que ver con un rescate de la literatura nacional. Hace como 10 años que no hacemos escritos expresamente para teatro. No nos quedarnos en la mera reproducción, sino que vamos a la creación de nuevos textos.
L: También se comentó que el teatro boliviano carece de buen nivel de profesionalización, ¿cuál es tu percepción?
DM: En estos tiempos de “Invasiones Bárbaras” muchos venden la idea de que existen atajos para ser actor, nada más mentiroso… Ellos mismos aseguran que no tenemos profesionales, los tenemos por supuesto y de gran valía. Están muy ocupados haciendo y no diciendo que hacen, y lo que hace falta son hacedores. Los especuladores y críticos son los que abundan. Conocí a alguien que en cosa de tres meses había escrito una obra, actuó en su puesta y la dirigió, por esta única obra él figura ahora como actor, director y dramaturgo… ¿que tal?… tres meses y listo. Entenderás que hay mucha impostura en estas lides.
L: ¿Tienes algún sueño por cumplir?
DM: Un poema que encontré en mi adolescencia dice: “… Encontré el corazón de una mujer como refugio, ya no me duele haber nacido y estar muriendo bajo tu cielo infinito, noche que me has acompañado sin descanso…”
Fuente: Los Tiempos
10/19/2010 por Marcelo Paz Soldan