Periodiquitos
Por: Mauricio Rodríguez Medrano
La primera y última vez que hablé con Antonio Paredes Candia yo tenía 10 años. Me regaló un periodiquito de Alasita y me entregó la receta del verdadero arroz con leche. Fue un 23 de enero. “Pide un deseo en miniatura y piensa en grande”, me dijo. Jamás podré olvidar esa sonrisa de gitano.
“La Época—Paz de Ayacucho, miércoles 23 de Enero de 1850—Dios, Patria y Libertad Ofrezco a los de mi edad”, dice la tapa. Los autores son anónimos. Es uno de los periódicos más antiguos que se vendían a las afueras de las iglesias de la ciudad de La Paz cada 24 de enero.
Los periodiquitos de Alasita se editaron después del cerco de Tupac Katari. Nacieron con la idea de hacer una crítica de las autoridades españolas. Y no pudo faltar el humor: “El Burro —La Paz 24 de enero de 1869—Rebuzno 2º—Periódico Alacítico, grave, serio, formal, pesado—Redactor: un burro literato”.
“El que más se vendió en otras Alasitas fue el suplemento Kalasutra. Eran fotografías de muñequitos de piedra que parodiaban al Kamasutra. Me encantó la postura del Burro Matrix”, dice José Mamani, canillita de Alasita. En la feria actual sólo existen cuatro puestos que venden los periodiquitos de Alasita.
“El Chairito —Director: Don Casto Judex—Administrador: Perico Sardinilla—Este diario se edita en los cielos, nunca tuvo talleres, no adula ni a Cristo y vivirá hasta mañana—La Cueva de La Paz, a los 24 días de Enero de 1921—La Paz—Órgano disparatero/Que no tiembla ante ningún bolero…”, dice la tapa de uno de los periodiquitos que más se vendió en 1921. Muy pocas veces llegaban a una segunda edición.
El único año que se prohibió la publicación de los periodiquitos, fue en 1977, en el gobierno de facto del General Banzer. “Aún así salió de forma clandestina. Cuando Banzer se enteró, sólo acertó a reírse. Después descubrió quiénes lo habían editado. Y fueron exiliados”, dice Carlos Camacho, historiador y artesano de la feria de Alasita.
Los escritores Jaime Sáenz, René Poppe, también editaron un periodiquito. “El Quevedito”, se llamó. Fueron y son parte de la Literatura, pero sólo existe un libro de Antonio Paredes Candia que los investigó: “La Alacitas”. Tal vez porque no tienen la debida seriedad que buscan los académicos.
El viejo Gitano también me dijo antes de marcharse: “La Literatura no pertenece a unos pocos, sino es parte de las personas que miras —me señaló a un vendedora de dulce—”, después acarició mi rostro y sonrió. Dejó en mi mano 1 boliviano. Entré a Alasita con mamá y pedí un deseo en miniatura, después fui a jugar canchitas.
Fuente: Ecdótica