Novela negra en Chile
Por: Bartolomé Leal
Cuando queda menos de un mes para que se inicie en la capital de Chile el Festival Santiago Negro (14 al 18 de octubre), la expectación cunde. El evento se remitirá esta vez, por inauguración, a autores españoles y chilenos; pero si la cosa prende, dicen que en el futuro será latinoamericano…. ¡Y qué españoles vendrán! Nada menos que dos de los grandes maestros vivos del género: Andreu Martín y Juan Madrid. Además de otros destacados exponentes del género negro en España, como Juan Bolea, Lorenzo Silva y Domingo Villar, bien conocidos por los aficionados.
Y cuando uno ve la lista de chilenos, no puede sino darse cuenta que sí, que en este país hay un movimiento de narrativa negra. Tenemos a dos autores de primera fila, al menos en el contexto internacional: Ramón Díaz Eterovic y Roberto Ampuero. Y otros que son autores de dos, tres y más novelas negras, como Sergio Gómez, Bartolomé Leal, Antonio Rojas Gómez, Elizabeth Subercaseaux, Carlos Tromben o Mauro Yberra; más otros que han incursionado ocasionalmente, y se espera que reincidan.
También estarán en Santiago Negro los académicos, que los hay y son bastante estudiosos. Y los editores, a ver si se animan.
Tenemos una prehistoria, debe señalarse: un James Enhard que publicó en Argentina al lado de Ellery Queen y S.S. Van Dine; un Mortimer Gray, que hizo su carrera en México; un René Vergara, auténtico ex inspector de policía que noveló sus experiencias. Y antes de todos, el historiador Alberto Edwards, que creó un personaje paradigmático, Román Calvo, “el Sherlock Holmes chileno”.
Cabe la pregunta: ¿es realmente importante la novela negra chilena a nivel mundial? La respuesta es no, pero eso se aplica a toda la novela negra latinoamericana. Argentina, Brasil, Cuba y México, países donde hay una tradición del género, tienen unos cuantos autores destacados, más que los chilenos, pero también en número limitado. Brasil cuenta con un autor colosal: Rubem Fonseca. Argentina, luce un clásico: H. Bustos Domecq (que eran Borges y Bioy Casares); y un autor tremendo, Rodolfo Walsh. México tiene a Paco Ignacio Taibo II, que opaca al resto. La escuela cubana ha dado un puñado de autores de primera línea: Daniel Chavarría, Leonardo Padura, Justo Vasco y Amir Valle.
Insistiendo, ¿dónde está el punto débil en la novela negra chilena? Y aquí me voy de tesis. Es una narrativa más bien gris que negra, donde la maldad se expresa de otra forma que en chorros de sangre (que ha corrido por cuenta de asesinos reales). Es una narrativa pulcra, poco experimental, sobria, que gira cual polilla en torno a ciertos sucesos traumáticos de relevancia local. Una literatura que no arriesga. Una literatura un tanto miedosa: de los críticos (que en Chile son feroces), de los lectores (que son flojos), de sí misma (el género es despreciado), de su capacidad para escribir (que nadie moldeó).
Por eso hay un solo autor que descolla, el mencionado Díaz Eterovic. Los demás estamos todavía tratando de salir de la niebla, incluido este servidor.
Fuente: Ecdótica