El poeta Silvio Mignano
Por: Pedro Shimose
Poeta y diplomático como lo fueron, en el siglo pasado, el francés Saint-John Perse, el chileno Pablo Neruda, el mexicano Octavio Paz, el brasileño Murilo Mendes, el ecuatoriano Jorge Carrera Andrade y el boliviano Óscar Cerruto, el italiano Silvio Mignano (Fondi, 23/10/1965) presentó en la X Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra su libro, en edición bilingüe, Non abbiamo uno sceneggiature di scorta / No tenemos un guionista de repuesto (La Paz, Editorial Gente Común, 2009). La versión española es obra del propio poeta. Todo un acontecimiento.
Doctorado en Derecho por la Universidad La Sapienza, de Roma, en 1988, ingresó, tres años después, mediante concurso, en el servicio diplomático italiano. Su impecable carrera ha sido recompensada con el título de Caballero de la Orden al Mérito de la República de Italia. Representó los intereses de su país en las embajadas de La Habana, Nairobi, Basilea y, desde 2007, en La Paz, Bolivia.
Ha publicado dos novelas y muy pronto entrará en prensa su tercera. Además de un libro de cuentos para niños, ilustrado por el autor, Mignano publicó ensayos y cuentos en revistas italianas, cubanas, dominicanas y bolivianas, pero su fuerte es la poesía, una obra lírica intensa y expresiva, trabajada en versos de lenguaje coloquial que transfiguran la realidad cotidiana y transmutan la experiencia en música verbal.
Discípulo de Horacio –‘Ut pictura poiesis’– su poesía es eminentemente visual, tamizada y enriquecida, desde luego, por el ‘esprit de finesse’ que diría Pascal. A su primer libro de poemas –Taccuino nero per il viaggio (2003)– agrega esta edición boliviana de extraño título. ¿Por qué llamar No tenemos un guionista de repuesto a una colección de poemas? Cualquier lector desprevenido pensaría que se trata de un libro sobre cine. Pero no. En el poema homónimo (pág. 106), Mignano reflexiona sobre la vida, su vida, y como si se tratara de una película rebobina sus recuerdos “para darnos cuenta de los muchos roles que fueron inadecuados… / de cuántos errores hemos aceptado en el guión” y, confiando en la memoria para “reconstruir el encaje de los rostros” hasta “plasmar con las yemas nuestro ‘golem’ privado, / enviarlo afuera, a las calles desiertas” para “que vuelva a casa, si es que quiere, y nos relate” nuestra historia de fracasos y decepciones. Lo terrible es que el presunto guionista esculpido es el golem, ese ser monstruoso, deforme, inacabado, brutal, imperfecto, creado por la imaginación de Meyrink e invocado en más de una ocasión por Borges. Y para el golem, el guionista privado del poeta, no hay sustituto.
La memoria del poeta Mignano registra también momentos dichosos como, por ejemplo, la gestación en el vientre de la esposa de su primogénita, con imágenes de Kenya al fondo. Beatriz es un poema antológico.
Uno de los cuadernos de este libro –Los Rothko de la Fundación Beyeler– sigue la estela de William Carlos William y su poema dedicado al Hombre de la guitarra azul, de Picasso; de Andrei Vosnezenski y su poema a los Desastres de la guerra, de Goya; y a los de Pío E. Serrano y su poema serial sobre las cajas pintadas de Joseph Cornell.
Otro cuaderno tiene especial significado para nosotros. Puede decirse que se trata de un ‘libreto boliviano’ o, como prefiere el autor, un ‘guión boliviano’. Embrujado por el encanto de la ciudad de La Paz, Mignano escribió nueve poemas memorables. A ellos se añaden dos más pertenecientes a otra sección: La tercera estrella y Tonio Kröger. ¡Admirables!
Para finalizar, el prólogo del poeta boliviano Benjamín Chávez es un aporte más a la alta calidad de este libro asombroso. // Riberalta, 10/07/2009.
Fuente: El Deber