08/08/2025 por Sergio León

Poesía, cuerpo, hueco: para evocar a Camilo Barriga

Textos que fueron leídos en la conferencia El camino de la poesía, homenaje al poeta boliviano Camilo Barriga (1991-2020)

El no lugar de la (in)comunicación: a propósito de Anus Solaris o la máquina de sodomizar a todos 

Por Mauro Gática

Todo comienza con el poema perfecto
Roman Antopolsky

La poesía, dentro de sus múltiples posibilidades, podría entenderse como un narcótico que puede disociarte de este mundo a través de la retrospección y el intimismo o enfrentarte a tal disociación lanzándote piedras sobre la cabeza con tal que abras los ojos y mires. Un super dispositivo, una super consciencia, algo así como una luz que, por una parte, ilumina, guía, muestra la plenitud de las cosas, y por otra, aparece como algo inasible y nebuloso, como un espejismo, un reflejo de la nada flotando en el vacío o como un muro infranqueable. En fin, la poesía entendida como un artefacto que incomoda, doblemente peligroso, que pone en duda casi cualquier cosa.

El silencio es una forma de comunicación, así como el cuerpo también es un sistema comunicativo, y los nodos comunicantes de dicho cuerpo son el movimiento, sus actos, su nacimiento y destrucción. En definitiva, su performance. Anus solaris o la máquina de sodomizar a todos nos presenta un cuerpo enfermo moviéndose erróneamente en el territorio del texto y la comunicación. Camilo Barriga Dávalos, a través de su escritura, nos invita a reflexionar sobre esto, nos conmina al espasmo, al movimiento rabioso, torpe y descontrolado de este cuerpo, de este lenguaje, de esta existencia en tanto cura y malestar. Nos sugiere el lenguaje, no como un virus –en palabras de Burroughs– sino como una enfermedad, una de la que no queremos ni podemos escapar, una que nos conduce directo al despeñadero.

No solo sedimento bajo el río, leo entre líneas, también somos eso que flota en la superficie, arrastrado a la deriva por el caudal luego de una catástrofe. Restos que, pese a su empecinamiento de asirse a la orilla, son finalmente empujados por la energía vital y destructiva de este afluente, hacia los umbrales de algo que es el inicio del fin. La poesía duda, busca destruir y autodestruirse constantemente –quizá en ello se funda su belleza, su actualidad, su necesidad–. Esta nos lleva, inevitablemente, a esa desembocadura donde todo decanta.

¿Y dónde calza el erotismo en todo esto? Erotismo y placer como una forma de aniquilación, como un acto de exhibición, de inmolación. El cuerpo se nos plantea como lenguaje universal, y el ano, sin duda, el lugar donde todos nos reconocemos por igual, el lenguaje que todos entendemos. Luz y oscuridad. Intimismo y exhibición. Erotismo y pornografía. El cuerpo como lenguaje, como poema si se quiere, y el poema como un dispositivo que solo en la ingrata conciencia de sí mismo, de su finitud y absurdo, en la violencia y la destrucción en contra de su s(in)entido, se desenvuelve libremente. La poesía como un cuerpo dilatado que se exhibe y se entrega sin resistencia a la pulsión. Por lo mismo, la perforación, la humillación del cuerpo mancillado, el cuerpo del lenguaje, en el lenguaje, por el lenguaje, la carne del poema, de la poesía, son lo mismo, palabra y distancia, sonido y silencio, creación y destrucción. Un agujero puede ser entrada y salida. Pero, un agujero en un libro… ¿Qué filtra? ¿Qué deja entrar? ¿Es todo fuga? ¿Es todo desprendimiento y pérdida?

Las palabras, al igual que el sexo, van perdiendo su estrechez en la interacción, sus nodos comunicantes, su sensibilidad, su idilio, tal cual los efectos de una castración, su vitalidad; como la humillación que a través del lenguaje intenta apropiarse del cuerpo. En fin, la poesía como una aniquilación de la voz en función de esa misma voz y su violencia como un dolor al cual nos volvemos adictos. En Anus Solaris o la máquina de sodomizar a todos, esa verdad es un agujero sin fondo, un vacío por donde caemos irremediablemente junto a las mismas palabras. El poeta como un pequeño dios de la catástrofe –uno en decadencia, uno perverso, uno a punto de expirar– y el poema como un proyectil que busca destruirlo todo con su ironía. Porque si algo sobra en este proyecto es ese oscuro y retorcido sentido del humor. Reírse con plenitud en la desgracia del absurdo es la invitación que se nos lanza con generosidad en este libro.

No solo la belleza habita los páramos de la escritura, no solo la experiencia e intimidad son el paisaje del poema. El paisaje también es parte del paisaje. “Escribo con una mano / y con la otra incendio un bosque” escribió el poeta y pintor ecuatoriano Kelver Ax, quien también nos dejó a temprana edad. Creo y ambos coincidían plenamente en la manera de pensar este oficio, pensar la escritura como algo vital, inherente a todo acto, a riesgo de hacerse daño y destruirse, como una derrota, como un lugar donde ningún navío arriba, un puerto que nadie visita.  Anus Solaris o la máquina de sodomizar a todos, nos invita a dudar, del aire que se respira, del suelo que se pisa, incluso de la veracidad de nuestras propias palabras, y por lo mismo, de un modo u otro, leer este libro nos sitúa en algún espacio: Ese no-lugar de la (in)comunicación que necesita ser destruido con urgencia. 

Por ese camino: Anus solaris o la máquina de sodomizar a todos

Por Lourdes Saavedra

Recordar, leer y transitar por el camino de palabras de Camilo Barriga no es un sendero que se bifurque en metáforas o letanías sacrificiales del lenguaje. Su poesía bordea el agujero, fragmenta la posibilidad de nombrar y ser nombrado desde un cuerpo que se expande en lo inconexo, es en sí la experiencia de la vivencia poética, es querer unir los pedazos de un vitral.

Hay ruido pero no hay cuerpo

En el número 3 de la revista Esparpajo, de la cual fue editor, escribe un ensayo titulado “contra una metáfora del cuerpo”, donde fundamenta que es necesario dejar de hablar del cuerpo y es esencial que ‘el’ cuerpo hable. Porque tenemos saturado lo que se puede decir de este. Y lo que tanto hemos silenciado de tanto hablar de él. En este sentido la poesía y la escritura resuenan como un intento de poiesis de un borde para que se evoque algo del orden de un límite, o, finalmente, el intento por armar un cuerpo (Guzmán Daza; 2020). Será por eso que nos promete: saltar ceros/ saltar cerros/ romper muros.

Si acariciamos con la mirada el poemario Anus Solaris o la máquina de sodomizar a todos bordeamos con nuestros dedos el hueco en el centro mismo del libro objeto, como un cuerpo deseando ser abierto por el lector, para compartir su experiencia por medio de títulos que evocan los domingos, el consumo de risperidona, estados alterados, el cruzar las barricadas, las caminatas pedestres, referencias a Michel Foucault y su afición por el cine de Mekas.

En un jardín de niños fuimos colibríes sin lenguas tocándonos

En varias de sus composiciones el lenguaje poético es contradictorio, bordeando lo absurdo, el sinsentido como una estética desbordante de creatividad, porque él tiene una búsqueda incansable por cuestionarse e interpelarse. ¿Quién eres morador de espectros y a que vienes a habitar este pedazo de palabras? / El sueño de cada poeta es cogerse a su propia aleta, su propia lengua les tambalea. Entonces podemos percatarnos que en su escritura no detectamos un ritmo o una cadencia (Guzmán Daza), más bien sentimos cortes abruptos, es como imaginar un colibrí sin lengua, por el hecho de gozar el puro movimiento.

El escribir es para Camilo Barriga como sentir el aleteo de un de un pez que se intensifica al crear una máquina de lenguajes que no se descubren por sus metáforas, ese aleteo juguetón que se mueve, frente a lo adverso el no “ser un pez en el agua” sino un joven que busca navegar en una mirada al interior de su síntoma, sonriendo al sol que se posa en los orificios de su cuerpo, con la entrega de un colibrí mudo al movimiento.

Construyamos una máquina que nos sodomice a todos

Las imágenes oníricas, surreales que descubrimos en la lectura de sus poemas son una provocación para el lector, desde imaginarnos al fantasma de Foucault con su verga ardiente en letras o un loco que se come al poeta y cada uno de sus versos. El Anus Solaris es un artefacto literario lúdico, único, irreverente que nos invita a descubrir que la poesía puede descomponerse, fragmentarse, vibrar y perdurar en un instante mientras leemos en voz alta los poemas de Camilo, quien disruptivamente irrumpe como serpiente de dos cabezas representadas por la vida y la poesía que se muerden entre sí. Celebremos su andar y conjuremos su arte creando árboles incandescentes de palabras y recuerdos.

Fuente: Revista La Trini