Por Marcelo Paz Soldán
En Acequia (Dum Dum, 2024), Amaury Colmenares presenta una mirada aguda y singular sobre Cuernavaca, “la ciudad de la eterna primavera” —imposible no pensar en el paralelismo con Cochabamba, aunque luego nos cuestionemos lo cabal del nombre—. Cuernavaca no es sólo el escenario, sino un personaje más: un entramado de calles laberínticas y casonas coloniales que reflejan las búsquedas y frustraciones de sus habitantes. Colmenares describe la ciudad con ojo atento a su historia y geografía, logrando que los lectores la perciban como una presencia activa en la narrativa.
Amaury entrelaza humor e ironía con una sutil crítica social, a través de personajes como Julieta Lucía Pensamiento Borges y el Licenciado Aguas, quienes, partiendo del absurdo, transitan situaciones que van desde lo simpático a la sátira. Amaury acuña en el humor el motor de su novela, dotándola de un tono agudo y desenfadado con una penetrante mirada sobre la vida urbana.
—Pinche ano de marrana.
—Pinche fresa relamido.
—Pinche pito aguado caldeado de meados.
—Pinche abogado presumido.
—Pinche wey todo guapo.
—Pinche buscador de la verdad infinita.
—Ya me tengo que ir, wey, estoy trabajando.
—Ándale, pues, cuelga tú primero… (pág. 41).
La novela juega con la identidad y el equívoco a través de la ficticia editorial El Helecho. Los libros de autores inventados reta al lector y satiriza la realidad de la literatura permiten a Colmenares cuestionar la construcción de los mitos literarios y dudar de un mercado editorial donde el arte de la mentira y la autenticidad pelean en una constante contienda. Lis Seda y Lau Mundo, hackers y editoras, ejemplifican esta tensión; a través de sus actividades, Colmenares explora los límites de la manipulación digital y el poder del arte como una herramienta de creación y engaño.
La editorial embustera El Helecho empezó a ganar popularidad a nivel nacional cuando una noticia de tono sarcástico fue replicada una y otra vez hasta viralizarse. Fue uno de los primeros servicios de Mundo y Seda para Lucía: se encargaron de redactar la nota como una curiosidad del excéntrico medio artístico y la publicaron con encabezados tipo “Experta en jardinería publica libros fraudulentos y no te imaginas lo que pasó”, “Jovencita recluta gente desconocida con nombres famosos y rompe la industria editorial”, “O fabrica bestsellers con suplantación de identidad” […].” (pág. 60).
Otra herramienta fundamental es lo que Amaury llama “el humor del desconcierto”, el que transforma lo inesperado en risa, pero también genera una reflexión sobre nuestras certezas. Altaflores, el comediante olvidado por un escándalo con el Papa, encarna esta filosofía: su humor del desconcierto no busca una risa fácil, sino una reacción visceral que nos recuerda lo absurdas y dolorosamente humanas que son nuestras realidades.
Altaflores inventó el humor del desconcierto, una fórmula que perfeccionó a lo largo de los años y que consistía en hacer reír con cosas que no dan risa. Sus técnicas eran múltiples y variadas, pero la base de todo era la serenidad. […]. El humor del desconcierto. Era como un asceta zen revelando los misterios pero rodeado de gente meándose, literalmente, de la risa. (pág. 26).
En este universo, personajes como Vampiro encapsulan la esencia caleidoscópica de Acequia. Vampiro, un constructor de caleidoscopios que se convierte en arquitecto autodidacta, simboliza la transición de lo efímero a lo estructural. Sus edificaciones, como espejismos sólidos, desestabilizan la percepción de los demás, mezclando la ilusión con la realidad tangible.
Su dominio de los reflejos alcanzó tal maestría, que fue capaz de instalar un espejo en el que se reflejaba todo menos a él. A partir de ese momento se convirtió en el célebre Vampiro y dejó la adolescencia convertido en un renombrado decorador de residencias. Con ayuda de un grupo de benefactoras del orfanato que eran admiradoras de su talento y con la asistencia de un par de sus compañeros que se quedaron a trabajar con él, instaló un elegante taller de espejismos. (pág. 118).
Otros personajes, como Lópex Moctezuma, un guía turístico que se reinventa mediante la mentira, contribuye a esta visión múltiple de la vida urbana. Lópex mezcla la mentira con la historia para mantener el interés de sus turistas.
Colmenares mezcla crónica y narrativa para adentrarse en lo humano y explorar el rol del humor en nuestra percepción de la realidad. La estructura fragmentada, con múltiples personajes y relatos entrelazados, le otorga a Acequia un carácter caleidoscópico que transforma lo cotidiano en un juego de espejos donde el humor es la herramienta que revela las verdades más profundas y, al mismo tiempo, más absurdas de la existencia humana.
Fuente: Ecdótica