Por Camila Centellas
En esta entrevista, Alejandro Barrientos, responsable del guion de Altopía, nos cuenta sobre el segundo tomo de la novela gráfica que se presentó en la FIL La Paz.
– ¿Qué significa para ti la antropología del futuro y cómo ha influenciado en tu escritura del guion?
Un libro muy lindo que hace años leí titula justamente Historia del futuro, de Pablo Francescutti, es un libro que me influyó bastante porque este autor presenta un recorrido histórico por diferentes métodos, estrategias o vías que a lo largo de la historia la humanidad ha utilizado para predecir el futuro. Habla desde los oráculos en la Grecia antigua hasta el pronóstico del tiempo en la época más moderna o contemporánea y hace un recorrido por las profecías y otros tantos ámbitos. Entonces, este libro me gustó mucho, me provocó bastante pensar no solo en una historia del futuro, sino hacer este recorrido que propone Francescutti.
Una antropología del futuro puede tener varios matices: cómo diferentes sociedades perciben, construyen, imaginan el futuro o los futuros posibles. Ello me llevó a repensar cómo conciben el tiempo, la cuestión de la temporalidad; y allí, por ejemplo, se comenta bastante que en los Andes, especialmente para sociedades aymaras, el futuro no estaría hacia delante, poniendo un poco el cuerpo de la persona como referente, a diferencia del pensamiento occidental, donde más o menos se concibe que el futuro está hacia adelante y el pasado hacia atrás. En las sociedades aymaras se piensa, más bien, que el futuro está hacia atrás, hacia las espaldas y el pasado está hacia adelante, porque uno lo que conoce lo que ve es el pasado y lo desconocido es el futuro.
Hay que tener cuidado, no solo se trata de formas de predecir el futuro y partir de esa idea de que hay esa cuestión más ontológica del tiempo. Estos elementos, estas reflexiones, fueron fundamentales para ir construyendo el guion de Altopía, para ir comprendiendo la novela gráfica en un juego constante entre temporalidades, el pasado, el futuro, la fragilidad de la estabilidad del presente, estas ideas más cíclicas, circulares, digamos que desde ahí además la incorporación de bastantes elementos vinculados con estos rituales adivinatorios. En Altopía hay bastantes juegos temporales a través de flashbacks inspirados en esta noción de antropología del futuro.
Hacia finales de los 90 e inicios del 2000, con esta idea del cambio de siglo, del cambio de milenio, escribí un pequeño artículo. Había estado leyendo textos de los 60 y 70 que hablaban y especulaban un poco sobre el futuro, lo que iba a ser el año 2000: que iba a haber autos voladores, que se iba a conquistar otros planetas… y yo comparé esas predicciones con lo que realmente pasaba en esa transición del milenio, cómo distaba mucho de esas especulaciones, de esas ficciones de lo que iba a pasar y cosas que no se imaginaban por ahí en los años 60 y 70 y que estaban ocurriendo de otra manera. Por ejemplo, estaban muy en boga los chats de multisala, mucha gente estaba ahí chateando en ciertas plataformas de internet. Todo partía de la idea de imaginar el futuro, y creo que ahora eso se refleja mucho en Altopía.
– ¿Cuáles fueron las principales influencias para concebir, imaginar y, finalmente, escribir Altopía?
Hay bastante material, creo que son varias vertientes. Una, probablemente más literaria, son las novelas de Alison Spedding que han sido muy motivantes, y no solo De cuando en cuando Saturnina, que podría ser considerada como la novela inaugural en el ciberpunk boliviano, también El viento en la cordillera, incluso Catre de fierro. La cercanía que ella desarrolla en su literatura me parece que ha sido una referencia de Altopía.
También, quizás de forma un poco más directa, Periférica Blvd., de Adolfo Cárdenas creo que es también otra obra clave que inspiró bastantes elementos en Altopía. Y obras por ahí más recientes, digamos, también que han nutrido bastante, como los trabajos de Maximiliano Barrientos, sin olvidar literatura local muy clásica desde Jaime Saenz y René Bascopé.
Por otro lado, hay otra fuente vinculada con el manga y el anime. Pienso en Ghost in the Shell, Alita: Battle Angel, Akira también fue fundamental; Ergo Proxy, mangas que en muchos casos han sido llevados al anime. Otra vertiente es el cómic en general, la historieta, principalmente: El Eternauta de Solano López y Héctor Oesterheld es un referente clave; también El Incal de Jodorowsky y Moebius. Además, tomé algunas referencias de películas como Blade Runner, Animatrix, Los hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón.
– ¿Cómo fue la creación de los personajes? ¿Abel tendrá alguna evolución en este nuevo tomo?
Es clave entender que, en el diseño de un guion, los personajes no solo tienen ciertas características particulares, una personalidad, sino que tienen una función narrativa. Entonces, el diseño de personajes debe acompañar también aquello. Generalmente cuando se realiza un guion, se define al protagonista, antagonistas, aliados y otras variaciones. Y ahí tiene mucho que ver la construcción arquetípica de personajes.
Teniendo entonces como referencia la función narrativa, partimos mucho de la idea de que no es un futuro netamente distópico, ya que la utopía de unos es la distopía de otros. Pero, al mismo tiempo, en el contexto, en el universo de Altopía, no necesariamente hay un futuro de alta tecnología. Sí está un elemento tecnológico, pero normalmente es una tecnología periférica, de segunda mano, de reciclaje… ese es un poco el universo.
El hecho de hablar de esta sociedad como decadente nos permite mostrar un poco de lo grotesco que también suele ser concebido como una especie de contraste, de una especie de distorsión de la estética, de algo que está entre lo extravagante, lo que produce cierto horror, pero al mismo tiempo es cómico o tragicómico. Jugamos un poco con esos elementos y es una forma también de ciberpunk, pero muy pensado en función a un contexto de tercer mundo, periférico.
Creo que esa es un poquito la idea del universo de la Altopía: decadencia tecnológica, una sociedad que se debate en busca de sacar provecho de una crisis. Por eso, tenemos que hablar de un grotesco ciborg, una provocación para repensar un poco la ciencia ficción desde el sur, desde los lugares periféricos.
– ¿Qué elementos ciberpunk tiene la novela?
Altopía no es neta o solamente ciberpunk, sería más bien un híbrido, una novela grotesco-ciborg. Y el grotesco es un campo muy amplio, que trabaja mucho desde la literatura, quizás especialmente en el teatro, pero también en las bellas artes.
Generalmente una característica del ciberpunk es que se habla de futuros distópicos, donde hay un trasteo entre alta tecnología y sociedad decadente, y una fuerte influencia de la novela negra, o del cine noir o neo noir.
En el ciberpunk generalmente el héroe se constituye más bien en antihéroe, y comúnmente suele aparecer la figura del hacker, es decir, la búsqueda de los resquicios, de vacíos en el sistema que usualmente está controlado por la tecnología. Aunque en Altopíamás bien partimos de la idea de que no es un futuro netamente distópico, y que no necesariamente el contexto es de alta tecnología, sino de tecnología periférica, que sigue operando y dándole vueltas a la obsolescencia programada.
– ¿Podrías describirnos qué vamos a encontrar en este nuevo tomo?
La idea es no spoilear. Pero sí creo que puedo resaltar al menos cinco características o cualidades del episodio 2 que se va a titular “El Exilio”, y que son un poco ese condimento de este nuevo episodio.
Una primera cualidad es el escenario, se centra en La Paz, que es una ciudad devastada por una inundación. Es un panorama y un paisaje postapocalíptico. La segunda cualidad es que tenemos escenas de acción bastante intensas e interesantes que le dan otra peculiaridad. El tercer aspecto es la presencia de nuevos personajes, lo que podemos llamar unas tribus, unos grupos que reflejan mucho ese sentido particular del cómic. Un cuarto aspecto es que surgen otras subtramas dentro de la historia de Altopía. Y un quinto aspecto es que se usa también una dimensión un poco más política, más institucional desde El Alto, que nos va a permitir vincular nuevamente con ese escenario alteño y tal vez un poquito más político. Recordemos que El Alto es la nueva capital del nuevo Collasuyo en este universo futurista.
Fuente: Revista La Trini