03/07/2009 por Marcelo Paz Soldan
Entrevista a Edmundo Paz Soldán

Entrevista a Edmundo Paz Soldán

losvivosymuertosii.jpg

Paz Soldán retorna con una propuesta hiperrealista
Por: Marcelo Suárez

Una cadena de accidentes, crímenes y suicidios que involucran a jóvenes del condado de Madison, en Nueva York, se describen en Los vivos y los muertos, la nueva novela de Edmundo Paz Soldán. El escritor cochabambino confirma que pisa fuerte en la narrativa latinoamericana
Los vivos y los muertos es la octava novela de Edmundo Paz Soldán, que desde la próxima semana ya estará a disposición de los lectores del país bajo el sello de Alfaguara. Este nuevo libro se constituye en una de las apuestas más arriesgadas y novedosas de las letras nacionales y representa una madurez consolidada en la narrativa de Paz Soldán, de quien Mario Vargas Llosa ha dicho: “Entre los nuevos autores latinoamericanos, la voz de Edmundo Paz Soldán es una de las más creativas”.
Desde Ithaca (Nueva York), donde reside desde hace varios años, el escritor cochabambino habló con Brújula sobre su obra, como también de diversos aspectos relacionados con Bolivia y Estados Unidos
– ¿En qué circunstancias nace esta tu nueva novela?
– Hace unos cinco años llegó a mis manos un dossier de recortes de prensa sobre una serie de hechos trágicos ocurridos a 20 minutos de donde vivo, en el estado de Nueva York. La historia me perturbó y me fascinó. Se me ocurrió hacer una investigación periodística, escribir una suerte de reportaje, pero luego comencé a oír las voces de los adolescentes del relato y pensé que una novela captaría mejor sus vidas.
– ¿Cómo defines a esta obra?
– Es una novela seudo policíaca sobre las raíces de la violencia en Estados Unidos. Es hiperrealista, pero también puede leerse como un cuento de fantasmas. Es una meditación sobre la pérdida, sobre la ausencia.
– Varias de tus novelas las has ambientado en Río Fugitivo, una población ficticia, que es una especie de alter ego de tu ciudad natal, Cochabamba. En esta ocasión las historias transcurren en Estados Unidos ¿Por qué escogiste esa realidad?
– Ya son veinte años que vivo en Estados Unidos. Quería ambientar algo allí, pero la inmensidad del país me abrumaba. Creo que me animé a esto porque ocurrió cerca de donde vivo y encontraba muy familiar ese mundo, ese paisaje, esa geografía.
– La estadounidense debe ser una de las sociedades más complejas para describir en una novela. ¿Qué desafío se presenta cuando hay que describir las pasiones y angustias de los jóvenes de esa sociedad?
– Hay que tratar de ver el mundo desde los ojos de los jóvenes de otra cultura, ver qué cosas les gustarían, qué música escucharían, qué hechos la conmoverían, etc. Lo difícil fue encontrar los detalles para tornar verosímil a los personajes. Una novela vive o muere gracias a los detalles, y aquí yo no podía asumir nada, tenía que comenzar de cero.
– La narración en Los vivos y los muertos se asemeja a la de un thriller cinematográfico, ¿Algún filme te influyó en la escritura de la obra?
– Me sirvió mucho Elephant, la película de Gus van Sant. Algunos críticos españoles han mencionado American Beauty, película que vi hace mucho pero que no tenía presente a la hora de escribir la novela.
– Buena parte de la narrativa norteamericana de las últimas décadas se ha caracterizado por ser un reflejo de la incomunicación y del vacío existencial en el ser humano. ¿Qué destacas de esta generación, que tiene a Chuck Palahniuk, Rick Moody y Jonathan Franzen, como algunos de sus principales exponentes?
– Lo principal que destaco es su actitud maximalista. Son escritores ambiciosos, que no temen enfrentarse a la enormidad del reto de narrar un país como Estados Unidos. Algunos, como Franzen y Moody, le han dado un toque contemporáneo a la narrativa de la alienación estadounidense, que ya se encuentra en Yates, en Cheever.
– ¿Qué dimensión ha alcanzado la narrativa contemporánea de EEUU en los últimos diez años?
– No creo que haya cambiado mucho. Atraviesa un gran momento. De hecho, es una literatura muy vital que parece estar siempre en un gran momento.
– ¿En qué nivel consideras que se encuentra actualmente la literatura latinoamericana?
– Se trata de un momento de gran eclecticismo, con voces muy diversas y muy dispersas. Hay mucha fuerza, mucho deseo de arriesgarse, y parece que ha retornado una ambición formal y lingüística que durante cierto tiempo se dejó de lado.
– La revista Foreign Policy te incluyó hace poco entre los 50 intelectuales más influyentes en Iberoamérica. ¿Qué opinas de esta valoración?
– No hay que creerse mucho estas listas, aunque, claro, nunca está mal que una revista prestigiosa te incluya en una de ellas.
– En una nota de Brújula de hace un año, un grupo de escritores nacionales señaló a El delirio de Turing como una de las novelas bolivianas contemporáneas que más recomendaría.
– ¿Cuál es tu recomendada?
– Siempre la última. Así que ahora diría Los vivos y los muertos.
– ¿Cómo calificas a la literatura boliviana del siglo XXI?
– Tiene, por fin, toda una generación con muchísima proyección internacional. Ahí están Giovanna Rivero, Wilmer Urrelo, Maximiliano Barrientos, Rodrigo Hasbún, Sebastián Antezana, Piñeiro…
– En tu anterior novela, Palacio Quemado, describes el convulsionado momento político que vivió Bolivia entre 2002 y 2003. ¿Qué posibilidad hay de una historia ambientada en el Gobierno de Evo Morales?
– De parte mía, ninguna. Escribo mucho sobre el tema en crónicas periodísticas, creo que eso me ha saturado un poco y no me da espacio para imaginar una novela sobre este Gobierno.
– ¿Qué expectativas guardas respecto a la administración de Barack Obama, especialmente para la comunidad latina en EEUU?
– Después de ocho años terribles, espero algo de sentido común de esta nueva administración. Espero que haya una política de inmigración más justa, más humana, que se legalice a tantos indocumentados. Con respecto a América Latina, espero que haya deseos de ver viejos problemas con nuevos ojos; por dar un ejemplo, lo del embargo a Cuba es insostenible. Con Bolivia yo espero que se reanuden las relaciones, es más lo que perdemos que lo que ganamos al cortar relaciones con Estados Unidos. Pero ahí, creo, el problema es más de Evo que de Obama.
– ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
– Un libro de cuentos, La inquietud de las criaturas, que Alfaguara publicará el próximo año. Y otra novela ambientada en los Estados Unidos.
Fuente: http://www.eldeber.com.bo/brujula/2009-03-07/nota.php?id=090306204801