Por Oscar Córdova Sánchez
Aquí trataremos algunos aspectos de una de las mejores casas editoriales que impulsó la publicación, en su mayoría, intelectual de autores bolivianos en esos tiempos. Hablamos de la editorial González y Medina. Una editorial cuyo desenlace fue fatal y una causa del porqué no se habló de ella hasta ahora, dejando un gran vacío en la investigación histórica de las ideas y sus núcleos activos como lo fueron las librerías de ese tiempo.
Una de las principales ausencias de la descripción de las primeras librerías, imprentas y editoriales es la poca información cronológica de su desarrollo en el mercado comercial, su aspecto sociológico como agente cultural y la valorización en la promoción de la lectura y promoción del libro. Además, sirvieron para poder resaltar las características del momento en el que se vivía y poder ampliar aspectos positivos de su función como ambiente de intercambio cultural entre lectores, clientes, autores y libreros.
Con respecto a la innovación editorial a inicios del siglo XX, deciden asentarse dos agentes de intercambio cultural que serán conocidos por la gama de libros editados, impresos y distribuidos en las principales capitales departamentales del país. Provenientes de España, decide instalar una librería que ofrezca productos importados en papelería, material de escritorio y libros bolivianos publicados en el exterior.
Los antecedentes más próximos a sus datos se remontan a un encuentro ocurrido en 1919. Este hecho anecdótico, publicado en La Danza de las Sombras (1934), en el que Alcides Arguedas recuerda su estadía en España, describiendo los lugares, personajes y figuras humanas de ese país con detallado énfasis en su psicología y carácter social.
En sus encuentros con diferentes intelectuales, cabe resaltar el que tuvo con Miguel de Unamuno, uno de las mayores influencias intelectuales de España y del continente. Siendo recibido por el filósofo español en su domicilio, este le presenta a su paisano que le hablaba mucho de un país de Sudamérica. Su nombre era José “Pepe” González Serrano, “el español más boliviano”, quien había motivado a Unamuno con lecturas de autores bolivianos. Mientras Unamuno los presenta, González indica que era socio y editor de la famosa casa editorial González y Medina, quien tuvo que dejar a otros accionistas la administración para regresar a su país de origen.
Nacido en Béjar, el abogado titulado de la Universidad de La Paz tuvo un amor profundo por Bolivia y una de sus misiones fue la de crear un emprendimiento editorial, guiándose con otros editores para la creación de su negocio. Asesorado de sus paisanos radicados en el país como los hermanos Arnó o José Barceló, quienes poseían librerías propias y sabían el mecanismo de difusión entre la escasa sociedad lectora, logró un campo de expansión amplia en poco tiempo.
En efecto, Arguedas recordaría un suceso con los editores. Fue en el año 1919 cuando se publicó su novela Raza de Bronce en dicha editorial. La atención del público lector no pasó desapercibida y rápidamente se acabaría esta edición, muy rara de encontrar al día de hoy. Leyendo el autor su obra, encontraría varias erratas y se lamentaría por la fácil difusión y la poca corrección de su novela, que iba siendo leída por varios de sus colegas. Ante este aspecto, Arguedas condenaría la edición de su novela, hasta años después, donde se publicaría una segunda edición en una casa editorial española.
Concretado este error de la editorial con uno de sus autores, reinauguran con un nuevo sello y marca, dando lugar a un mejor trabajo con los autores de su catálogo. Publicaron varios ensayos, revistas e incluso fotografías del país para generar más atención en sus clientes. Una expansión más allá de solo ser una librería y papelería, donde casualmente se editaba algún autor. Llegarían sus mejores años y con el paso del tiempo varios escritores eran publicados por la calidad de corrección y edición.
Antecedentes
A inicios del siglo XX, junto con su paisano Medina, crearía, primero, la librería González y Medina, siendo cambiado su nombre a mediados de 1915 a El Siglo Ilustrado. Ubicada en calle Illimani, a unos pasos de la plaza Murillo, conectaba, al igual que la librería La Universitaria de los Arnó, con las instituciones públicas más importantes de la ciudad. La librería fue un núcleo de recepción de ideas con la venta de libros extranjeros de la editorial Sempere, Vda. de Bourget, Garnier Hnos., La España Moderna o Daniel Jorro, con temáticas variadas y secciones como medicina, teología, derecho, filosofía, sociología, biología y obras nacionales de otras imprentas como Artística y Velarde. Además, permitía acceder a títulos de imprentas de empresarios como José Miguel Gamarra o de José L. Calderón, donde la temática era mayormente de tratados de derecho y normas municipales, con un limitado espacio para publicaciones sobre ciencia, sociología, narrativa y ensayos. Ante esta ausencia, los libreros españoles decidieron aproximarse a escritores y empezar su trabajo como editores.
Fuente: La Ramona